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Expertos piden reforzar apoyo económico a la televisión chilena

Cuando al teatro, cine y libros sólo llegan efectivamente a los grupos socieconómicos altos, la televisión la ven sin diferencia desde los más ricos hasta los más pobres y mucho. Organismos de oposición piden mayores recursos para la pantalla chica y preocuparse de su calidad.


Si la gran conclusión que arrojó la primera encuesta de Consumo Cultural y Uso del Tiempo Libre es la existencia de una profunda brecha socioeconómica en el acceso a las manifestaciones artísticas, una segunda parece casi tan importante, pues reafirma y supera las sospechas: la televisión es con creces el principal vehículo de difusión cultural con el cual los chilenos se relacionan.



Sin distingo de clases sociales, más del 93,8 por ciento la ve habitualmente, y a través de ella ve películas, noticias, programas científicos, de reportajes, de actualidad -nacional e internacional- y, por sobre todo, se entretiene. Casi el mismo nivel de consumo tiene la música: 94% la escucha y 90% utiliza la radio para ello.



Un mes atrás la Fundación de Capacitación e Investigación en Televisión y Técnicas Audiovisuales (Fucatel) entregó un estudio que señalaba que la pantalla chica sólo dedicaba un 13,8% de su tiempo a programación de cultura (derechos ciudadanos, políticas públicas, seguridad ciudadana y arte y literatura). Ante ello, parece abrirse la pregunta sobre la necesidad mejorar la TV.



Para Maria Luisa Brahm, la directora del Instituto Libertad -ligado a Renovación Nacional-, la encuesta pide a «gritos» preocuparse de la televisión; mientras, para el director del Programa Político del Instituto Libertad y Desarrollo -ligado a la UDI-, Ignacio Illanes, parece lógico que el estado entregue mayores recursos al Consejo Nacional de Televisión (CNTV). No obstante, la socióloga de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), Carolina Stefoni, habla con cautela, pues a su juicio es necesario profundizar aun más en los usos de la TV.



¿Más recursos a la TV?



Realizada por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) y el Consejo Nacional de Cultura, es la primera de su tipo y está destinada a orientar las políticas de las cartera. Viene a llenar a un vacío, dijeron tanto el ministro del ramo, José Weinstein, como el director del organismo cuantitativo, Máximo Aguilera. Se sabía muy poco sobre los hábitos culturales y en ese sentido, los cerca dos años de existencia del ministerio había trabajado casi a ciegas.



En efecto, la encuesta distó de medir sólo televisión. Por ejemplo, señala que en el último año sólo un 39,9% ha leído un libro; cifra que cae a un 17,9 entre la población de menores ingresos. En una línea similar, el 21,3% fue al teatro en los últimos doce meses, lo que al desagregar por estratos habla por sí mismo: mientras del nivel socioeconómico alto asistió un 49%, del medio un 20,3 y del bajo, se reduce sólo a 5,9.



La brecha por el acceso a la cultura, de la que habló ayer Weinstein, para la directora de Libertad no es una gran sorpresa. «Si una persona no tiene resueltas su necesidades básicas, de alimentación, de salud, de seguridad, no va ir al cine. Es de lógica pura», señala a lo que Stefoni agrega: «Es lamentable que sean los resultados que uno esperaba. Se supone que deberíamos haber avanzado mucho más».



En ese sentido, Maria Luisa Brahm señala que lo que está diciendo la encuesta es que habría que comenzar a diversificar las preocupaciones y centrar la mirada en la televisión y también en la radio.



«Quizás esos son los dos caminos para hacer cultura en este país; el mito del libro… quizá hoy día ya no es eso. Cambió la vida, cambiaron las comunicaciones, el mundo es más rápido, quiere cosa más dinámicas. Tenemos que hacer más esfuerzos por agregarle mayor grados de cultura y de la calidad a la televisión y la radio», señala Bramh.



Sin embargo, para Stefoni los datos de la encuesta básicamente señalan que la televisión está presente en la mayoría de los hogares y encedida. «Ahora respecto al cómo se ve la televisión, faltaría un poco más de análisis; cuál es el uso de la televisión. En muchas casas se prende la tele y es como una compañía permanente. Eso no es lo mismo que estar atento a un programa. O puede estar haciendo zapping todo el rato», dice.



En una línea similar a la de María Luisa Brahm, Illanes de Libertad y Desarrollo señala que dada la llegada indiscutida que tiene la televisión en la población, el Consejo de Cultura debería reevaluar un poco las prioridades y entregar mayores fondos al CNTV, para que distribuya en fondos para la realizaciones de programas de calidad.



«Si se quiere focalizar mejor los recursos, ahí ya se puede perfeccionar algo, dándole una mayor participación en los fondos que entrega el Estado para la televisión. No se trata de más recursos, sino de una mejor asignación de los recursos. A lo mejor en vez de tanta plata al Fondart -que se traduce en películas, exposiciones, plástica, o lo que sea, que es muy urbano-, a lo mejor se podría duplicar el fondo de televisión y no le estaríamos haciendo ningún daño al Fondart», dice.



Desafíos a una gestión



Antes de saltar al futuro, Brahm desvía un poco la mirada hacia el pasado y apunta que si bien la encuesta es una necesaria iniciativa, tiene un retraso. "No puede ser que esta sea la primera encuesta de consumo cultural que se haga en Chile, estamos en el año 2004. Debería haberse hecho antes de que existiera la institucionalidad cultural porque el Ministerio de Educación ya tenía una división de cultura", dice.



Más allá de la televisión, el estudio lo que hizo es plantear una serie de desafíos a la gestión del Consejo de Cultura y al Gobierno. Como señala Stefoni, el que la encuesta diga que mientras el 88,3 por ciento de los grupos de altos ingresos ha usado internet en el último año, mientras que en la clase baja esa cifra sea de sólo el 6,1% significa que no se ha avanzado casi nada en superar la famosa brecha digital. "Al final la supuesta globalización que nos permitiría democratizar el acceso a la información termina siendo una pura fantasía", dice.



Ignacio Illanes, por su parte, plantea que la pregunta ahora es cómo enfrentar el "evidente acceso desigual a la cultura". A su juicio, la respuesta no puede estar sólo en una gestión de Gobierno: "Una de las buenas herramientas para facilitar el acceso, justamente sería que el estado facilite otras cosas, como la ley de donaciones. Mejorar incentivos para otras formas de acceso, como incentivos tributarios y que las empresas participen en la difusión de la cultura", apunta.



Lo concreto es que el estudio es la primera herramienta formal que permitirá al Consejo Nacional de Cultura orientar su paso para ampliar el acceso a las artes. Y en todo sentido, porque hasta ahora no sólo está llegado preferentemente a los estratos más altos, sino que también en mayor grado a la juventud. Adultos y viejos, seguro, están viendo televisión.



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