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Lenny Kravitz montó una fiesta funk

Entre el rock and roll y el glamour pop vacío, el intérprete de ‘Are you Gonna Go my May’ anoche dio un recital de grandes éxitos. Una celebración -como el nombre de la gira- en constante interacción con la gente.


Veinte minutos pasadas las 10 de la noche, la intendenta de la Región Metropolitana, Ximena Rincón, deja el Estadio Nacional, del brazo del ex subsecretario de Obras Públicas Juan Carlos Latorre. Todo en orden. Todo en las condiciones perfectas para que el recital de Lenny Kravitz fuera un éxito. Pero no era necesaria la venía de la autoridad: las más de 50 mil personas que llenaron el recinto de Ñuñoa siempre supieron que la noche era de fiesta.



Una fiesta funk, para ser precisos. Porque ante todo, Lenny Kravitz es un roquero negro y por sus venas, además de correr sangre zepelliana, late una larga tradición de color: Stevie Wonder, Sly & the Family Stone y Earth, Wind and Fire estuvieron anoche en todo su esplendor, prestaron sus vientos y coros tipo gospel. Antes, años atrás, Kravitz ya había aprendido de Prince, por ejemplo, y en el escenario es pura sensualidad. Los primeros 20 minutos fueron dedicados a las mujeres; pero también a la música: notable la extendida y coreada versión de ‘Let love rule’.



Lejos del estilo de rockero divo que cultivó al llegar a Santiago -jet privado, «no comento mi vida privada», «me escondo en el hotel»- Kravitz en el Nacional estuvo muy cerca del público: agradeció en inglés y castellano la bienvenida a Chile, aseguró querer volver, bendijo la noche, volvió a decir gracias emocionado y por supuesto, tocó todos sus éxitos: ‘Where are we runnin’?’, ‘Dig In’, ‘Mama Said’ ‘Fly Away’, ‘American Woman’, ‘It Ain’y over ‘til it’s over’, ‘Mr. Cab Driver’, ‘Calling All Angels’, ‘Always on the run’ y ‘Again’, entre otras.



Un profesional del rock an roll después de todo. Kravitz, inicialmente cultor de un sonido retro con vetas de rhythm and blues, paulatinamente fue pasando del rock al pop. Si bien sus primeros tres discos –Let love rule, Mama Said y Are you Gonna Go my Way– sonaban a una vieja melodía setentera, también parecían algo sincero y fresco. Elementos que en 5 y ahora en Baptism -no contemos la oscuridad de Circus– perecen ausentes, absorbidos por la industria y por la figura mediática del rockstar que parece cultivar. Aunque, claro, todo eso era especulación hasta verlo parado anoche en el Estadio Nacional.



Sí, Lenny Kravitz es esa tensión entre el rock and roll y el glamour pop vacío. Es pura fuerza en ‘Mama Said’ y pone la piel de gallina a todas las quinceañeras con ‘Again’. Es jingle televisivo en ‘Fly Away’, pero también pura actitud en ‘Mr. Cab Driver’. Por eso es capaz de llenar el Nacional con un público que corea sus canciones. Por lo demás montó un tremendo show, una fiesta en constante interacción con la gente, demostró una perfecta calidad vocal, ritmo y sensualidad. Musicalmente, bueno, qué se le puede pedir a una banda de 10 músicos, incluyendo un mini coro tipo gospel y vientos: el funk estuvo ahí.



Como literalmente lo dice el nombre de la gira, el recital de anoche fue toda una celebración, animada y protagonizada por Lenny Kravitz. Un concierto clásico de estadio, con llamas de encendedores en las canciones lentas, los «Lenny, Lenny, Lenny» entre cada tema y las repeticiones del público de los «Oh yea» del cantante de turno. Todo estuvo ahí, y para cerrar y dejar el mejor recuerdo de la noche, el clásico: ‘Are you Gonna Go my Way’ y buenas noches.

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