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La eterna melancolía y la sensibilidad armónica de Coldplay

El grupo británico difunde a través de sus letras y melodías una agobiante tristeza. Música gris y depresiva que nos hace viajar hasta el bucólico paisaje inglés, a la frialdad de sus páramos. Su nueva creación exacerba la nostalgia, y confirma que aún quedan bandas preocupadas por hacer buena música.


El inicio de una era traía consigo muchos grupos que experimentaban con más de lo mismo. Las posibilidades parecían agotarse y el pop, entendido como un instrumento de ventas, irrumpía con fuerza bajo la voz de estrellas maqueteadas. Sin embargo, el año 2000 sorprendió hasta al más desilusionado. Unos chicos ingleses, sin muchas pretensiones, se atrevieron a indagar en modestas pero concisas melodías. Tres jóvenes universitarios se disparaban en las ventas, con 150 mil copias vendidas de su disco debut en la primera semana, y no precisamente respondían a la lógica del mercado. Música depresiva llamada simplemente, Coldplay.



El cuarteto formado por Chris Martin en la voz, guitarra y piano, Will Champion en la batería, Guy Berryman en el bajo y Jonny Auckland en la primera guitarra, se conocieron a mediados de los noventa en el University College. El gusto por la buena música, el sueño de encontrar el sonido preciso para una gran letra rondó sus cabezas desde la primera semana universitaria. Sin afanes de grandeza tomaron sus instrumentos y comenzaron a crear.



"Parachutes" fue el primogénito, marcó una promisoria carrera y traspasó los límites de la lejana Inglaterra. Canciones como "Yellow" y "Trouble" se instalaron rápidamente en los ranking y abrieron las ansias de aquellos que disfrutan el rock dramático y meloso. En el 2002 asistimos al nacimiento de "A rush a blood to the head", que solo vino a confirmar lo que muchos pensaron hacía dos años atrás: Coldplay trascendía cualquier plan, reafirmaba su sencillez y avanzaba a pasos agigantados, con la seguridad de alguien que sabe lo que hace.



"X&Y" es su tercer disco. Compuesto por 13 impecables canciones, posee sin duda, los componentes perfectos en este plano de coordenadas llamado Coldplay. La armónica voz de Chris Martin, instrumentos no invasivos y letras no pretenciosas, són sólo parte de la nueva placa. Lindas melodías (‘What if’), sonidos honestos (‘White shadows’) y exquisiteces vocales de la mano de Martin (‘Square one") son sólo algunos agregados de este nuevo álbum.



Si bien, Coldplay ha sabido mantener la tensión en canciones que pecan de mucha sensibilidad (el primer single "Speed of sound" no representa la totalidad del disco), "X&Y" por momentos se vuelve un poco somnoliento y algo lento. Sin embargo, nos encantamos con una exquisita guitarra y la afinada voz de Martín. Es un hecho que éste no es un disco arriesgado y que apela a la confianza en aquellas armas que llevaron a la banda al éxito. Pese a ello, los característicos recursos de estos chicos ingleses en cada placa cumplen una función sabida y aceptada. Por lo mismo, cada vez que Coldplay aparece con un nuevo trabajo discográfico (y "X & Y" no es la excepción), de cualquier manera, se agradece.

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