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«Va haber un auge escultural en Santiago por el Bicentenario»

La autora Luisa Flora Voionmaa del libro Escultura Pública, Santiago 1792-2004, asegura que además de haber un auge de la escultura contemporánea, la capital chilena puede dar cuenta de su historia a través de los monumentos que exhibe.


La versión pesimista dice que la Cordillera de Los Andes es un muro infranqueable para Chile. La optimista y artística, es que las montañas que se elevan en el oriente de Santiago son la primera y más importante escultura de la ciudad. Luisa Flora Voionmaa se inclina por esa versión.



Voionmaa, finlandesa radicada en Chile desde 1971, edita actualmente el libro Escultura Pública, Santiago 1792-2004, que en su segundo tomo tiene una guía para visitar las esculturas que se encuentran en la capital de nuestro país. El libro, no sólo viene a llenar un vacío sobre la historia del arte escultórico en nuestro país, además permite al ciudadano común y corriente redescubrir la ciudad.



Prologado por Miguel Laborde, Voionmaa hace un completo recorrido por la historias de las escultura ubicadas en Santiago, la que según explicó en conversación con El Mostrador.cl tuvo un especial auge durante la década del 40 del siglo pasado y cuando en los años cercanos a la conmemoración del centenario de Chile. Es por eso, que cree que ahora con la cercanía del Bicentenario, la ciudad comenzará a cambiar.



– ¿Cómo nace este libro?
– Yo soy historiadora del arte y cuando llego a Santiago en el año 71 me di cuenta que hay muy poco material de esto. Faltaba un registro. Después tuve la suerte de hacer un registro al Consejo de Monumentos Nacionales, un catastro sobre los monumentos históricos de Santiago que ahora está disponible en internet. De ahí entonces pensé que esta cosa daba para mucho más y ahí también se me ocurrió integrar la historia de la esculturas. Por eso se formaron estos dos tomos, uno en el cuento más la historia y después la guía para ir a ver in situ las obras.



– ¿Hay un cantidad relevante de esculturas en Santiago?
– Ahora no tengo el número exacto, pero yo hice como 130 fichas de monumentos. Pero eso solamente en del Santiago histórico, lo que es Alameda, en torno a la Plaza de Armas, todo el centro, e incluyendo más al oriente el Parque de las Esculturas donde están los avances más importantes en la escultura actual.



– ¿Cuál es la etapa histórica más prolífica para el desarrollo de la escultura en la ciudad?
– Creo que en los años 40, cuando se crea el parque de Providencia y se emplazan las obras del llamado Parque de las Esculturas. Eso es muy lindo, es muy notable lo que pasa ahí. Luego también está el momento en que se crea el Parque Forestal. También habría que mencionar el Parque Balmaceda.



– Pero en el centro histórico de Santiago abundan las esculturas y son mucho más antiguas
– Son más antiguas, sobre todo las que van en el bandejón central de Alameda. En general la mayoría se remite a la segunda mitad de siglo IXX y sobre todo al comienzo del siglo XX. Es decir, en los años previos al centenario. Ahí hubo un verdadero boom estatuario. Había que tener estatuas para cada razón, fue un momento muy prolífero.



– ¿Era un boom impulsado desde el Gobierno?
– Así es. Las iniciativas venían desde distintos lados, dependiendo de los temas. Por ejemplo, las colonias extranjeras querían donar al estado de Chile monumentos, entonces hay varios: está la alemana, la italiana, la francesa, la suiza, que donaron monumentos. Después el Gobierno hizo también monumentos varios en esa época. Lo que pasa es que la vida de los monumentos es muy interesante porque muchas veces se dicta la ley, pero se demora mucho en realizar la obra. Se demora muchos años.



– ¿En qué casos pasos algo así?
– Por ejemplo si uno piensa en la Guerra del Pacífico el monumento de Arturo Prat. Comenzó en 1869, pero aquí en Santiago el monumento recién se inauguró en la década de los ’60 en el Mercado Central. Entonces puede pasar mucho, mucho tiempo en que dicen que ahora sí y la realización.



