Publicidad

Andrés Wood y su singular mirada del Golpe de Estado de 1973

Protagonizada por Ariel Mateluna, Matías Quer, Tamara Acosta, Manuela Marteli, Francisco Reyes, Ernesto Malbrán y el actor argentino, Federico Luppi, Machuca, la nueva película del director nacional Andrés Wood, recrea el convulsionado año 1973, mediante la inocente mirada de dos niños que estudian en un colegio privado en Santiago.


Dirigida por el cineasta nacional, Andrés Wood (Historias de fútbol, La fiebre del loco), Machuca cuenta la historia de amistad entre Gonzalo Infante (Matías Quer) y Pedro Machuca (Ariel Mateluna), quienes se conocen cuando éste último es admitido en el colegio religioso y de elite donde estudia Gonzalo, como una iniciativa experimental que incorpora a niños de escasos recursos a escuelas privadas. Todo, dentro del convulsionado contexto de 1973.



"La cinta trata sobre la amistad de dos niños de diferente estrato sociales, que se conocen en un colegio "cuico", en los últimos seis meses del gobierno de Allende y los primeros de Pinochet. Viví la experiencia en el colegio, pero además está la visión de Roberto Brodsky -también guionista-. Machuca habla un poco de esas vivencias, que son relativamente reales", comenta su director.



Andrés Wood tuvo un acercamiento con la historia central de Machuca, al haber asistido durante 1973 al colegio Saint George, donde se incluyó a niños de poblaciones como un proyecto escolar. "Pese a que no es una película biográfica, hay mucho de mis experiencias. Algunas cosas son tomadas de la realidad, como parte de lo que me rodeó; de mi familia, de mis amigos, de mis vecinos".



A 30 años del golpe militar, el director de La fiebre del loco intenta dar una mirada diversa y algo distante de los acontecimientos ocurridos, a comienzos de la década del setenta. "El aspecto político está en la película a través de la mirada de los niños. Ellos observan su mundo y descubren las diferentes realidades de cada uno, de sus familias y a la vez se retrata la relación que tienen ellos con la calle, con la televisión, con lo que sucede en el país".



Y agrega: "La película está enfocada en función de los ojos de los niños y se recurre a esos años, justamente, con la intención de mostrar sin mucho juicio. No hay conclusiones, sólo se retrata lo que sucedía. Recreamos la película en esa época, con la intención de lograr otra mirada de ese tiempo, de esos años".



Wood señala que el filme se originó como una necesidad de mostrar la convulsión del país en 1973, mediante una visión que se alejara de lo visto y escuchado y se centrara en un aspecto más íntimo. Para ello, el "micromundo" que representa el colegio aparecía como la metáfora perfecta de lo que significó para Chile en esos años, el Golpe de Estado.



"No sé si es una película política. A mí me complica esa definición. Todas las cintas son políticas si se quiere. En todas, uno está tanteando algo, mostrando ciertas situaciones del país o de lo que se quiera contar. A mi gusto, todas las películas son políticas, o las buenas por lo menos. Tienen una posición frente a hechos o situaciones y eso tiene que ver con la política. Ahora bien, Machuca no es un filme dogmático ni mucho menos panfletario", afirma.



Según el cineasta, narrativamente, el largometraje trascurre entre tres vertientes. "La intensa amistad de los niños, en medio de un país convulsionado; la familia del niño rico y el contexto político de lo que pasaba en Chile. Estas aristas o tramas argumentales, van confluyendo en toda la película".



Reconstruyendo Santiago



El largometraje fue filmado en exteriores, principalmente, en el centro de Santiago -en el sector del ex Congreso-, lo que obligó al equipo técnico a reconstruir muchos letreros, señalética y cabinas telefónicas, acordes a la época. Además, se borraron digitalmente varios edificios que obstaculizaban el desarrollo de la cinta ambientada en 1973.



"El colegio lo filmamos en el Campus Oriente, lo que no requería muchos cambios. También hicimos algunas tomas en el IMBA, donde igualmente funcionaba. Las salas de clases las reproducimos enteras. Rodamos harto en el centro -siempre domingos, cerrando la calle-, en poblaciones y en Vitacura".



Uno de los puntos más relevantes para el realizador era conseguir un cierto grado de realidad para convencer al espectador que la historia trascurría a comienzos de los setenta. "Utilizamos un tratamiento de colores que permitiera crear una atmósfera cercana al año 1973. La idea de esto, era buscar una tonalidad de época".



"La ropa también jugaba un papel fundamental. Ese fue un proceso largo, complejo y muy caro. Filmamos manifestaciones en el centro de Santiago con 500 personas, y todos debían estar con vestimentas de la época".



En cuanto a la movilización, Wood comenta sobre las dificultades para incluir dentro del filme la locomoción colectiva y automóviles de los setenta. "Con las micros tuvimos muchas dificultades para conseguirlas, porque casi no quedan de esos años. Pero encontramos un par y las usamos. Con los autos fue un poco menos complejo. Arrendamos Fiat, Citronetas y varios autos americanos".



¿Calidad o cantidad?



"Estoy muy contento con esta película. Creo que es un filme cercano a la gente, también es muy entretenido. El mundo de los niños está tratado de una forma llena de vida. No es un trabajo repleto de melancolía. Hay mucho humor y se va a recrear toda una época intensa, de una forma hilarante", asegura el realizador.



Sin embargo, para Andrés Wood, la inexistencia de libertad para plantearse los proyectos en una forma no netamente comercial, termina por influir en los resultados finales de algunos proyectos cinematográficos chilenos.



"Lamentablemente, como es tan frágil todo, a nivel cinematográfico un fracaso es tremendo, lapidario. Frente a ese miedo, esta mezcla entre industria-arte que se produce, resulta muy compleja. He tenido la suerte de permanecer al margen de eso, porque hemos construido un nombre, con todo mi equipo, que me permite hacer coproducciones, por lo que finalmente no me juego la vida en la taquilla".



En torno al reciente momento del cine chileno y este "boom" de producciones taquilleras, Wood señala que, "hay que tener cuidado en torno a los directores. Tal vez para algunos no les convenga realizar películas a cualquier costo. Es mejor guardarse, es mejor tener algo que decir, en vez de filmar por filmar. Hay muchos ejemplos de gente que ha intentado hacer cosas taquilleras y les va pésimo", concluye.

Publicidad

Tendencias