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Los Prisioneros y su «Manzana» ácida

Con nuevos integrantes en sus filas, Los Prisioneros regresan a la escena local para lanzar su nuevo disco, Manzana. Con un estilo algo menos definido que durante su apogeo en los ’80, la banda se pasea por el pop, el rock y la música disco en un álbum que si bien no alcanza la perfección, supera con creces su anterior placa.


Tal vez con razón, se ha comentado por largo tiempo que a Los Prisioneros ya no les queda nada que decir. Esa mística contestataria, tan potente en las letras de Jorge González durante los ochenta, se esfumó sin dejar rastro. Temáticas sociopolíticas, con el tiempo, fueron dando paso a constantes relacionadas con el desamor y las angustias de la soledad.



Cuando Claudio Narea abandonó el grupo por primera vez, Los Prisioneros manifestaron una gran perdida. Ya con su primer disco sin el guitarrista (Corazones), se avizoró la evidente trasformación de la banda. Indudablemente quién aportaba y mantenía a la banda dentro de un cerrado circulo de rock, era Narea. Y por lo tanto, tras su salida, González y Tapia liberaron los estilos e incluyeron temáticas y sonidos electrónicos pop poco habituales en sus repertorios anteriores.



Casi como en una teleserie y después de una nueva ruptura con Narea -tras realizar su anterior propuesta musical homónima- la reformada banda Los Prisioneros, lanza al mercado su reciente álbum denominado, Manzana. Esta vez, con la participación de Gonzalo Yánez y Sergio Badilla -además de la colaboración de Beto Cuevas y Álvaro Henríquez-, la agrupación originaria de San Miguel apela a las sátiras sociales, las miradas irónicas a la política, una que otra canción amor, y por supuesto, al gran bagaje de sus dos integrantes fundadores.



Sátira y buena música



Manzana cumple con entregar un producto novedoso, ágil y que logra conjugar sátira con buena música. Sin bien, se pierde en algo este "onda" rockera de antaño, los vaivenes estilísticos por los que González desliza las composiciones, dan al último disco de Los Prisioneros un matiz especial. Algo más amplio, más diversificado y con una misión en particular: hacerse de un nuevo público.



Ya con el disco Corazones, la banda mostró un giro en sus temáticas y técnicas musicales, tal vez buscando otros horizontes -y por cierto, producto del estado emocional de González-. A su vez, Manzana pareciese regirse por los mimos parámetros, mostrándonos la particular visión de la realidad del vocalista, entregando 15 canciones en que lo político-social, el amor y el rock-pop, se fusionan como si siempre hubiesen andado de la mano.



Es muy cierto que hay quienes sueñan con Los Prisioneros de los ochenta, luchando por el pueblo y lanzando "bombas" contra las injusticias que sacudían a los más pobres. Pero también es verdad que el tiempo ha modificado a sus integrantes -y eliminado a otros-, convirtiéndolos en artistas más maduros, con más experiencia y ciertamente menos impetuosos. Los Prisioneros marcan el paso otra vez.

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