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Matrix Revoluciones: La caída de un mito cinematográfico

Desorientada, un tanto alejada de la línea original del argumento y algo exagerada en detalles expresivos y visuales, llega a las pantallas Matrix Revoluciones. Es la nueva y última entrega de esta saga que revolucionó al género de ciencia ficción, pero que, sin embargo, decepcionó a medida que se fueron sucediendo las películas.


La trilogía de Matrix ha funcionado como una especie de pirámide invertida. Desde que apareció el primer filme de los hermanos Wachowski en 1999, el mundo del cine se rindió ante los pies de una historia con un trasfondo poderoso y reflexivo y ante la renovación de los efectos especiales en el séptimo arte.



Coreografías acrobáticas junto a un intenso soundtrack, enlazado con un argumento que establecía y excavaba de gran forma en los limites de la realidad, hacían de Matrix la gran propuesta cinematográfica de los últimos años. Su particular vestuario, la ficción jugando por caminos poco analizados y utilizados y una puesta en escena de excepción, convertían a esta genial película en un icono -para algunos sobrevalorado, para otros merecido- de la ciencia ficción ligada a efectos especiales en la era moderna.



Con la creación de las siguientes cintas, Matrix Recargado y Matrix Revoluciones, ambas de larga duración pero divididas en dos partes, la historia fue perdiendo su rumbo. Aparecieron nuevos sub temas y los cabos sueltos abundaron. En la segunda parte de la trilogía, el exceso de combates, el desarrollo de temas que sólo distanciaban el fin original y las magnas pirotecnias visuales, comenzaron por trabar un relato que aparentaba llegar a buen término.



En Matrix Revoluciones, la última entrega de la saga, la genialidad de la primera película ya casi se ve por completo desaparecida. En una especie de Guerra de las Galaxias serie B, el filme desarrolla un extenso combate de naves y robots, muy cercano a la versión humana de Robotech, para dejar completamente de lado el destino de la historia concebida y presentada en un comienzo como la lucha de El Elegido (Neo), contra los programas computaciones que creaban una realidad inexistente.



Sin bien, la cinta de los hermanos Wachowski presenta una lograda fotografía, una puesta en escena interesante y un combate final entre Neo y Smith notable, la tónica de Matrix Revoluciones es la misma a lo largo de toda la proyección: un camino sin rumbo de más de dos horas.



El argumento gira en torno a un tormentoso punto culminante: las fuerzas armadas de Zion, asistidas por valientes voluntarios civiles como Zee (Nona Gaye) y el Kid (Clayton Watson), luchan desesperadamente para contener la invasión de centinelas a medida que el ejército de las máquinas se adentra más y más en su fuerte. Ante una posible aniquilación total, los ciudadanos del último bastión de la humanidad luchan no sólo por sus vidas sino por el futuro mismo de la especie humana.



Pero un elemento desconocido envenena al ejército desde adentro: el descontrolado programa Smith (Hugo Weaving) ha secuestrado astutamente a Bane (Ian Bliss), un miembro de la flotilla de aerodeslizadores. Haciéndose más poderoso con cada segundo que pasa, Smith está incluso más allá del control de las máquinas y ahora amenaza con destruir ese imperio junto con el mundo real y el de Matriz. El Oráculo (Mary Alice) ofrece a Neo sus palabras finales de guía, las cuales él acepta sabiendo que ella es un programa y que sus frases pueden ser sólo otro estrato de falsedad en el gran esquema.



Con la ayuda de Niobe (Jada Pinkett Smith), Neo y Trinity eligen viajar más lejos de lo que se ha atrevido a ir cualquier humano anteriormente -una travesía peligrosa sobre la superficie-, cruzando las tierras resecas del planeta hasta el corazón de la amenazante ciudad de las máquinas. En esta vasta metrópolis mecánica, Neo se enfrenta con el ente más poderoso del mundo de las máquinas -el Deus Ex Machina- y llega a un acuerdo que es la única esperanza para un mundo moribundo. La guerra terminará esa noche, y el destino de Neo y el de dos civilizaciones estarán inexorablemente ligadas al resultado de su confrontación catastrófica con Smith.



Pese a la expectación creada en torno la resolución de una de las trilogías más vistas de la historia moderna, la película de los hermanos Wachowski cae en la tentación de ramificar el relato, intentando abarcar más temas -como gancho comercial- en desmedro de un término más coherente, mejor hilvanado y más realista dentro de su propia irrealidad.



Un tanto previsible, monótona, sin ningún horizonte definido, excesiva tanto visual como argumentalmente y completamente desconectada internamente, Matrix Revoluciones se derrumba a medida que avanza, se corrompe paso a paso hasta su abierto y poco concluyente final. ¿Será que viene una cuarta parte?.












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