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Un hombre aparte: La oscura película documental sobre Ricardo Liaño

El filme se convierte en un angustiante y fiel retrato del ocaso en la vida de este promotor de boxeo y productor de eventos. Pero también emerge como un espejo de la muerte que acecha y que se presenta ante un hombre abatido por la soledad y sus quiméricos sueños. La película se estrena el 13 de noviembre en el Cinearte Alameda.


De los directores de Chi-Chi-Chi-Le-Le-Le, Martín Vargas de Chile, Bettina Perut e Iván Osnovikoff, la película Un hombre aparte está construida sobre la base de la resistencia a la realidad que tiene Ricardo Liaño. Éste lucha contra sus desvaríos e intenta volver a ser lo que su sentido de la imaginación concretó en él.



"Yo fui millonario en dólares, yo traje a Julio Iglesias a Chile, yo soy amigo personal de José María Aznar", comenta en un pasaje de la película documental, según ha sido catalogada por sus realizadores.



Esta magnífica cinta tiene la particularidad de que, junto con narrar una vida, también la apaga. Esta constante lucha de Ricardo Liaño rechazando su propia realidad, reinventándose a cada paso que da, a cada minuto, hacen de Un hombre aparte un documento admirable. Primero, por la genial e inconsciente autointerpretación de Liaño. Segundo, por la sensibilidad y dura candidez con que sus realizadores trataron el relato.



Con premios en España, Cuba y Chile, Un hombre aparte es un impactante trabajo documental sobre el oscurecimiento de una conciencia, de una realidad, de una vida. Es el espejo de un hombre que se incrusta en la penumbra de una soledad que lo desvanece.



El hombre aparte es Ricardo Liaño, un emigrado español radicado en Chile, quien a lo largo de su vida fue promotor de boxeo, productor de espectáculos, periodista de política internacional e inventor de un sinnúmero de negocios turbios. Antiguo vividor y fabulador, y ahora octogenario y pobre, Liaño está obsesionado con que sigue siendo un triunfador y que por tercera vez en su vida logrará ser un "millonario en dólares", mediante el lanzamiento de la "Primera campaña mundial infantil juvenil antidrogas".



El carácter avasallador de su personalidad lleva a los realizadores a evaluar que, en vez de un documental, lo que debe hacerse es una película de su vida y que corresponde contratar a un guionista para escribir una historia comercial y cebollera, que haga del filme un éxito comercial.



El guionista contratado es Samir Nazal, quien se convierte en el personaje secundario del documental. Nazal debe enfrentarse a un Ricardo Liaño que desea a toda costa imponer su deformado concepto de sí mismo y convencer a los que lo rodean que sus proyectos quiméricos lo llevarán nuevamente a la fama, a la riqueza y la felicidad de reencontrarse con su familia.



Ante el fracaso de la "campaña antidrogas" y aislado en su miserable pieza, Liaño decide llamar por teléfono a su hermano para retomar un contacto interrumpido hace treinta años, sin saber que había muerto siete días atrás. Ante la impotencia, Liaño acusa a su cuñada de ser la responsable. En una emotiva, sincera, impactante y lastimera escena, se comunica telefónicamente con su pequeña nieta, a quien le silba para que cuando ésta lo vea lo relacione con el hombre del chiflido.



La secuencia final muestra a Ricardo Liaño en la oscuridad de su pieza sentado en la cama mirando televisión. La luz de la pantalla se refleja en la carne de su cuerpo desnudo. Liaño se queda dormido, y la luz del televisor poco a poco se desvanece, como su propia vida.



Mediante un relato de corte cinematográfico y un registro que penetra a fondo en la intimidad del personaje, Un hombre aparte pretende ir dando pequeños atisbos de la dudosa gran vida de Liaño, mediante una propuesta intimista, certera, ruda y reveladora.



Esta oscura película documental de Bettina Perut e Iván Osnovikoff logra salirse de los parámetros documentales pensados inicialmente. Finalmente, logra traducirse, más que en un registro del ex afamado Ricardo Liaño, en una película con una historia particular, con conflictos, con una línea narrativa, singulares personajes y una atmósfera realista y somnolienta.



Ricardo Liaño fue, es y será un soñador, un singular hombre lleno de proyectos utópicos que en el ocaso de su vida lucha contra la complejidad de su existencia. Actualmente, Liaño vive en una pequeña pieza frente al Mercado Central, lleno de deudas y proyectos sin destino. De vez en cuando su hijo o algunos de sus pocos amigos le dan una mano e intentan sacarlo adelante. Sin embargo, terco por naturaleza, Liaño continúa sentado frente a su televisor, repleto de papeles con números telefónicos, intentando llevar a cabo alguna de sus quimeras. Un ser solo, abatido, un hombre aparte.





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