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El día en que los organilleros se reinventaron y mantuvieron su tradición

Una corporación cultural. Un chileno convertido en el primer latinoamericano experto en fabricación de organillos. Exposiciones multimediales. Esas son solo algunas de las novedades del documental »Cartas a un amigo alemán», que trae de regreso una vieja tradición nacional.


De vez en cuando, algún domingo por ahí, el sonido de un organillo despierta a los chilenos llamando presuroso antes que se acaben lo remolinos de papel. Una postal que no sólo genera nostalgia por una tradición nacional que parece haberse perdido y que sólo mantienen en el recuerdo algunos hidalgos caballeros que todavía conservan en buen estado aquellos viejos armatostes sonoros.



Pero pocos saben que hoy los organilleros en Chile se encuentran agrupados, que realizan seminarios sobre su arte, que cuentan con un show multimedial que presentan en teatros, que un chileno es el más respetado en Alemania, país de origen de este instrumento, considerado el primer instrumento que permitió amenizar fiestas sin la necesidad de una orquesta.



Todos estos antecedentes forman parte del documental "Cartas a un amigo alemán", realizado por el periodista Rodrigo Quintana y el camarógrafo Cristián Orellana, quienes decidieron emprender un trabajo audiovisual que deja en evidencia el olvido que por años sufrió el oficio y del nuevo horizonte de los organilleros locales.



"La época de oro del organillo en Chile fue a finales del siglo XIX hasta 1940, cuando llegaron los últimos organillos al país", explica Rodrigo Quintana. "A partir de esa época los organillos empiezan a competir con los butlitzer y la radio, que tuvo una fuerte llegada en el público chileno. Ese fue el motivo del bajón que tuvo esta disciplina", agrega.



Después de 50 años del ocaso de esta tradición, los organilleros chilenos cuentan con nuevos horizonte. Ya no son sólo las calles sus principales escenarios, sino teatros y mesas redondas donde, por ejemplo, presentan un espectáculo multimedial que narra la historia del instrumento, iniciativa a cargo de la "Corporación Cultural de Organilleros de Chile".



Pero además quienes se dedican a este oficio tiene su propio héroe: Manuel Lizama, protagonista del documental impulsado por Quintana.



«El objetivo era filmar la fabricación de un organillo. Pero la cosa creció y terminamos registrando otros sucesos como la entrega de la medalla patrimonio que entregó Valparaíso, la visita Wolfgang Brommer a Chile, una figura importante en esta historia, ya que es el dueño de una de las pocas fábricas que en su país se dedican a construir organillos", explica.



"Bajo este contexto -agrega- conocimos a Manuel Lizama, quien a los 50 años se ha convertido en el único fabricante experto de organillos en Chile y además cuenta con el respeto de centenarias fabricas alemanas", cuenta el realizador sobre el personaje central de su documento fílmico.



Organilleros unidos y jamás vencidos



Desde la aparición de la radio, el organillo perdió su espacio como instrumento útil para amenizar fiestas y encuentros, en las épocas donde era necesario contratar grandes orquestas. Por ello, fue desplazado casi como un objeto decorativo, autóctono, un broche "patrimonial" de una identidad chilena que funciona bajo el reinado del Mp3.



El letargo llegó a partir de la década de los 60, cuando el "boom" de las radio emisoras y el origen de movimientos musicales como "La nueva ola", relegaron el oficio del organillero a las plazas de los barrios. Una situación que ya en los años ochentas era pintoresca, casi como una postal del recuerdo.



No obstante, el trabajo sigiloso de Lizama y compañía permitió modernizar el movimiento y transformarlo en un colectivo organizado que alcanza ribetes insospechados en todo el mundo, logrando el respeto y la constante y fluida comunicación, por ejemplo, con fabricantes alemanes.



"Este documental no es una mirada tradicionalista de la disciplina. No intenta mirar al pasado con nostalgia y terminar con conclusiones que lamentan la desaparición de lo que consideramos una práctica tradicional", explica Quintana. "Muy por el contrario, este trabajo audiovisual permite saber al espectador en qué están los organilleros chilenos", agrega.



Los avances en la disciplina apuntan principalmente a la corporación cultural que los agrupa y que, gracias a varios fondos concursables entregados por el Estado, les han permitido restaurar 26 organillos en todo el país, un volumen bastante alto en comparación con otros países.



Otro aspecto importante son las alianzas que los organilleros chilenos lograron con otras personas que permiten que el movimiento aumente su cantidad de integrantes. Este es el caso de Edgar Ugarte, un músico chileno que junto a Lizama lograron renovar la esencia del organillo.



"Lo que consiguieron fue recuperar la tradición del cilindro de madera, rescatando canciones con teoría musical para la fabricación de organillos con más de 5 mil notas clavadas a mano", precisa Quintana. "Gracias a esto, en Alemania se reconoce a Manuel Lizama como único en su clase. Incluso ha fabricado varios organillos para México, otro de los pocos países que mantiene esta tradición", puntualiza.



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