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Los intelectuales que se convirtieron en fans de Cuba y Fidel

El autor español de origen cubano Ivan de la Nuez llegó a Chile para presentar su más reciente obra, un repaso ácido e irónico sobre la serie de intelectuales norteamericanos y europeos de todos los tiempos hasta la actualidad que se han visto fascinados con la isla y el gobierno del carismático gobernante isleño.


En 2009, se cumplirán 50 años desde que la Revolución Cubana terminó con el gobierno de Fulgencio Batista y convirtió a la isla en el denominado "paraíso socialista", con un gobierno totalitario que hasta hoy, cuando el comunismo y las convicciones marxistas viven más que en un franco anacronismo, se enaltece como una de las pocas naciones que vive bajo un régimen de estas características.



No obstante y a pesar de las críticas políticas y sociales que apuntan directamente a Fidel Castro, su figura y la de la revolución a su cargo se han transformado a lo largo de la historia en motivo de admiración para intelectuales de todo tipo y de todo el mundo. Escritores, poetas, ensayistas humoristas, músicos y cineastas han encontrado su propia fascinación en ambos elementos sostenidos por el socialismo, consiguiendo a la vez una base sobre la cual sostuvieron sus críticas hacia el modelo neoliberalista liderado en el mundo por Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial.



Tan prolífera fue esa fuente de admiración que muchos han sido los trabajos que ha alimentado el hambre revolucionaria de intelectuales y artistas. Un ejemplo claro es el del cineasta alemán Win Wenders, quien en 1996 siguió los pasos de otro admirador de la cultura de la isla, Ry Cooder, quien llegó hasta La Habana para grabar un disco junto a longevos músicos, como el fallecido Ibrahim Ferrer, entre otros. De allí surgió en documental que en 1996 deslumbró al mundo bajo el título de "Buena Vista Social Club" transformando a la cultura cubana en una "niña bonita" a mediado de los 90..



A este ejemplo se suman el del intelectual francés Jean Paul Sartre, quien estuvo en Cuba y quedó obnubilado con la revolución y con los revolucionarios cubanos, en especial con Fidel y Ernesto "Che" Guevara, experiencia que más tarde le permitió escribir "Huracán sobre el Azúcar".



"Se trata de intelectuales que proyecta su fantasía revolucionaria en una isla lejana como es Cuba y que se inicia con Sartre", señala en conversación con El Mostrador.cl Ivan de la Nuez, ensayista y crítico de arte nacido en La Habana en 1964, actual profesor universitario en Barcelona, ciudad en la que reside hace 16 años.



Contrarremetida crítica



Asegura que, actualmente, su relación con la isla es absolutamente familiar. En el último tiempo ha viajado hasta allí en dos ocasiones, sólo con el propósito de visitar a sus padres y asegura que en Cuba las cosas no han cambiado mucho, con excepciones como Internet, que se ha transformado, en el último tiempo, en una verdadera "revolución".



"Este libro surge de mi experiencia personal de vivir más de 15 años fuera de Cuba y ver cómo el país se ponía de moda con Buena Vista Social Club, con el boom de escritores cubanos, con la fascinación turística por La Habana gracias a la despenalización del dólar", asegura.



"El principal norte de este trabajo es analizar e identificar a estos grandes intelectuales que se habían enamorado de la Revolución Cubana, así como John Lennon y Anddy Warhol se enamoraron de la China comunista", dice justificando la publicación.



Entre los puntos más destacados sobre las razones que permiten que "Fantasía Roja" exista como tal, figura el paso de una utopía a otra por parte de una serie de intelectuales extranjeros.



"Cuando Cuba se sovietiza en 1970, muchos intelectuales decepcionados de la isla ven su nueva utopía hecha realidad en Chile con el gobierno de Salvador Allende. Luego del golpe, aquí vino la revolución sandinista, entonces todos se fueron a Nicaragua y ahora la utopía revolucionaria de moda entre los intelectuales contemporáneos es Hugo Chávez en Venezuela", indica.



Por eso, De la Nuez está convencido de que está obligado a escribir sobre este tema después de la caída del muro de Berlín y por la residencia europea de los intelectuales encantados con Cuba. "Ellos viven en Berlín y en Europa y, así como ellos escribieron sobre mi país, yo me vi en la obligación de escribir sobre lo que ellos pensaban al respecto", detalla.



Cuba en el siglo XXI



A pesar de la trascendencia que la Revolución Cubana significa para ese país y los paradigmas que predominaron en el mundo durante la época de la Guerra Fría, la isla se abre al mundo poco a poco y se posiciona en un nuevo escenario que podría cambiar el destino predeterminado por el propio Fidel Castro.



Ese escenario lo dio la enfermedad del mandatario, que lo alejó, por primera vez y durante muchos meses, de la preponderancia que ha ocupado durante las más de cuatro décadas en que se ha mantenido en el poder.



No obstante y a pesar de las especulaciones sobre la continuidad de su hermano Raúl en el poder en el caso de la muerte de Fidel, Iván de la Nuez parece articular un panorama mucho más sensato y coherente con lo que hasta ahora parece elemental en la dirección política de Cuba post Fidel.



"La originalidad de Cuba en el siglo XXI sería instaurar un socialismo democrático, no seguir con el actual sistema de gobierno", propone.



"Lo que Cuba necesita es no seguir viviendo de símbolos. Los íconos no soportan el peso de la vida cotidiana. Creo en los valores de izquierda, es importante la atención a la justicia social y todo eso, pero me parece que el socialismo y los adherentes a la izquierda en la isla, deben tener la imaginación suficiente para llevar a cabo un proyecto político de este corte en la mayor diversidad de opiniones posible, incluso las de derecha", destaca.



El principal problema que identifica el autor es la desconfianza que existe por parte de la dirigencia política cubana hacia las nuevas generaciones, colocando al frente del país en política, cultura y todos los frentes importantes que construyen una nación, a gente longeva, envejeciendo de esta manera al país.



"Todo indica que no hay confianza en la gente que creció con la revolución. Si tan bueno es el modelo político por qué no se le da el poder a las nuevas generaciones. La izquierda ortodoxa de Cuba sigue pensando y proyectándose políticamente como si el muro de Berlín no hubiera caído", concluye.

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