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El nuevo acierto fílmico de Quentin Tarantino

En un tono mucho menos violento que la cinta anterior, Kill Bill 2 viene a desarrollar completamente la historia de "la novia" (Uma Thurman) agonizante que despierta de un largo coma para buscar venganza. Cerrando algunos cabos sueltos, jugando con los tiempos narrativos y homenajeando a sus propias referencias cinéfilas, Tarantino construye un exquisito rompecabezas de geniales recursos cinematográficos.


Quentin Tarantino se ha caracterizado por ser un cineasta violento, agresivo, muy explícito pero también muy talentoso. Específicamente, Perros de la calle y Pulp Fiction significaron un manifiesto para el cine contemporáneo y a la vez una declaración de principios cinematográficos por parte de su realizador. Con una estética definida y un tipo de narración intensa y a la vez circular, el director se posicionó muy rápidamente de un espacio importante en el rubro de las imágenes en movimiento.



Tras rodar Jackie Brown en 1997, Tarantino se alejó de la pantalla grande por largos años. En el 2003, reapareció con su nueva propuesta, denomina Kill Bill. Las expectativas eran muchas, pero se cumplieron cabalmente. En su típico estilo, el cineasta volvía con su agresividad y dinamismo acostumbrado -claro que ahora en un proyecto mucho más ambiciosos y a la vez personal-.



Para esta segunda parte, Quentin Tarantino se guardó la real sustancia de Kill Bill, y por lo mismo (aunque suene extraño), ambos filmes parecen diferentes -la cinta se filmó como un solo largometraje pero Miramax decidió dividirlas en dos partes-. Si en la primera entrega, los refritos de cine japonés y referencias a los samuráis y a los comics fueron el centro de atención, en esta segunda parte se da paso al desarrollo más profundo de la temática y a un mayor acercamiento a los personajes.



Es indudable que Kill Bill 2 no transa en relación a la violencia característica del cine de Tarantino, -y mucho menos en gran distancia a la primera cinta- sin embargo también se preocupa de unir muchos cabos sueltos dejados en la película anterior. Es así como el relato va aclarando ciertas interrogantes -en la misma tónica de capítulos separados- para finalizar con la evidente y esperada resolución.



Para esto, el cineasta hace gala de recursos cinematográficos exquisitos, tanto en la utilización de la cámara como en los ritmos. La cinta va y viene -con sucesivos flash back- en un continuo vaivén de extractos de una historia que termina por armarse completamente. Claro que al particular estilo de Quentin Tarantino.



Kill Bill 2 parte con Uma Thurman, en un auto, tras haber asesinado a algunos de los miembros de la banda que intentó matarla el día de su boda. Ahora, continuará su venganza e intentará acabar con el resto de la banda, hasta llegar a su líder y antiguo jefe, Bill (David Carradine). En un trayecto cargado de recuerdos, "la novia" irá sorteando complejos obstáculos -por momentos sumamente increíbles pero no menos atractivos- hasta llegar a su inminente final.



El humor y las ironías juegan un papel de especial relevancia en Kill Bill 2 -y al igual que en todo el cine de Tarantino-. Además los extensos y continuos diálogos, adornados con pizcas de sarcasmo, hacen de la cinta un producto bastante completo.



Una de las escenas destacadas del filme se da en torno a la relación entre un maestro oriental de artes marciales y Uma Thurman. En un templo escondido de la civilización, ambos entablarán una particular «amistad» en que el humor absurdo y algunas ridiculizaciones de películas de artes marciales baratas -sumado a un guión excelente-, se convierten en los condimentos perfectos para una película genial. Lo que por estos días, no se ve muy seguido.


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