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El particular fenómeno del cine prescindible

Basada en un relato del escritor de ciencia ficción Philip K. Dick, El Pago cuenta la historia de Michael Jennings (Ben Affeck), un experto en tecnología usado por grandes empresas -quienes borran su memoria cada vez que termina su trabajo- para desarrollar importantes proyectos. Sin embargo, y pese a gestarse dentro de un argumento atractivo, el realizador crea un producto vacío, efectista, predecible y sumamente inverosímil.


En su concepción mas clásica, el cine fue concebido como un manera de expresión artística. Conforme fueron pasando los años, el llamado séptimo arte se fue acomodando a los tiempos, adquiriendo ciertos ribetes comerciales y trasformando la entretención en uno de sus ejes característicos. Pero, ¿qué pasa cuando ni lo uno ni lo otro se da?



El Pago, la nueva película del realizador John Woo, si bien intenta conformar un proyecto dinámico y atrevido, termina por caer en todos los clichés y abusos conocidos, trabando el relato de principio a fin. Por una parte, el realizador no hace gala de ninguno de los méritos conseguidos tras cintas como Contracara, y algunos momentos de Misión Imposible y Códigos de Guerra.



Por el contrario, en El Pago, John Woo se muestra ineficiente, efectista y predecible. Desajustadas y gratuitas secuencias de acción, enmarcadas dentro de un relato poco verosímil (con un Ben Affleck tal vez en una de sus peores interpretaciones), hacen de este nuevo producto hollywoodende, un poco más de lo mismo.



Es un hecho que El Pago es un recocido de otras películas de acción. Muchas de sus escenas o giros en la historia, son bastante reconocibles. Sin embargo, el problema mayor del filme es su ritmo y vaivenes narrativos. La historia nunca logra compenetrarse con los personajes (aunque Uma Thurman hace lo posible por salvar el proyecto) y, por ende, estos no son creíbles.



Es cierto que la historia de fondo es interesante. La cinta se basa en un relato de Phililp K. Dick, uno de los escritores de ciencia ficción más influyentes del mundo. La trama desarrolla la historia de Michael Jennings (Affleck), un experto en tecnología, utilizado por grandes compañías alrededor del mundo para desarrollar importantes proyectos.



Cada vez que termina su tarea, la memoria de Jennings es borrada. Al concluir su último trabajo, en vez de recibir su sustancioso cheque, obtiene un sobre con objetos personales. En adelante, y con la ayuda de Rachel (Thurman), poco a poco irá descubriendo claves sobre los tres años que desaparecieron de su mente -tiempo en el que estuvo dedicado al proyecto- y ciertos datos sobre su incierto destino.



Ahora, hay que decir la película dista mucho de lo que aparentemente -producto de una historia interesante- pretende ser. El relato original es trasformado en un rollo de celuloide sin trascendencia ni relevancia, que ni siquiera cumple la tarea fundamental, que hoy por hoy la industria de Hollywood se ha propuesto cumplir: entretener. Es muy probable que por estos días, Philip K. Dick se retuerza en su tumba.

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