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Lisette Lagnado: ‘Lo político en el arte no tiene por qué ser tan literal’

La responsable de uno de los eventos plásticos más importantes de A. Latina está en Chile para conocer la producción local. Y es que esta vez no serán los artistas los que postulen, sino que la bienal saldrá a buscarlos. Junto con anunciar los cambios del encuentro, plantea la necesidad de incluir el contenido político en la creación, aunque sin obviedades.


Es mediodía en Santiago y ella pide estar bajo el sol. Aunque formalmente comenzó el otoño, la sensación térmica es de verano furioso. Ella, acostumbrada a temperaturas por sobre los cuarenta grados, parece no sentirlo. Es la nueva curadora de la Bienal de Sao Paulo, y no ha tenido complicaciones para plantear cambios profundos en uno de los eventos artísticos más importantes de Latinoamérica, cuyos efectos ya se hacen sentir, a pesar de que el encuentro es recién en septiembre.



Lisette Lagnado, periodista y curadora independiente, está convencida de que, si no hubiese habido un concurso público, jamás habría llegado a ser la figura decisiva de la bienal. "Mi carrera no se ajustaba a ese perfil», cuenta. Ahora, con los lineamientos definidos, ha anunciado un cambio fundamental: ya no serán los artistas los que intenten ser seleccionados por la bienal enviando un dossier con su trabajo; serán ella y sus cuatro co-curadores los encargados de encontrar a los participantes.



Se trata de una mutación profunda, que significa más trabajo pero que trae, como beneficio, un conocimiento más agudo del panorama artístico de la región. Ese afán es el que la trae por estos días a Chile, además de una serie de coloquios en los que está participando. Confiesa no conocer a cabalidad el panorama artístico del país, pero es precisamente ese desconocimiento de unas naciones con otras -también en términos artísticos- lo que quiere remediar. "Lo que conozco del arte chileno es de catálogo, es muy superficial; me parece que el encuentro con el artista es aún más importante para entender su producción", cuenta.



Nacida en Kinshasa, en el Congo, hija de una familia árabe-judía y nacionalizada brasileña, tiene la diversidad alojada en la sangre. Probablemente esto fue determinante en su decisión de articular esta bienal en torno a la pregunta de "¿Cómo vivir juntos?". Tal vez a eso mismo se deba su polémica lucha por eliminar el modelo de "representaciones nacionales" en la nueva versión del encuentro.



-¿Cuál ha sido, hasta ahora, tu aproximación con el arte chileno? ¿tiene alguna expectativa al respecto?
-Todavía no me encuentro con ningún artista, pero tuve una conversación muy interesante con Justo Pastor Mellado (curador chileno, director de la Escuela de Arte de la Uniacc); él me explicó un fenómeno que en principio no me parece estético, pero que puede ser interesante, que es las tomas de terreno, y cómo a partir de ese problema de invasión se evidencia un deseo de territorio. Tendría que entender mejor ese movimiento urbano, y su relación con fuerzas políticas de izquierda y, por otro lado, tendría que entender mejor lo que sucede con "Un techo para Chile", que no es una iniciativa sin ideología, porque la derecha católica está detrás. Tendría que entender cuáles son las luchas en juego. No hay que ser ingenua.



-Esto de salir a buscar a los artistas, en lugar de recibir sus dossiers, implica mucho más trabajo. ¿Por qué tomar esta decisión, sabiendo eso?
-Yo no tengo miedo de trabajar. Se toma esa decisión para respetar el concepto de la Bienal, que es "cómo vivir juntos". Si recibo, por ejemplo, el dossier de un pintor formalista, monocromático, excelente, puedo enfrentar una confusión en el concepto, porque si la ves, no necesariamente tiene que ver con "cómo vivir juntos". La razón de darse todo este trabajo es para tener una coherencia, una densidad en el concepto, y no aceptar trabajos que pueden ser buenos pero que no dejan claro para el público cuál es la temática. Una bienal no es simplemente una exposición de arte; es también una discusión conceptual.



"Tenemos el derecho a la licencia poética"



-Mi sensación es que esta bienal -que es la primera que dirige usted- es una de las que tiene un concepto más definido, más sólido. En ese sentido, es también una bienal más política.
-Sí, es mucho más política. Desde el comienzo he dicho que esto iba a ser así, porque "¿cómo vivir juntos?" es una pregunta política. Las personas en Brasil se matan o se desprecian unas a otras, y la cohabitación es un tema presente, especialmente entre personas de etnias diferentes. Me parece que el concepto algunas bienales anteriores era también muy poderoso, pero como todavía había representaciones nacionales, tal vez no se consiguió darle esa unidad conceptual. Por otro lado, me parece importante aclarar que, por más conceptuales que seamos, tenemos el derecho a la licencia poética. O sea, me parece que no estamos ilustrando una tesis: no se trata de poner una tesis y colocar los artistas dentro de un área, diciéndoles ‘bueno, tú puedes participar porque tu trabajo está dentro del concepto’. Yo no trabajo así; la idea es partir de un concepto y abrirlo hasta márgenes que la gente no imagina.



-Ha dicho que las preocupaciones de los artistas brasileños son menos políticas que en el resto de Latinoamérica. ¿También tiene esa sensación respecto de Chile?
– Sí, es una gran diferencia, no sólo con Chile. Sería una larga discusión, pero en la escuela formalista de Brasil se habla de la necesidad de la forma. Yo no estoy en contra de eso, creo que necesitas tener una preocupación política, pero no basta; no puedes ser sólo un sociólogo o un antropólogo. Eres un artista, y para eso hay que conseguir darle forma a una cuestión política. Ése es el artista que busco, pero pocos de los que he visto en Brasil tienen un trabajo que denuncia modos de violencia o de explotación o, si lo hacen, lo hacen de una manera que deja débil a la forma. La política en el arte no tiene necesidad de ser tan evidente, de mostrar sangre o banderas. Lo político no tiene por que tener una representación tan literal.



-Ha planteado que para hacer una Bienal se tiene mercado o se tiene apoyo gubernamental -o de instituciones que la financien. En Chile no hay, realmente, ninguna de las dos cosas, y la sensación que uno tiene es que, de conseguir una bienal, se haría algo de mucho menos nivel.
-Bueno, en Brasil, por el hecho de que la Bienal tiene más de 50 años, se han conquistado algunas cosas con el tiempo. Es una bienal importante, porque es una de las más antiguas, y aunque ha tenido varias crisis, pesa por su edad: es una señora de 55 años. Lo que es problemático es imaginar que incluso esta señora no tenga capacidad para autosustentarse financieramente y dependa aún de otras instancias, como efectivamente sucede en algunas áreas. Este año, sin ir más lejos, es muy complicado, por tratarse de un año de elecciones y de copa mundial de fútbol. Como sabes, todo el dinero y la atención de los políticos están en un lugar bastante diferente de la cultura.

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