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«No he abandonado las cosas que me conforman: las he puesto en diálogo»

El músico argentino se presenta esta semana en distintos escenarios del país, para mostrar su último trabajo "Aznar canta Brasil", en el que hace una reinterpretación y traducción de piezas musicales post tropicalismo. El artista, que fusiona folclor, jazz, tango y rock, estará en el Teatro Oriente jueves y viernes.


El primer disco que tuvo Pedro Aznar fue "Revolver", de Los Beatles. Tenía seis años, y descubrió que la música era el hambre de su alma. Años, muchos años después, Pedro grabaría, junto a The Void, una nueva versión de "Tomorrow never knows", tema presente en el disco de los chicos de Liverpool, esta vez según la idea original de John Lennon: cantar suspendido en el aire, girando, para dar otra textura al sonido. Desde que aprendió a escuchar, el músico argentino aprendió que el diálogo de la música es constante, y que, afortunadamente, permite sumar sin exigir renuncias.



Pedro Aznar tocó largo tiempo junto a Pat Metheny, generando unas vocalizaciones memorables. Integró también parte del legendario grupo Sui Generis. Fue experimentando paralelamente con el folclor, el tango, el jazz y el rock, entre otros ritmos. Y quedándose en cada uno de ellos. Hoy es uno de los músicos más eclécticos de América Latina, junto con Caetano Veloso, y a pesar de esa mezcla, todos sus trabajos se centran en la "latinoamericanidad" más profunda.



Colabora constantemente con los proyectos de los artistas de la región, y siempre está de viaje musical. De hecho, en su último disco "Aznar Canta Brasil", graba una veintena de temas de la música de ese país, junto a Facundo Guevada y Andrés Beeuwsaert. Se trata de un trabajo atípico en su género, puesto que evita la tentación de hacer el clásico recorrido por lo esencial de la bossa nova. En su caso, temas de Milton Nascimento («Invento el mar»), a Lenine («Alcira y la torre»), pasando por Caetano Veloso («Quereres»), Vinicius (la extraordinaria «Rosa de Hiroshima»), Egberto Gismonti («Agua y vino»), Cazuza («Ideología»), Gilberto Gil («La paz»), Herbert Viana («Faro de los ahogados») y Chico Buarque («Mi gurí»).



Un trabajo exquisito de reinterpretación y diálogo con las obras originales que presenta en Chile entre el 15 y el 21 de mayo, con dos conciertos en Santiago -el 19 y 20- en el Teatro Oriente, y presentaciones en Concepción, Temuco, Talca y Valparaíso. "Visito Chile por lo menos dos veces al año; mi relación con el público es magnífica; siempre nos han recibido de maravillas", dice.



-¿Cómo se hace para transitar por la ancha avenida de las canciones brasileñas sin caer en el lugar común?
-Bueno, esta selección de canciones pasa por muchos lugares muy poco habituales. Entre otras cosas, es un disco que tiene muy poquita bossa nova, que es un lugar que se visita mucho cuando se habla de la música de Brasil de las últimas décadas. Este trabajo incorpora mucho más otros estilos: el samba, el tropicalismo, el rock, el hip-hop.



-Hablas de que "versionaste" cada canción, lo que implica que no sólo hay una traducción y una interpretación, sino una relectura de la obra original.
-Desde luego, es una reinterpretación, y una traducción al castellano en la gran mayoría de los casos.



¿Cómo se hace para traducir las canciones del portugués al español sin que se extravíe la poesía en el camino?
-Como con todo trabajo de producción poética; es delicado, hay que hacerlo con mucho respeto y dedicación. Es un desafío importante, pero que a mí me entusiasma muchísimo, porque engloba las tres tareas que más me apasionan: los idiomas, la música y la poesía.



-¿Cuánto tiempo te tomó traducir esta veintena de canciones?
-Muchas estaban hechas ya desde hace años; estaban esperando guardadas que se hiciera en disco, y el último tramo lo hice específicamente para este proyecto. Es un proyecto que venía planeando desde hace varios años.



Precisamente a propósito de eso, tú colaboraste con un disco de Cecilia Echenique dedicado a las canciones brasileñas. ¿Tu trabajo estaba corriendo en forma paralela en ese momento?
-Sí. De hecho, varias canciones que yo ya tenía versionadas al castellano se las ofrecí a Cecilia para que las incorporara en su disco, cosa que ella hizo. De alguna manera, ese trabajo recibió parte del material que yo ya venía trabajando desde hacía tiempo, pensando en un homenaje a Brasil.



"Nunca abandoné el rock"



-En algún momento dijiste que tu viaje a Nueva York te hizo sentir "un sapo de otro pozo". ¿De alguna manera eso ayudó a definir tu vocación irremediable de latinoamericano?
-Sí, en gran parte. Creo que no fue sólo el hecho de vivir en Estados Unidos, sino el de haber viajado mucho, por todo el mundo, tocando desde muy temprana edad, fue una cosa definitoria, porque me puso frente a muy diversos públicos y me hizo preguntarme muy seriamente cuál era mi identidad como artista, qué era lo que yo tenía de particular para ofrecer. Eso me hizo poner el foco en mi latinoamericanidad.



-Vienes del mundo del rock. ¿Cómo recibe la gente que ha estado desde siempre en el folclor y la música latinoamericana tu trabajo con fusión y mezcla de estilos?
-Las han recibido muy bien, he tenido comentarios muy elogiosos de gente que constituye un referente en ese género. Estoy pensando en Mercedes Sosa, Parra, el hijo de Atahualpa Yupanqui; todos ellos han tenido buenos comentarios para mí, y eso es una enorme satisfacción y un honor muy grande.



-¿Te interesa quedarte en esta veta, o por ahí volver al rock en gloria y majestad?
-En realidad no sería una vuelta, porque yo nunca lo abandoné. El trabajo que vengo haciendo es un trabajo de incorporación, de diálogo con todos los elementos que me componen. En mi música conviven todos esos elementos. En este disco, particularmente, hay una amplitud de estilos y un barrido por una cantidad de cosas, que un músico que no tuviera una visita constante a todos esos estilos no lo podría lograr. Yo no he abandonado ninguna de las cosas que me conforman: las he puesto en diálogo.



-En ese sentido, uno podría pensar en Caetano Veloso como un par en ese método de trabajo.
-Sí. De hecho, él es uno de los pilares del tropicalismo, y ese movimiento lo que postula es un abrazo a las más diversas influencias y a crear una nueva identidad desde este lugar del mundo, pero con una mirada abierta, una mirada que no rechaza nada de lo que ocurre. Es una mirada no tradicionalista, y que no se repliega sobre sí misma. Creo que en eso tenemos muchísimo en común.

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