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Cesante: el retrato animado de una sociedad

Punzante, dinámica y reveladora, esta nueva producción nacional logra establecer y enmarcar de gran manera, la diversa fauna santiaguina y sus particulares y reconocibles sitios públicos. Concebida como una comedia negra, Cesante plantea y reflexiona sobre todos los males urbanos de nuestra sociedad, dando una mirada distante, pero a la vez íntima del Chile actual.


Cuando en un momento determinado Ricardo Amunátegui quedó sin trabajo, la idea de este proyecto surgió sola. Y a pesar de que es evidente que Cesante es el fiel reflejo de nuestra sociedad. En un principio el filme nace a modo de plasmar la propia experiencia del realizador: "cuando nos quedamos sin pega nos dijimos qué vamos a hacer, bueno, hagamos una película de lo que nos está pasando".



Por ello es que cierta intimidad en el trato del tema es apreciable como un testimonio de vivencias personales unidas a una realidad nacional tan común como dura. Así la cinta se transforma en una comedia muy ligada a la realidad mostrando una fauna urbana nunca antes vista en animación, en base a la vida de un tipo común entre mil similares.



El personaje central es un estereotipo clásico del chileno medio, chico, apocado y despistado, pero muy reflexivo, que logra analizar el cruel mundo que lo rodea dándose un tiempo para soñar y echar a volar la imaginación sobre un país con oportunidades, prosperidad económica y una vida rica en éxitos tanto laborales como personales.



La elección de la voz principal es de gran relevancia dada la trayectoria de Coco Legrand desnudando los problemas de una colectividad acostumbrada a reírse de sus traumas. Tanto es así que no hace falta cerrar los ojos para recordar las innumerables rutinas de Legrand analizando los mismos temas sobre los cuales reflexiona y vive en carne propia Carlos Meléndez.



Personajes iconos de todos los días son introducidos ágilmente en el filme, dinamizando y a la vez acercando la trama al espectador. Clichés policías, borrachos, vendedores en las micros, gitanas, típicas secretarias y uno que otro arribista dan vida este documento animado del supuesto Chile en vías de desarrollo y de los estereotipos de hombres modernos que lo habitan.



Carlos Meléndez (Coco Legrand) acaba de ser pateado por su novia por estar cesante. Sin agua, luz y gas, tendrá que salir a la calle en busca de trabajo. En sólo 12 horas y al ritmo de un apurado reloj, tendrá que lidiar con secretarias odiosas, punks, ladrones, la fuerza policial, un turbio café con piernas, hot dog podridos y fanáticos religiosos. Por si fuera poco tendrá que mendigar por esa humana necesidad de ser respetado y tomado en cuenta.



Entre sus fantasías de éxito y la triste realidad, Meléndez se pasea por el centro de Santiago en esta comedia que, a través de un delirante humor negro, pretende reflejar lo que está sucediendo a ras de piso. Las contradicciones, penas y tragedias que pueblan el mundo en que vivimos.



Cesante más allá de lo que muestra, también esconde. La cinta, tras esa careta de comedia animada, entretenida y reconocible, oculta una fuerte carga de sinceridad y en parte crítica sobre algunos aspectos del diario vivir de todos los chilenos. Tramitaciones, falta de oportunidades, desconsuelo y conformismo son algunos de los ingredientes que el filme logra tratar -aunque de manera liviana- y a la vez enterrar en un profundo deseo por trascender sin maltratar ninguna esfera de nuestra "intocable sociedad".



Dejando de lado las carcajadas, Cesante nos muestra un Chile de dobles discursos, burocrático y sumido en el espejismo del desarrollo. Tras todo ese colorido de las imágenes de la película de Amunátegui, se esconde un mensaje que nos dice que no somos los jaguares de Latinoamérica, que no habitamos en el país próspero que nos cuentan los políticos y que, por supuesto, las oportunidades para el ciudadano clase media están contadas.

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