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Alemania: Suspenso sobre autenticidad de cráneo conservado de Mozart

El cráneo ha sido examinado reiteradas veces, pero el Instituto Forense de Innsbruck afirma haber llegado ahora a una conclusión definitiva, al comparar por primera vez pruebas del ADN del músico con el de familiares cercanos.


Los expertos y amantes de la música están pendientes de que próximamente se revele el secreto en torno a la autenticidad del presunto cráneo de Wolfgang Amadeus Mozart, guardado desde hace unos cien años por la Fundación Mozarteum de Salzburgo.



El cráneo ha sido examinado reiteradas veces, pero el Instituto Forense de Innsbruck afirma haber llegado ahora a una conclusión definitiva, al comparar por primera vez pruebas del ADN de Mozart con el de familiares cercanos, cuyos resultados han sido confirmadas por un prestigioso laboratorio del Ejército estadounidense.



El médico forense Walther Parson aún no ha querido descifrar el enigma para el público, porque un acuerdo concluido con la Radiotelevisión austríaca ORF le obliga a guardar el secreto hasta el domingo, 8 de enero, a las 21.55 (20.55 GMT) de la noche.



A esa hora la ORF, que encargó el estudio, emitirá un programa titulado «Mozart – búsqueda de vestigios», con un debate posterior en el que participa la renombrada historiadora Brigitte Hamann y en el cual se expondrán todos los detalles científicos.



En ese programa, según ha anunciado la ORF, se responderá definitivamente a la pregunta que ha causado tanta polémica y discusión: si se conserva el cráneo auténtico de quien ha sido calificado como el «músico más genial de todos los tiempos».



El acalorado debate tiene sus orígenes a finales del «Siglo de las Luces» en torno a 1800, cuando las ciencias naturales comenzaron a prosperar.



Entonces algunos creían firmemente en que las dotes del espíritu tenían que expresarse en la forma y el tamaño de la cabeza o, en el caso de un músico, también en el oído, por lo que fueron robados por ejemplo los huesecillos del oído de Ludwig van Beethoven.



Mozart murió, con tan sólo 35 años, presuntamente de una fiebre reumática, en tiempos del emperador ilustrado José II, que prohibió los entierros debajo de las iglesias por el olor insoportable que exhalaban los numerosos cadáveres mal sepultados en las criptas.



El emperador impuso los funerales fuera de la ciudad, en el llamado «ataúd de ahorro», cuyo fondo se podía abrir para dejar el cadáver en una fosa común, envuelto tan sólo en un saco.



Se sabe además que los familiares y amigos de Mozart no acompañaron el coche de caballos que, el 6 de diciembre de 1791, se trasladó de la catedral de San Esteban al cementerio de St. Marx, donde los restos del compositor fueron inhumados sin testigos en una fosa donde cabían 16 ataúdes.



La comitiva fúnebre, de la que inicialmente formaba parte el contrincante más famoso de Mozart, Antonio Salieri, y en la que iban varios músicos de la orquesta del Teatro de la Corte, como el último discípulo de Mozart, Franz Xaver Suessmayer, capituló en la puerta de la ciudad ante la lluvia y nieve.



Cincuenta años más tarde estalló una acalorada disputa sobre el último paradero de Mozart y su localización, hasta que en 1859 se le erigió un monumento fúnebre que en 1891 fue trasladado al nuevo Cementerio Central, mientras el lugar donde se sospecha su entierro original en St. Marx queda marcado por la figura de un ángel.



El presunto cráneo de Mozart fue «salvado» en 1801 por un sepulturero, aunque no se sabe dónde llegó a parar hasta 1842, cuando lo obtuvo un grabador de nombre Jakob Hyrtl.



Este lo legó en 1868 a su hermano Joseph, un anatómico que a su vez se lo enseñó a su compañero de estudios Ludwig August Frankl, primer autor de una descripción detallada de la calavera.



Hyrtl regaló después el cráneo a la ciudad de Salzburgo, pero la valiosa reliquia desapareció y no llegó a la ciudad natal de Mozart hasta 1902, y a partir de entonces ha sido una y otra vez objeto de investigaciones.



El equipo de medicina forense de Innsbruck sometió a pruebas dos dientes de la calavera y comparó el material de ADN con material hereditario de familiares de la madre de Mozart.



Dado que los familiares de Mozart están enterrados en el cementerio de San Sebastián de Salzburgo, los expertos pudieron extraer partículas de los huesos de fémur de la abuela maternal y de la hija de María Ana Mozart, hermana del compositor.



La Fundación Mozarteum facilitó un mechón de pelo del genio para las investigaciones de expertos de ADN, químicos e historiadores, pero -sea cual sea el resultado- el genio del maestro «caído del cielo», como dijo recientemente el director de orquesta Nikolaus Harnoncourt, probablemente se sustraerá a la investigación científica.



EFE

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