El triunfo de ambos artistas fue la coronación de una gala de premios cuya conclusión fue un verdadero respiro para el presidente de la Academia, Gabriel Abaroa.
El colombiano Juanes y el español Alejandro Sanz reforzaron su reinado en la música hispana durante la entrega de la sexta edición de los premios Grammy Latino, donde se impusieron con su victoria a todas las nuevas promesas musicales.
Parecía el año de las nuevas caras, donde una completa desconocida en Estados Unidos como la cantante española Bebe defendía el mayor número de candidaturas, un total de cinco, y el «reggaeton» se clasificaba en la lista de los grandes aspirando al premio de mejor grabación del año.
Pero al final la realidad musical se impuso sobre las ganas de cambio y Juanes y Sanz fueron los principales ganadores de la noche con tres y dos gramófonos dorados, respectivamente.
«Los Grammy Latino han sido muy buenos conmigo», dijo con humildad el cantante colombiano, que suma ya un total de 12 galardones en estos premios a lo largo de su carrera.
La misma honestidad se dejaba sentir en las palabras de Sanz cuando aseguraba una vez concluida la ceremonia que esperaba la victoria de gente «más en boga».
Como había anticipado la crítica local, Sanz fue la apuesta segura entre aquellos miembros de la Academia Latina de Artes y Ciencias de la Grabación sin ganas de experimentar.
El español es un favorito declarado de este grupo que hasta el momento le ha concedido un total de 13 galardones, además del Grammy que obtuvo en la otra ceremonia de estos premios, donde la música latina compite codo con codo con otras disciplinas musicales.
«El mero hecho de ser candidato ya es muy bueno», añadió Sanz entre disculpándose y alentando a su compatriota Bebe por esa victoria que parecía haberle robado en las categorías de mejor canción y mejor grabación del año.
Lo mismo pasó con Juanes, que resaltó el empeño de la Academia en contar con nuevos artistas como él lo fue en su día y «ahora lo son Bebe o el ‘reggaeton'» y quien pese a tener 33 años se expresó como un veterano al decir que «cada vez es más difícil».
El triunfo de ambos artistas fue la coronación de una gala de premios cuya conclusión fue un verdadero respiro para el presidente de la Academia, Gabriel Abaroa.
«Digamos que ha sido una noche de bodas magnífica», suspiró aliviado en referencia a la primera entrega íntegramente en español de estos premios dedicados a ensalzar la música hispana.
Todos los artistas de la gala, ganadores o presentadores, expresaron su alegría ante este hecho que ahora debe esperar la confirmación en forma de un aumento de índices en su audiencia.
«Sin desprestigiar las galas anteriores, pero es música en español y para latinos. Ahora es más natural», explicó un correcto Juanes.
La ceremonia consiguió también el perfecto matrimonio entre la irreverente e imparable fuerza del ‘reggaeton’ y lo más venerado del sonido cubano, ese que para el productor Quincy Jones es «tan bueno que no puede ser mejorado».
Mientras los octogenarios maestros cubanos como Bebo Valdés Cachao, Johnny Pacheco o Generoso Jiménez, entre otros, ofrecieron una memorable muestra del arte musical cubano, los llamados «Los 12 Discípulos», incluyendo a Vico C, Eddie Dee o Tego Calderón se dejaron la juventud en el escenario con el ritmo más actual.
«El ‘reggaetón’ es un ritmo más para todos nosotros. Y además la juventud manda», confesó un venerable Jiménez pontificando desde ese aura de respeto que le da su edad y su maestría musical.
El cumplido le fue devuelto por los boricuas, todos ellos vistiendo camisetas con algunos de los grandes nombres de la música hispana y con esa idea de ser «una nueva generación de la salsa como la nueva expresión de la calle».
La fiesta musical también tuvo su reflejo en la alfombra, verde en el caso de los Grammy, donde la mayor parte de las invitadas se decantó por diseñadores hispanos, estampados floreados y amplios escotes.
«Yo he preferido vestir algo elegante pero sencillo porque hoy las estrellas son los talentos hispanos de la canción», aseguró la actriz Salma Hayek, ataviada con un vestido de encaje negro de Dolce & Gabbana.
EFE
