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Bolchevique Records plantea su propia revolución en una tierra de gigantes

Sello discográfico independiente usualmente identificado con el jazz se amplía y aspira a reposicionarse de la mano del "nuevo rock". Con ocho bandas bajo su alero, se las bate con parámetros alternativos entre los grandes de la industria.


Nacido como morada del jazz y artistas como Christian Gálvez y Daniel Lencina hace poco más de cinco años, Bolchevique Records inició un buen día la ampliación de su universo y giró con la adopción de bandas como La Gorda y Boa.



Bajo el lema "El nuevo rock!", hoy la aventura de Pablo González, Paula Barouh y César Ascencio está en rodaje, con el lanzamiento y promoción de más bandas, que le inyectaron aire fresco a la empresa que funciona en el tercer piso de una casona en Providencia, de amplia terraza que mira al Parque Bustamante.



Basabdos, Robot the Mimbre, Vigilante, Humana, Vigilante, Rosswell, Pacü, Savannah y Libra completan el catálogo de esta firma que no sólo asume su calidad de independiente, sino que además intenta abrirse paso en una tierra de gigantes basándose en parámetros alternativos que soportan su propia "revolución".



"Siempre hay gente al mismo nivel nuestro, que está en la misma pará. Hay tiendas que manejan música independiente conocidas por el público al que nosotros apuntamos", cuenta Ascencio, músico e ingeniero en sonido, que reparte su tiempo en el sello, el estudio de grabación emplazado en la sede de Bolchevique y su militancia en el grupo Libra.



"Para cualquier artista o sello independiente, vender 500 discos es un éxito, considerando las vías de promoción y los medios", agrega y aclara que el modelo de negocios dista mucho del que siguen las grandes casas discográficas, que sólo apuntan a las ventas masivas y muchas veces se "cazan" con artistas que no cumplen con las expectativas.



Ello explica que el perjuicio de las pesadillas en las grandes ligas, como la piratería o el intercambio de música en Internet, se tornen relativas en este ámbito. "La piratería no es producto de la nada. Tiene que ver con toda esta masificación y lo caros que son los discos", señala, advirtiendo que el precio de las placas de su autoría no superan los $ 5 mil.



"No es malo que la música independiente se difunda en Internet o el archivo en formato mp3 lo difundan en todo el mundo… es bueno, es promoción y permite más tocatas en vivo", fundamenta, pues nosotros "sacamos tirajes pequeños, de placas que no son tan populares y nos batimos haciendo eventos".



Pese a su particular visión, el también guitarrista destaca que existen principios irrenunciables cuando de excelencia se trata, lo cual se manifiesta desde la cuidada producción musical hasta la presentación de cada unos de los booklet (cuadernillo) que acompañan los compactos. "Los parámetros de calidad que manejamos son súper exigentes. Somos asquerosamente exigentes con los disco Bolchevique. Somos demasiado agujas, podemos pasar meses, porque producimos y no sólo editamos", asegura.



De ello se desprende que las condiciones para fichar a una nueva agrupación no sean pocas. La empresa requiere "afianzamiento, un cuento súper bien armado, que se manejen con su sonido y estética, que tengan potencial y lo exploten, sobre todo en vivo". De esta manera, se asegura que cualquier persona que la escuche se dé cuenta de que se trata de buenas bandas, independientemente de concordar con el estilo.



"Aún estamos en camino y seguiremos así en buena parte del año. Existe la finalidad de vender discos, pero lo primero es posicionar a los grupos y el sello, que en el medio jazzístico siempre estuvo bien parado", es la consigna que Bolchevique intentará materializar todos los jueves de enero en La Batuta y continúa este día 19, con Robot the Mimbre y Savannah, más el solista Feliciano como invitado.

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