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Crónicas Cínicas LIV

Los felices oficinistas salen en bandadas de los portales del centro. Tienen permiso para irse más temprano a cuenta de la paranoia que ha ido día a día aumentando, alimentada por los aterrorizadores titulares de la Tercera y la Segunda. Se avecina un cataclismo mayor: la paz será destruida por hordas marxistas que se tomarán las calles destruyendo todo a su paso. ¡Sálvese quien pueda! Treinta y seis mil carabineros a las calles. Es el fatídico 11 de septiembre; ha renacido, después de trein


Murillo y el Gordo están sentados en la barra del Dominó de Huérfanos. Han entrado a comerse un completo, en el caso del Gordo, y un suave lomo mayo, el Negro. Después de dejar a las cabras en las gradas de la Biblioteca Nacional con la marcha de las antiguas feministas, han andado tonteando de turistas intentado entrar al perímetro de La Moneda sin mucho éxito, quizás debido a la poca convicción de los eslóganes y a lo ralo de las filas de manifestantes. El Gordo, con la boca llena y un desbordante completo en la mano, le dice a su amigo:



-¿Cachaste el titular de The Clinic, Negro?



-¿Compañero Superstar?



-Sí, encuentro perfecto el titular, Negro. Después de todos los documentales que hemos visto en la tele, en el Centro de Extensión de la UC, de los testimonios en la radio y en los diarios, Allende, que me parecía antes un viejo anticuado, retórico y ampuloso, hoy, después de verlo junto a los otros locos, a esos sesenta caballeros chilenos, que se enfrentaron a tunazos contra el Ejército entero, entre las bombas, las llamas, las lacrimógenas y el abandono, me parecen -él y los otros- unos héroes. Es como ridículo decirlo, pero el viejo es admirable, es realmente un héroe, como en las pelis de jovencitosÂ…



-Un Héroe Superstar compadre ¿ah?



-Así es, Negro. ¡Un Héroe Superstar!



-Putas que eres romántico Guatón, pero cacho que a mí también me hace tilín lo que pasó en La Moneda. Me emociona su resto ver como los gallos que estaban ahí se la creyeron, se creyeron el cuento del honor, de la democracia y de la patria. Los siento a todos ellos como personas súper decentes, súper honestas y confiables.



– Sí, Negro, y al mismo tiempo Pinochet queda como el culo, como un rasca histérico y violentoÂ…



– Sí, compadre, eso lo encuentro delicioso… ¡ver cómo a los pinochetistas se les desarmó el mono! Ese confuso enredo de mala fe, mala memoria y susto al juicio ajeno, que era la versión oficial que tenía a las víctimas como culpables y a los asesinos como héroes.



-¿Y sabí, Gordo?, estas gueas nunca antes me habían importado mucho, todo el atado UP me parecía un cuento ñoño y nostálgico.



– Y todavía lo es, compadre. ¡Todavía lo es!



-Sí, Guatón. Pero esto, lo de La Moneda, es otra cosa. Da lo mismo que sean upelientos o no, pero es como una imagen de dignidad, de gratuidad, de caballerosidad que está harto escasa en estos días, compadreÂ… como que no conozco otro caso últimamente, ¿cachai? Por eso, pa mí da lo mismo por qué llegaron ahí, lo importante es que no arrugaron, que se fueron en collera, que no les aguantaron la prepo a los milicos. Aunque fuera por un rato, Guatón.



-¡Chi, puta! ¿dos horas y media con el manso incendio? Yo rajo al primer balazo compadre.



-Yo también, Gordo. Por lo demás, la gueá no iba pa ni un lado compadre, era una ratonera…



-Sí, y hay que reconocer, Negro, que esta conversa si podemos tenerla, se la tenemos que agradecer más a la tele, al Informe Especial, al programa del 11 y al Contacto, que a Chile, la memoria obstinada o El caso Pinochet del Pato Guzmán.



– Eso es injusto Guatón, porque Chile, la memoria obstinada, es del 96 y esos eran otros tiempos. El viejo no estaba patuleco, todos estaban piola, nadie levantaba la voz y, en general, nos hacíamos los gueones con lo que pasó el 11 pa no hacer olitas, no fuera que a mi general se le ocurriera llevarse la democracia pa la casa. ¿cachai?



