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‘Handle with care’, presencia femenina en el arte local en la última década

Coincidiendo con las celebraciones del Día Internacional de la Mujer, tres curadoras chilenas inaugurarán el viernes una exposición sin precedentes que recopila diez años de trabajo femenino en el ámbito de las artes visuales. Sin embargo, descartan que la elección de la fecha sea premeditada, pues el objetivo es muy distinto al que aparece a simple vista.


Una de las cosas que más molesta a las curadoras de la muestra titulada "Handle with care: Mujeres artistas en Chile" que se exhibirá a partir del viernes en el Museo de Arte Contemporáneo (MAC) de la Quinta Normal son los posibles titulares que promocionan su trabajo de recopilación artística como un acto de reivindicación femenina, debido a que, precisamente, todas las obras fueron realizadas por mujeres.



«No nos gustaría encontrarnos con un titular que dijera El MAC se llena de estrógeno, porque eso nos haría preguntarnos, si fuese una exposición de hombres, por qué no titulan El MAC se llena de testosterona», cuenta Soledad Novoa, una de las impulsoras del proyecto, junto a Yennifth Becerra y Ana María Saavedra.



Un molestia que encuentra justificación cuando se conoce a fondo el trabajo que se exhibirá hasta el 12 abril lo más selecto del trabajo artístico hecho por 26 artistas mujeres entre 1995 y 2005, y que para nada significa una retrospectiva cronológica de la producción artística hecha por mujeres durante ese período.

«No queremos hacer un estudio generacional ni de época desde el punto de vista historiográfico y ver qué sucedió durante estos diez años que abordamos en la muestra", aclara Soledad Novoa, historiadora del arte y una de las tres encargadas de la curatoría de "Andel with care".



«El espíritu de la muestra es que este corte temporal de 10 años nos sirviera para escoger artistas hubiesen comenzado a trabajar entre 1995 y 2005 y ver, de una u otra manera, a partir de esta selección de piezas, si las condiciones de producción inciden o no inciden o de qué manera inciden en dichas producciones de carácter artístico", cuenta la curadora.



Aunque parezca poco sensato, no hay conclusiones ni observaciones sociales sobre esta cumbre del arte femenino de una década, pues dicho ejercicio estará sujeto a la misma exposición, a las reacciones y comentarios del público y a las mesas redondas que formarán parte del seminario que se realizará entre el 10 y el 12 de abril; eventos y comentarios de los que se desprenderá la información necesaria para confeccionar el catálogo de la exposición que, a diferencia de una muestra convencional, se publicará con posterioridad a la misma.



«Nosotros no hemos llegado a un conclusión y tampoco queremos llegar a eso», explica Soledad Novoa. «Concluir finalmente significa cerrar y lo que nosotras queremos conseguir es abrir el tema, abrir una discusión no sólo al público más especializado, sino también al público general», destaca.



Las bases para este ejercicio están puestas en el alto atractivo visual de la muestra que, según sus realizadoras, genera una predisposición positiva para alcanzar el objetivo que, desde un principio, estuvo muy claro: "Nuestro espíritu ni siquiera ha sido partir de una tesis y buscar obras que ilustren dicha instancia de cuestionamiento, sino todo lo contrario, ver de qué manera podemos activar esta discusión desde el punto de vista del género, que en las artes visuales en Chile no se ha dado", señala.



Ausencia femenina en la memoria



Uno de los principales objetivos de esta curiosa forma de analizar socialmente la presencia del arte femenino es reconocer los factores que han llevado a la producción plástica hecha por mujeres en el país a un ocultismo y silencio, lo que ha impedido su reconocimiento a nivel general.



Entre las explicaciones más lógicas figura la ausencia de producciones literarias sobre la historia del arte contemporáneo y las que existen, omiten a las figuras que han sido trascendentales en el ambiente artístico local de la plástica o a las generaciones recientes que han abrazado la vanguardia y nuevas técnicas en sus instalaciones, más allá del convencional "óleo sobre tela", según explica Novoa.



