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Reaparece el potente rock progresivo de Dream Theater

Con un distintivo estilo que aúna heavy metal, rock progresivo y algo de rock melódico, la banda norteamericana Dream Theater ha logrado una carrera sólida y consecuente que se remonta a mediados de la década de los ochenta. Esta vez, nos presentan su octava placa, Octavarium. Mas melódicos, más intensos, más geniales.


La banda es creada por tres alumnos de música de la Escuela de Berklee a mediados de la década de los ochenta, inicialmente con el nombre de Majesty. Su primera formación tenía en sus filas a Chris Collins (voz), John Patrucci (guitarra), Kevin Moore (teclados), John Myung (bajo) y Mike Portnoy (batería). Con estos integrantes, la agrupación editó un demo llamado, Your Majesty.



Al poco tiempo tuvieron la posibilidad de grabar un segundo demo llamado, March of the tyrant (con Charlie Dominici en reemplazo de Collins), lo cual cimentaría el camino hacia su placa debut en 1989 (y ya bajo el nombre de Dream Theater, tomado de un cine ahora demolido en California), Dream And Day Unite.



Restringidos a lugares pequeños, Dream Theater debió conformarse con la escena underground metalera. Con Dominici fuera, la banda nuevamente debía probar y encontrar de manera urgente un vocalista. Así llegó James La Brie (quien envió una cinta desde Canadá), con quien en lanzarían en 1992, su segundo trabajo discográfico denominado Images And Words.



Es tras esta excelente placa, llega de originalidad y destreza, que Dream Theater comienza a acaparar las miradas de mundo del rock y el metal progresivo. Con álbumes como -intercalados por sucesivos cambios de integrantes- Awaken (1994), Change of Seasons (1995), Infinity (1997), Once In A Livetime (1998), Scenes From A Memory (1999) o Six Degrees of Inner Turbulence (2002), se trasformaron en objetos de admiración y deleite para fans en todo el mundo.



Esta vez regresan para deleitarnos con su octava placa de estudio, denominada Octavarium. Fieles a su línea pero con una característica de reinvención constante (sus discos siempre aparecen frescos y no una suma de años de trayectoria), Dream Theater logra componer ocho temas (pero con casi 80 minutos de duración) en que la emotividad y la intensidad se fusionan en armonías que de cierta forma se acercan más a lo melódico y se alejan del metal.



Si bien, la genialidad de Dream Theater se centra en la capacidad técnica de sus integrantes por separado, es un hecho que el producto global que se logra supera con creces cada aporte individual y lo multiplica. Este quinteto norteamericano siempre se han caracterizado por hacer su particular aporte a la música mostrándose originales, inalterables y de una potencia poco común, y es ahí donde radica precisamente su éxito.



Temas como The root of all evil (una canción bastante oscura), The answer lies withim (una excelente balada melódica), Panic attack (donde la potencia se hace presente de gran forma) o Sacrificed song (energía y emotividad se cruzan), confirman el gran despliegue de la banda y hacen de Octavarium un verdadero disco de excepción.

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