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El personal homenaje de Tarantino a las películas orientales

Impredecible, excesivo y violento por naturaleza, el nuevo trabajo cinematográfico de Quentin Tarantino funciona como una interesante y explosiva -desde una mirada occidental- oda a las cintas de artes marciales y samuráis, con ciertas referencias al animé y atisbos de cine serie B.


Gracias sólo a tres filmes, Quentin Tarantino logró consagrarse como uno de los cineastas más ingeniosos y destacables del cine contemporáneo.



Con Perros de la calle, el director sorprendió al mundo con una narrativa sumamente ágil, inteligente e ingeniosa, con interpretaciones logradas, una dinámica desacostumbrada y, por sobre todo, una violencia inusitada pero de buen desarrollo.



En 1994, consiguió el título de artista de culto con Pulp Fiction, película que lo condujo directamente a conseguir la Palma de Oro del Festival de Cannes ese mismo año. El filme, protagonizado por John Travolta y Samuel L. Jackson, nuevamente empleó una cronología única. Jugaba con maestría y acertividad con los tiempos narrativos y los diálogos, además de conformar una de las bandas sonoras más exitosas de los últimos años.



Tres años más tarde, con Jackie Brown, Tarantino fue mal evaluado por la crítica, que consideró su trabajo como el de menor nivel en su corta carrera filmográfica. Sin embargo, la cinta confirma la calidad del cineasta y su verdadero talento en la puesta en escena, junto establecer geniales puntos de vista de una misma escena, en la cual Robert De Niro logra una actuación sobresaliente.



El nuevo thriller del director, Kill Bill, Vol 1, negro, violento y potente, retoma elementos de otras películas, los que se unen su talento como realizador. Tarantino creó un filme repleto de sangre, mortales combates estilo samuráis, interesantes diálogos en japonés, geniales viñetas con animes orientales, juegos de luces y, por supuesto, los acostumbrados flash backs.



Es indudable que éste es uno de los trabajos más personales del cineasta. Kill Bill, Vol 1 esta concebido como un regalo de Tarantino para Tarantino. Por lo mismo, se aleja de lo que "el niño mimado de Hollywood" venía realizando hace algún tiempo, transformando los millones que invirtió Paramount en un producto íntimo al máximo, lleno de referencias, símbolos y fetiches. Si no fuera una película de Tarantino los adeptos se reducirían enormemente debido a su anormalidad narrativa (la cinta va y viene, separada por capítulos con sus respectivos títulos), mezcla de géneros y extrema violencia.



Kill Bill, Vol 1 narra la historia de una solitaria sobreviviente conocida solamente como La Novia (Uma Thurman), en cuya boda fue presa de una emboscada junto con su niño por nacer y quedó a punto de morir. Tras pasar cuatro años en estado de coma, la muchacha se embarca en búsqueda de justicia contra los responsables: sus ex camaradas de una vida que ella ya dejó atrás. Estos ex colegas, un grupo de elite de asesinos liderados por el personaje que da nombre al filme (David Carradine), conforman el llamado "The Deadly Viper Assassination Squad" (Escuadrón Asesino de Víboras Mortales), o Divas.



Cada uno de estos dotados asesinos tiene un nombre codificado, de acuerdo con diferentes especies de serpientes venenosas: O’Ren-Ishii (Lucy Liu) es Cottonmouth, Elle Driver (Daryl Hannah) es California Mountain Snake, Vernita Green (Vivica A. Fox) es Copperhead, y Budd (Michael Madsen) es Sidewinder.



Bill (Carradine) ha invertido una cantidad considerable de dinero y de tiempo en el escuadrón Divas, pero uno de sus engreídos integrantes significa para él más que un "despiadado bastardo asesino": la Novia misma, cuyo nombre en código es Black Mamba, y que es la asesina más talentosa de todos. Como la amante de Bill, es objeto de lógico resentimiento por parte de los restantes Vipers. La venganza de La Novia comienza cuando despierta de su largo coma de cuatro años con la intención de eliminar uno por uno a todos los miembros de la coalición de asesinos, incluido Bill.



Esta genial especie de homenaje de Tarantino a los "spaghetti western" (cintas italianas de cowboys) y a los largometrajes chinos de artes marciales y japoneses de samuráis, condensa de gran forma todo el cine bizarro que el director absorbió en los últimos 35 años, que unidos a la cultura pop que tanto lo distingue y a su indiscutible calidad como director de cine, Kill Bill, Vol 1 emerge como un trabajo plenamente dinámico, ingenioso, potente y casi espléndido.



Sólo basta ver algunas escenas de la película para darse cómo debe gozar Tarantino cada vez que se sienta delante del proyector y ve plasmado su tan personal obra. Un claro ejemplo de esto es una escena en la cual Uma Thurman combate en un templo samurai contra una gran cantidad luchadores, derrotándolos tan sólo con su sable, en una lúcida referencia a las antológicas peleas de Bruce Lee en Operación Dragón.



Las combinaciones de color y geniales juegos de sombras, la interacción entre las actuaciones y la animación, los agudos diálogos en japonés, los giros atrás y delante en la historia, las notables fragmentaciones de las tomas para presentar dos o tres acciones simultaneas, los litros de sangre que salpican cada secuencia y la ácida y pensada poca preocupación en el tratamiento de la violencia, hacen de la nueva película de Tarantino un trabajo cinematográfico digno de un aplauso.



Aunque Kill Bill, Vol 1 no logra ponerse a la altura de Pulp Fiction o Perros de la calle, sí se sitúa sobre la media de cualquier película del cine contemporáneo.



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