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Sonic Youth mantiene el crepitar

En su disco número 16, la banda neoyorquina deja en claro que los años en su caso no significan ningún tipo de debilidad. Por el contrario, enseña como llevar con elegancia y soltura la carga de ser la banda norteamericana de los ochenta de mayor importancia en el rock alternativo sin abandonar la veta noise que los vio nacer.


A mediados de los noventa, y al calor del auge la de la música alternativa, el nombre de Sonic Youth se levantó como una referente fundamental en la historia del rock. La banda en todo caso, venía desplegando su influencia desde principios de los ’80, convirtiéndose en el grupo norteamericano de mayor relevancia en la escena noise del mundo. Con más de 20 años en el cuerpo, este mes editaron Sonic Nurse un disco que pese a mantener su línea clásica, no deja de sorprender.



Probablemente Sonic Nurse sea una suerte de segundo Daydream Nation (1988) de la banda, ese álbum que definió su sonido y que hoy está elevando a categoría de clásico dentro de la música alternativa. Por lo demás, el nuevo disco constituye la maduración de un sonido que los neoyorquinos iniciaron hace seis años cuando se ligaron formalmente a la escena post rock de Chicago, al reclutar como productor a Jim O’Rourke, el que hoy es miembro estable de la banda.



Aunque a estas alturas el post rock
puede considerarse como parte de los recuerdos de la década de los noventa, sus intenciones experimentales quedaron en manos de gente como O’Rourke -miembro de Gastr del Sol y relacionado con todo el circuito en torno a Tortoise-, por lo que su entrada a Sonic Youth se convirtió en un cruce de precursores y visiones de la avanzada rockera. Un choque que hoy parece alcanzar un estabilidad.



Desde influencias como Velvet Undergound o The Stoogues, Sonic Youth surgió tras el apagón del punk y en medio del fulgor new wave a principios de los ’80. Sin embargo, desde sus inicios centraron sus preocupaciones en las potencialidades de la guitarra eléctrica, extremando efectos de acoples y feedback, construyendo desde ese ruido melodías que paulatinamente se encontraron con el pop. El doble Daydream Nation fue su punto más alto en los ochentas, mientras en la década pasada alcanzaron cierta gloria pública con Dirty (’92) y renovaron todas las confianzas con Wachine Machine (’95).



Precedido por un disperso Murray Street’s, Sonic Nurse está en la línea más accesible de la banda. No es que hayan dejado el ruido ni mucho menos, simplemente en esta ocasión mantiene el control dejándole, por sobre todo la responsabilidad a un O’Rourke que desde diversos instrumentos mantiene el crepitar intacto. Por lo demás, las guitarras continúan siendo el elemento central y a ratos la presencia de tres al mismo tiempo produce un efecto cadencioso y denso.



Con O’Rourke ya integrado totalmente a la banda, Sonic Youth logra instalarse en su veta personal de experimentación, aunque claramente sus intenciones en Sonic Nurse no pasan por escudriñar en los recovecos del ruido. En este caso específico, lo que está en juego es la reiteración de una clave sonora y temática, que desde rabias y desesperanzas, logra constituir una identidad.



Después de 24 años en la música, 16 discos en el cuerpo y una formación casi intacta, lo menos que se puede decir de Sonic Youth es que ya son parte de los clásicos. Así como Rolling Stone ha mantenido el mismo ritmo en 40 años, la banda encabezada por Kim Gordon y Thurston Moore se ha desplegado desde un mismo riff acoplado, que a veces se hunde en el ruido y otras sale a flote a manos de melodías. En ese caso, la banda se asoma para plantear que pese a que se trate de rock and roll, está totalmente madura y en control.



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