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Números del Reo: poesía para revertir un mundo matemático

En su primera publicación, editada por La Calabaza del Diablo, Silva entrega una obra pulcra que abunda en terminología matemática y física, con la que intenta no sólo dar cuenta de la soledad del trabajo de la ciencia, sino develar las contradicciones de un mundo que en su descripción geométrica no logra dar cuenta de la emocionalidad humana.


El poemario Números del Reo de Gabriel Silva puede leerse como el intento de asir el mundo desde una mirada geométrica y matemática teñida de la ambivalencia poética, para dar cuenta así del borde inexacto de la actividad científica. Un cruce de lenguajes que parecen cada vez más cercanos.



Ingeniero de profesión, Gabriel Silva Céspedes, de 30 años, entrega en su primera publicación, editada por La Calabaza del Diablo, una obra pulcra que abunda en terminología matemática y física, con la que intenta no sólo dar cuenta de la soledad del trabajo de la ciencia, sino develar las contradicciones de un mundo que en su descripción geométrica no logra dar cuenta de la emocionalidad humana.



En esa última línea, Números del Reo parece hacer eco de una veta que iniciara Lewis Carrol, profundizaran las vanguardias -surrealismo, dadaísmo-, siguiera en sus escritos Marcel Duchamp, el francés Jean Tardieu -entre otros- y en Chile explotara con excelencia Juan Luis Martínez (La Nueva Novela). A decir, veta a contrapunto de la precisión cientificista de la modernidad, que justamente a partir de sus principios da cuenta de paradojas en el nivel enunciativo.



Por supuesto, Gabriel Silva no habla desde el terreno de los juegos de lógica ni de la teoría; coquetea con ellos, apela a sus formas a fin de, quizá, corroer las barreras de la poesía y la ciencia: el cálculo literario de equis variables / inhabilita al hombre / en su búsqueda de eternidad., escribe.



Probablemente en Números del Reo, Silva busca iluminar experiencias y reflexiones, respetar sus contextos -o posibilidades- científicos, pero desfigurarlos a través de la ambivalencia que el leguaje poético ostenta. Tal es lo que puede presumir el lector por ejemplo del segundo capítulo, «Luz Mariana», que en seis poemas relata estudios de Mariana en el Massachusetts Institute of technology. A modo de ejemplo:



en la pizarra
la relación espacio-tiempo



la ventana introduce fotones
calculados por el Dios matemático



la misma luz en el norte

despertó la desesperación del abandono
en la huida de un reo



Como puede leerse en estos versos, si bien Silva tiñe sus poemas de términos de las ciencias duras, es tan sólo un recurso -quizá derivado de sus experiencias- para describir estados solitarios, de metafísica trascendencia. Conceptos como desierto y sal se reiteran a lo largo de Números del Reo, que por cierto tiene siempre como personaje en referencia a un reo: un prisionero que se mueve bajo los márgenes de una naturaleza regida por las leyes de las ciencias. Así, la única manera de hablar de él con propiedad, será con una voz que transgrede dichas leyes.



En este sentido, Gabriel Silva parece estar hablando, a la vez, de una historia amorosa frustrada y del hombre en el mundo que han descrito las ciencias duras. En ambos casos, Números del Reo, relata experiencias fallidas, de las que apenas puede dar cuenta el lenguaje. Todo concepto matemático, se reduce así, al intento de precisar el sentido. El punto, claro, es que el contexto poético difumina precisiones, las revierte incluso.



No obstante, habría que traer a cuenta la referencias autoriales que hace Silva: Pierre de Fermant, Isaac Newton, Niels Bohr, Max Plank, Michael Faraday, Wolfgang, todos autores de principios y teorías matemáticas y físicas que han modelado el desarrollo de la ciencia. Una disciplina que durante los últimos 50 años ha entregado postulados cada vez -paradojalmente- menos exactos; por ejemplo, el principio de incertidumbre.



Así, Números del Reo hace eco, en forma enunciativa, de los últimos caminos de la ciencia, a la vez que transgrede la supuesta precisión del lenguaje científico al situarlo en un libro de poemas. Si bien, no parece ser la renovación de la poesía chilena, Gabriel Silva sí se plantea como un poeta con voz resuelta y propia.



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