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Daniel Muñoz y Jesús arriba del metro

Aplaudida por el público y aclamada por la crítica, esta obra dirigida por Carlos Osorio y reestrenada con gran acogida, narra la historia de dos asesinos sentenciados a enfrentarse en prisión no sólo con su condena sino también con sus creencias.


Ambientada en la cárcel de Riker’s island, Jesús se subió al metro muestra a un joven (Daniel Muñoz), que cumple condena por haber asesinado a un reverendo de una secta religiosa. Lo mató porque, según él, con sus predicas le robó a su mejor amigo. Él convivirá con un asesino en serie condenado a muerte que al parecer, en prisión, se ha vuelto un fanático religioso (Tito Bustamante).



Concebida como una tragedia contemporánea, esta adaptación de la obra escrita por el norteamericano Stephen Adley Guirgises, tiene el propósito de hacer crecer la libre expresión mediante un drama carcelario en el cual sus protagonistas, durante su hora diaria de ejercicio al aire libre, reflexionan sobre sus culpas, poderes superiores e inocencia.



Con algunas preguntas de fondo sin contestar sobre la justicia, Jesús se subió al metro se convierte en un llamado de atención para asumir nuestras culpas y dejar de otorgar responsabilidades a terceros. Con un texto bastante ágil y dinámico, el montaje intenta pasearse sabiamente por temas como la igualdad, la religión, la fé y los evidentes cuestionamientos a la justicia.



Una obra bastante seria pero con innumerables atisbos de acertado humor, pretende entrar en la cabeza del espectador, pasearse por ella y obligarlo a reflexionar y opinar sobre las diversas visiones de la vida, los diferentes procesos del acercamiento a Dios y el deseo de una libertad tanto física como espiritual, en una puesta en escena fuerte y tensionante.



"Escénicamente hay un mucha agresividad, mucha violencia. El hecho de estar encerrados y la imposibilidad de tocarse, de acercarse concentra esa violencia en la forma de decir los textos", comenta su protagonista, Daniel Muñoz.



¿Cómo es Ángel, tu personaje?
-Ángel es como un antihéroe. El tipo representa todo lo que nosotros quisiéramos hacer y no nos atrevemos en el sentido de que viaja por un compromiso, por sus valores y se encuentra con la tentación de que la sociedad se le viene encima y la única forma de defenderse es unirse a esa sociedad. Pero gracias a una conversación con Lucio se da cuenta que no puede seguir así, aunque eso signifique su condena absoluta. En este sentido, podría decir que es un personaje bastante trágico.



¿Cuál es el producto de la relación entre estos dos personajes?
-Escénicamente hay un mucha agresividad, mucha violencia. El hecho de estar encerrados y la imposibilidad de tocarse, de acercarse concentra esa violencia en la forma de decir los textos. Ahora los argumentos que ellos esgrimen son argumentos muy contundentes y eso es lo bueno que tiene el autor, que defiende muy bien a todos sus personajes, no sólo a Lucio y a Ángel que son los presos, sino que a los guardias y a la abogada que se encargue de defender a Ángel. El autor hace que todos los personajes tengan la razón y a la vez que no la tengan.



¿Cuáles crees son los grandes temas de la obra?
-El gran tema, aparentemente debería ser Dios, pero creo que aquí Dios está planteado como una forma de tomar conciencia, el darse cuenta y hacerse responsable por los actos. Son grandes temas que no requieren traducción, se están explicando ahí mismo. Eso lo hace muy accesible y muy cotidiano al público. Si bien el lenguaje que se utiliza es muy coloquial, los temas son bastante profundos.



¿Cuál es la percepción por parte de los espectadores respecto a estos temas?
-Creo que bastante bien, y más que nada porque la gente necesita temas que le hagan reflexionar, que los haga pensar y conmoverse. El público necesita mucho más que la mera entretención.



¿Crees que está creando un público masivo de teatro?
-Yo creo que sí, a pesar de que el público de teatro va a ser siempre el mismo, pero llegan oleadas de gente que es recomendada. La idea de nosotros como compañía es buscar métodos que hagan algo más que una obra de teatro. De ahí que siempre después de la obra nos tomamos un vino simbólico y conversamos para que el público desahogue un poco lo que siente y nosotros recibamos el parecer de la gente. Además, y abiertamente, nosotros le solicitamos a los espectadores que si les gustó la obra, la recomienden y así sean ellos quienes nos hagan publicidad. Creemos que es la mejor forma, la más sincera en cuanto a teatro, y en ese sentido nos ha dado bastantes resultados porque llega mucha gente recomendada y estimulada por otros.



¿Hay gente para un tipo de obras livianas y otro para montajes más profundos?
-Por supuesto que si. Basta ver la taquilla para darse cuenta que obras en las que no se requiere pensar mucho y son más que nada entretención, generalmente se desarrollan a sala llena. Para mí, el teatro debe ser entretención, pero eso no quita que tenga algo de profundidad. Ahora, creo que la gente que va al teatro es la misma de siempre y contagia un poco a este sector que va en busca de entretención. Ese es un fenómeno que se está dando, ya sea por curiosidad o por desconocimiento, pero se están mezclando ambos grupos y eso es algo que nos conviene a todos.



En torno a lo mismo, ¿crees que el teatro está viviendo un proceso de auge?
-Pienso que un auge todavía no. Si bien está experimentando una trasformación bastante positiva, yo diría que aún falta para llamar al proceso como auge. Porque si tú te das cuenta, hay muchas salas pero aún no entregan las condiciones para que la gente que trabaja ahí lo haga cómodamente. Todavía nos mantenemos en un nivel primitivo.



¿Qué opinas del Festival de teatro a mil?
-El teatro a mil tiene sus ventajas pero también sus desventajas. En organización hay cosas medias oscuras y muchas dudas. Hay muchos actores que se sienten un poco usados por estos festivales que en el fondo crean una buena expectativa en torno al rubro, pero también generan un buen negocio.



¿Cuáles son futuros proyectos?
-En teatro con Heidrum tenemos una obra que nos gustaría montar que se llama La vida de Helgue. En cine tengo un proyecto para fin de año con Orlando Lubbert y en televisión sigo con el »Pollo Fuentes» ahora en Mega.

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