– Ahora que se acerca el bicentenario, ¿se ve un auge en términos escultóricos?
-Creo que sí, pero en este momento está el tema de la memoria. Vemos que hay muchos proyectos ya realizados y otros por realizar en el tema de la memoria. Luego creo que sí va haber un auge en el bicentenario y sobre todo en la creación de espacios nuevos. Por ejemplo, en la mañana pasé por las Torres de Tajamar done está el monumento de la aviación, allí están arreglando el lugar. Lo van a transformar en una gran fuente de agua, algo más que lo que ha sido, justamente con motivo del bicentenario.



– Cómo se entiende eso? ¿Que en un momento histórico la ciudad quiera transformarse?
– Es en el fondo bastante lógico, en el sentido de que es un buen momento para hacer un recuento de lo que ha sido lo importante. Tiene que como chequearse el pasado reciente y más anterior, precisar qué es lo que quedó sin acentuar y qué es lo que es necesario resaltar. Entonces ahí viene toda una necesidad de conmemorar y destacar la fecha.



– Teniendo en cuenta de eso, ¿Santiago en términos escultóricos da cuenta de su historia?
– Si, pero en parte no. Por ejemplo, yo siempre hecho de menos monumentos que recuerden el tiempo de la Independencia y de la República. Hubo muchos momentos, pero después nunca se llevaron a la realidad. O algunos que se llevó a la realidad, pero después fueron eliminados. Hubo un obelisco por la primera junta de Gobierno en la Alameda, que existió y que por razones que yo desconozco, se eliminó. Y otros que existen, por ejemplo, que yo rescato mucho, que es el monumento a la Libertad Americana en la Plaza de Armas que pasa absolutamente inadvertido entre los historiadores. Lo plantean como fuente ornamental, pero como que no ha sido incorporado en esta historia, siendo que podría ser un gran interprete de un momento histórico cuando se soñaba una América unida.



– ¿Y qué pasa en la actualidad con el desarrollo de la escultura contemporánea en Santiago?
– Hay ahora de todo, un gran auge de escultura contemporánea. Pero hay como dos líneas. Yo siempre digo que mientras más cerca del centro de poder, que es el Palacio de La Moneda, más estatuas se ven. Cuando se alejan de ahí, empiezan las cosas más modernas. Hay muchos. Hay que recordar que hay una serie de iniciativas y concursos. Y cada vez más. Hay esculturas contemporáneas muy interesantes. No creo que uno se pueda quejar, aunque todavía falta. Pero se ha avanzado muchísimo.



– ¿Existe una relación entre el ciudadano y las esculturas de la ciudad de Santiago? ¿Se relaciona con ellas o no las ve?
– Yo he pensando mucho ese punto. Cuando uno vive siempre en el mismo lugar curiosamente desconoce muchas cosas de la ciudad en que vive. Por razones quizá obvias, uno trabaja, no pasa paseando por la ciudad. Por esos motivos concretos, no ve. Pero uno puede ir descubriendo su ciudad. No me gustaría decir que al santiaguino no le importa, creo que sí le importa. Y ahora yo creo que lo que ha ayudado muchísimo es el arte en el Metro. Eso es notable. Ahí creo que hay un intercambio, una capacidad receptiva, aunque la gente no lo comenta. Hay un modo de registrar pasivamente ver la ciudad



– ¿La ciudad de Santiago tiene un lenguaje escultural propio? Si es que eso es posible
– Creo que sí. Es la historia que siempre es única y eso hace al lenguaje escultórico chileno propio. Pero bueno, las representaciones estatuarias se encuentran en todas partes por lo que en ninguna parte hay novedad. La historia que hay detrás de esas obras las hace propias. Después hay otro tema que es muy interesante, que para el tema de la escultura en Santiago. Habría que preguntar en qué otra capital del mundo hay una estatua que está sobre un podio en un cerro, la Virgen María. Yo no conozco. Eso es bien único. Sobre todo la cordillera que muchos dicen que ella misma es una escultura. Eso condiciona mucho las cosas.

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