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De Niro, atrapado por su pasado

Con Robert De Niro y Frances McDormand en los papeles principales, este filme desarrolla la compleja relación de un padre y su hijo en medio de un drama policíaco en el que ambos tendrán que asumir sus propios roles, sus responsabilidades, y por supuesto, sus culpas.


Al igual que el excelente actor de antaño, Al Pacino, conocido e idolatrado por obras tan relevantes como la trilogía de El Padrino, Perfume de Mujer, Fuego contra Fuego y Donnie Brasco, Robert De Niro lleva protagonizando en los últimos años cintas deslucidas, con interpretaciones mediocres, y que no hacen más que opacar una filmografía impactantemente brillante.



Películas como Analízame, Analízate, La Familia de mi Novia, entre otras, nos han mostrado la otra cara de De Niro, ese actor seudo humorístico que lleva escondido y al que no estamos acostumbrados (ni queremos acostumbrarnos) a ver. En contra de sus grandes papeles del pasado en Taxi Driver, Casino, Calles Peligrosas y Cabo de Miedo, últimamente De Niro ha demostrado cierta debilidad por trabajos sencillos con toques de comicidad y realizados por directores limitados.



En su último filme, Herencia de Sangre, intenta volver a sus raíces interpretativas personificando a un policía que debe lidiar con la disyuntiva de actuar como padre o hacer valer las leyes que lo rigen. Si bien es notorio que De Niro no es el mismo de los tiempos de Buenos Muchachos, en la cinta del director escocés Michael Caton-Jones, da un pequeño atisbo de lo que fue en una cinta que coquetea con elementos del thriller y con situaciones propias del drama, pero que sin embargo no llega a deshilvanar de gran manera la historia dejando uno que otro cabo suelto.



Inspirada en el articulo "Mark of Murderer" que se publicó en "Esquire" en 1997 y cuyo autor fue el periodista Mike McAlary, ganador de un Premio Pulitzer, Herencia de Sangre narra la apasionante historia de un oficial de policía que descubre que el principal sospechoso en el asesinato que está investigando es su propio hijo.



Vincent LaMarca (Robert De Niro) es un detective de homicidios de Nueva York con una impecable y extensa hoja de servicio. Es un hombre intachable, totalmente dedicado a su profesión y al cumplimiento de la ley por encima de todo. Pero en el caso que está investigando, el reto al que se enfrenta Vincent es aún mayor ya que el principal sospechoso es Joey (James Franco), su propio hijo.



Joey y su padre no están muy unidos desde que Vincent se divorció de su esposa y dejó atrás los muelles de Long Beach en Long Island para sumergirse en el anonimato de Manhattan en una brillante carrera en el Cuerpo de Policía de Nueva York. Lleva una vida solitaria y mantiene a distancia a su novia (Frances McDormand). Su mejor amigo, y con quien mantiene una relación más estrecha, es Reg (George Dzundza). Vincent vive intensamente el presente y esa actitud le sirve para no enfrentarse a su pasado.



Vincent está investigando un asesinato y eso le lleva de vuelta a casa. En Long Beach, que se autoproclama la «Ciudad del Mar», el pasado le está esperando como si fuera una imagen congelada. Durante su investigación, Vincent descubre que los conflictos del pasado y su incapacidad para ser un buen padre han recaído en su hijo Joey que se ha internado por el lado oscuro de la vida.



Tanto De Niro como Frances McDormand y el resto del elenco no se esfuerzan demasiado en darle credibilidad a sus esquemáticos personajes. Todos sus sentimientos son expresados verbalmente mientras sus rostros intentan disimular el aburrimiento causado por la rutinaria dirección de Michael Caton-Jones.



En Herencia de Sangre De Niro no ofrece absolutamente nada nuevo, nada particular. Su química con Frances McDormand prácticamente no existe; ella sólo está allí para acompañar el desarrollo dramático del filme que por cierto no se logra muy acabadamente.



Quizá lo más destacable de la cinta radica en la relación no-física entre padre e hijo. El director se preocupa de presentarlos y desarrollar los personajes paralelamente y sin encontrarlos entre sí. Estas vidas en conflicto que avanzan a la par, sólo se unirán por las circunstancias en donde la resolución de los problemas, -del pasado y actuales- trasformarán una relación particularmente inexistente en uno de los más grandes aciertos de película.



Narrada irregularmente, Herencia de Sangre no pretende jactarse de una calidad que no alcanza ni intenta alcanzar, lo que inevitablemente se traduce en un trabajo mediocre en todo orden de cosas. Si bien no trata crear emociones forzadas, tampoco se concentra en dispersar correctamente los puntos de tensión, ordenar lo ritmos, crear buenas construcciones de personajes y mucho menos desafiar al espectador con una intriga de regular a mala que no.

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