-Sí, pero igual, Negro. Guzmán venía de afuera, con billete europeo, sin censura y se fue en una volá formal, muy bien hechita, pero se hizo las preguntas equivocadas.



-Es que el tema de Chile, la memoria obstinada, es otro, es la memoria, el recuerdo, el dolor. No el delirante heroísmo de los defensores de La Moneda, que es de lo que estamos hablando.



-Sí, pero pa mí eso es lo que vale la pena, lo otro, la tortura, la persecución, la muerte, eso, es consecuencia del miedo y de la cobardía.



– ¿Cómo? ¿encontrai cobardes a los torturados, a los fusilados, a los perseguidos? ¿Tai de la cabeza, Guatón?



– Noo, gueón, estoy hablando de otra cosa, Negro- Lo que digo es que ¿no creí que Pinochet ordenó todas esas matanzas y persecuciones de puro miedo que tenía el viejo? ¿De puro susto a que se le fuera a dar vuelta la tortilla y terminara colgado de un farol?



-Seguro, Guatón, lo más probable. Ya el día del golpe se pasaba películas de terror mi Capitán General- pero eso ¿qué tiene que ver con los testimonios de los sobrevivientes y los torturado?



-Mucho, Negro, mucho, porque según yo cacho, si el viejo no se hubiera aterrorizado, no habría perseguido a la gallá y se aterrorizó cuando vio a un grupo de locos que no se achicó delante de sus cañones, de sus helicópteros, de sus aviones y se le fueron en collera. ¡Eso fue lo que lo asustó desde el primer minuto!



-No sé Gordo, me huele que tu teoría de nuevo le vuelve a echar la culpa a las víctimas. Yo creo que más bien el milico se creyó la película de terror que la derecha venía pasándose pa justificar el golpe y recuperar el billete.



-¿Cómo va ser tan burro, Negro? ¿Vos decí que se creyó el plan Z? ¡Si el plan Z lo inventaron los propios milicos!



-No, eso no, cómo va a ser tan re gueón. No. Yo creo que fue una mezcla de cosas, también fue la guerra fría, también la casete de los upelientos pasados pa la punta y también lo que pasó en La Moneda, todo eso tuvo que verÂ… no sólo la resistencia de Allende.



-¡Ay, pobrecito, tanto susto que le dio a mi general!



-Y lo que muestran las dos pelis del Pato Guzmán son las consecuencias de ese temor, de ese pánico, tanto entre los perseguidos, en el caso de La memoria obstinada y como en el mismo Pinochet, en el caso de El caso Pinochet ¿cachai Gordo?



-Cacho, no está mal el argumento y siguiendo con la misma lógica, por eso se tapó la verdadera historia y se inventó otra, porque a los cobardes les asusta ser expuestos a la luz como tales y no les queda otra que seguir negando for everÂ…



-Así es, camarada. Y ese es el chiste de las películas de Guzmán, que permiten armar el mono, porque con puros héroes y sin víctimas no se puede ¿ya?



-Si, Guatón, pero sin el Informe Especial que es el que te muestra la firme de lo que pasó ¿cómo podí cachar lo que estai cachando ahora? ¿ah?



-No hay manera compadre, no hay manera, y por eso en este punto de la historia, gracias a los famosos 30 años y que a la tele se le ocurrió darle filo al susto de decir la verdad, se pueden juntan todas las piezas del puzzle.



-Y sin el puzzle completo, lo único que uno podía hacer antes, era sospechar que la versión milica de los hechos olía mal, pero no sabíamos por qué.



– Y por eso, mi Gordo querido, es que andan todos los pinochetitas histéricos, porque los dejaron en pelotas, sin ni una mentirita siquiera con qué arroparse.



El Gordo excitado por el despliegue de tanta inteligencia se ha entusiasmado y sin darse cuenta, le pega un apretón al segundo completo de la tarde. Como resultado salta la americana, el tomate y la salsa verde, da bote en el mesón y va justo a parar en los pantalones de cotelé nuevos que Laura le ha regalado hace dos días. Echa una chuchada tanto por los pantalones como por el hot dog, cuando entra en tropel una larga fila de mujeres acaloradas. Era Laura con Teresa, la Génesis y unas amigas intelectuales y poetas:



– Sabía que lo iba a encontrar aquí mi amorÂ…¿Nos convida una cervecita?





* Luis Mora, realizador, comentarista y profesor de cine.
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