Publicidad

Ningún sistema falló en el reencuentro de Megadeth con la gente de Chile

Genio y figura, el líder y alma de la banda, Dave Mustaine, renovó la incondicionalidad de su público en su tercera visita al país.


Un impecable recital ofreció la noche del jueves la banda estadounidense Megadeth en Santiago, en su tercera presentación en el país tras las visitas de 1995 y 1998.



En estricto rigor fue sólo su líder, voz y alma, Dave Mustaine, quien se repitió el plato, pues Glen Drover, James MacDonough y Shawn Drover apenas lo acompañan hace un año.



El jefe, el desgarbado rockero pelirrojo despedido de Metallica a mediados de los 80, fue genio y figura en la presentación en el Court Central del Estadio Nacional del Blackmail The Universe Tour.



La gira promocional de The system has failed, la novena placa en estudio desde el debut en 1985, sirvió para el reencuentro de Mustaine con sus incondicionales, que hace casi cuatro años temieron lo peor.



El alejamiento de los anteriores miembros de la banda y graves problemas musculares en su brazo izquierdo a principios de 2002, tuvieron al frontman a punto de colgar la guitarra.



Megadeth brindó, al igual que en sus anteriores conciertos en tierras nacionales, un show honesto, íntimo y generoso. Fueron casi dos horas y 10 minutos sin tregua de una de las piedras fundamentales del thrash.



Dave Mustaine agradeció constantemente a sus ocho mil fanáticos, que corearon su apellido en las pocas pausas de silencio. Menos histriónico y más reposado que antaño, incluso se dio el tiempo para doblar muy respetuosamente una bandera chilena arrojada al escenario y entregársela a sus asistentes.



Pese al delirio que generaron "A toute le monde", "Symphony of destruction", "Peace sells" o "Holy wars", quizá el momento más alto de la jornada haya sido la ejecución de "Trust", con su inconfundible intro de batería e interpretación con una guitarra de doble puente que emplea el cerebro del grupo.



En suma, la de Megadeth fue una nueva muestra inolvidable, opacada en parte por los desmanes de unos 500 fanáticos que, carentes de boletos, destrozaron una muralla y un automóvil en las afueras del Court Central.

Publicidad

Tendencias