"Acá el tema central no es ver la situación desde un punto de vista estadístico. Es bastante significativo que a lo largo de la historia del arte en Chile, siempre ha existido una importante presencia femenina", aclara. "No obstante, si uno va a un libro de historia del arte, encontraremos solo alusiones solo a los cuatro grandes maestros", sentencia.



Novoa se refiere a Juan Francisco González, Alberto Valenzuela Llanos, Alfredo Valenzuela Puelma y Alfredo Helsby, catalogados como tal por el historiador del arte español avecindado en Chile Antonio Romera en su libro «Historia de la Pintura Chilena».



"Dada esta mirada historiadora sobre la pintura que no ha tenido una renovación apropiada y consecuente con el transcurso del tiempo, existe una percepción errónea sobre el trabajo femenino en el campo de las artes, como si las mujeres fuesen una gran excepción en la materia y es todo lo contrario", explica Novoa.



Un dato importante que demuestra la veracidad de la teoría planteada por la curadora, es un dato histórico que apunta a una mujer inscrita en 1949 la Academia de Artes en Chile, que fue precisamente fundada ese año.



Por eso, esta muestra pretende indagar en las razones que justifican esta apreciación errónea y por qué han sido los hombres lo que han figurado más en el plano de las artes, donde se habla sólo de los cuatro grandes maestros y donde los responsables del desarrollo del arte siempre han sido "los curadores y nos las curadoras", explican las encargadas de la muestra.



"El gran problema que afecta al arte en Chile, tanto al trabajo de mujeres y hombres, es la falta de material historiográfico renovado", sentencia Soledad Novoa, ante la falta de investigación sobre el arte en Chile, donde aún se repiten conceptos y se eleva a artistas a la categoría de maestros, sin considerar a las generaciones posteriores.



Abandono de la obra



Prácticamente todo el MAC de la Quinta Normal será ocupado por "Handle with care", con obras realizadas en diversos soportes, en su mayoría de gran formato: instalaciones, objetos, video instalaciones, fotografía, intervenciones in situ, videos y performances.

Gran parte de las obras seleccionadas fueron exhibidas previamente en exposiciones que se realizaron entre 1995 y 2005, tanto individuales como colectivas, dentro o fuera de Chile. Algunos han sido proyectos que no han podido ser realizados dentro de los marcos de concursos nacionales institucionales o privados, hecho que para las curadoras ha significado mayor compromiso con las artistas a la hora de reconstituir trabajos que a veces estaban dispersos en diversas bodegas.



Dicho problema se suma a otros que las curadoras involucradas lograron identificar durante el trabajo de recopilación de las 26 obras -realizadas por igual número de artistas-, donde el apoyo de fondos públicos para la realización de las piezas parece ser abundante, pero adolece de un segundo paso que permita que las piezas resistan el paso del tiempo y formen parte de una memoria visual artística.



«Durante nuestro trabajo nos encontramos con un Fondart que financia muchas obras que luego no tienen dónde estar", asegura Soledad Novoa, apuntando a uno de los problemas más grandes en el tema de las artes visuales en Chile: la ausencia de un hábito coleccionista.



"La ausencia de coleccionismo nos llevó llevo a enfrentarnos a problemas en esta recopilación de piezas, donde nosotras le pedíamos a una artista una obra del año 1997 y como no hay coleccionismo, esa pieza o está arrumbada en la casa de los padres de la artista o fue reciclada para concretar otra realización o, simplemente, ya no existe", señala.



Por eso la crítica apunta a un exceso de financiamiento para la realización de obras por parte de los estamentos públicos ligados a la cultura, especialmente el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, que a pesar de haber aumentado con el tiempo, ha ignorado un aspecto fundamental que es la conservación de la piezas.



A este factor se suman aspectos como la explosión de escuelas de arte. "En Santiago en estos momentos hay más de 12 escuelas de arte, mucho más de lo que hay en ciudades como Nueva York. A eso se suman las escuelas en regiones que suman cerca de 16", agrega Soledad Novoa", apuntando a la necesidad de explorar las afecciones que han generado estos factores a la producción artístico-visual en Chile, especialmente el trabajo a cargo de mujeres.



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