Publicidad

Los 80′ más rockeros, por Franz Ferdinand

Precedidos por un cerrado aplauso de la crítica y en especial del público, el primer disco Franz Ferdinand, homónimo, llegó la semana pasada a las disquerías chilenas: post-punk y new wave en clave pop, en una placa que se suma a la operación de revisión y reciclaje en que está embarcada la música popular.


Ya sea por confusiones, aciertos y algo de markerting, la banda escocesa Franz Ferdinand ha sido ligada de alguna forma con el garage rock de The Strokes. Será la guitarra ruidosa, los tres y medio minutos por canción, la frescura de un sonido obviamente viejo o quizá la tendencia al hit. Similitudes seguro que hay, sobre todo en cuanto a las influencias musicales, pero como ha sido desde hace 50 años, en el rock and roll existen bandas norteamericanas y británicas. Un atlántico insalvable.



Precedidos por un cerrado aplauso de la crítica y del público, el primer disco Franz Ferdinand, homónimo, llegó la semana pasada a las disquerías de nuestro país de la mano del segundo sencillo mundial de la placa, Take me out: una canción totalmente ganadora y fresca, con un video clip de estética dadaísta/bauhaus que da cuenta de ciertos intereses artísticos extra musicales del grupo. Tema, por lo demás, que enmarca al grupo en un sonido desarrollado al menos 20 años atrás.



De hecho, los cinco integrantes de Franz Ferdinand podría pasar sin problemas como la banda de Debora Harry en Blondie, tanto en el nivel estético como en el musical. Sin dudas, el disco está inspirado y creado sobre las líneas del post-punk y el new wave: digamos que entre sus títulos favoritos se encuentran Talking Head, The Clash, Roxy Music, Joy División o Pixies como lo más actual posible; si alguna vez conocieron la década de los noventa -grunge, trip hop, electrónica, brit pop, post rock, etc-, resolvieron olvidarla cuando se colgaron la guitarra.



Concientes o no, Franz Ferdinand optó por un estilo musical, que en términos de evolución, toco techo en la mitad de los 80′. Pero tal como lo ha hecho The Strokes o White Stripes con el garage rock, los escoceses logran frescura y fuerza al versionar y homenajear el new wave con un guitarra sucia. Es decir, buscar nuevas formas musicales y originalidad, puede ser un ejercicio tan inútil en este disco, como el no reconocer que la placa tiene un impacto directo, certero y sorpresivo que ya la empina entre las mejores del año. Es rockera, punk, sofisticada e incluso elegante a su manera. Y por lo demás, su éxito nos hace pensar que hay algo más que hip hop o las desechables creaciones comerciales de la industria musical.



En un digresión respecto al disco mismo, Franz Ferdinand – al igual como el archiduque asesinado que detonó el inició formal de la I Guerra Mundial, de donde saca el nombre la banda- puede que sea sólo un síntoma que deja en evidencia la operación de revisión y reciclaje en la que se ha convertido la música popular. Cincuenta años después de Rock Around The Clock, el rock and roll se queda sin ideas y echa de mano al pasado. Si The Strokes o White Stripes aparecen como los más exitosos en la estrategia, bandas como The Darknnes o toda la movida electroclah, atestiguan que no es necesario volver tan atrás, cuando los ochentas aun parecen ser muy poco revisitados, y lo mejor, en auge.



Agotadas las ideas, lo imperativo se vuelve lograr identidad. Elemento difuso e indefinible, pero en que en el caso de Franz Ferdinand, radica en su vocalista, Alex Kapranos, quien aunque evidentemente británico, posee un timbre y una distinción muy personal. Diferencia que pese a ser superficial, marca la primera distancia con sus coetaneos gringos y altamente aludidos en este texto, The Strokes. Donde Julian Casablancas pone el desparpajo propio del la tradición rockera norteamericana – o de Lou Reed de Velvet Underground-, Kapranos tiene un tono levemente quebrado y flemático, que nos lleva a una línea más cercana a The Kinks o la versión alegre de Ian Curtis.



Como sea, Franz Ferdinand es una banda británica por naturaleza que lleva sus raíces en la tradición más sofisticada del rock inglés, con prestancia y una vocación pop a toda prueba. Algo más que el nueva grupo caliente, y que en todo caso, abre las puertas a agrupaciones que profundizan la misma veta como Interpol o Hot hot het. Un camino de revisión que amenaza con traer los ’80 de vuelta, con todas las consecuencias que eso pueda acarrear.



____________

Publicidad

Tendencias