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«La soledad» de Jaime Rosales, gran sorpresa en XXII edición de los Goya


De forma completamente inesperada, «La soledad» de Jaime Rosales se convirtió en la gran ganadora de la XXII edición de los premios Goya del cine español al lograr los dos premios principales, mejor película y dirección, e imponerse a las dos favoritas, «El orfanato» y «Las trece rosas».



Tan sólo ha logrado tres galardones, pero el riesgo narrativo de Jaime Rosales en su segunda película, de vocación humilde, independiente y con un escaso éxito de público, ha convencido a los miembros de la Academia para ensalzar a «La soledad» como la cinta del año, que no se puede ver en salas y ya está editada en DVD.



«El orfanato», de Juan Antonio Bayona se ha impuesto en número de premios, con siete galardones, mientras que Emilio Martínez Lázaro, con «Las trece rosas», ha sido el gran derrotado de la noche con tan solo cuatro victorias de entre las catorce candidaturas a las que optaba.



Rosales, director de «Las horas del día», ha subido dos veces al escenario del Palacio Municipal de Congresos de Madrid, en el Goya a la mejor dirección y mejor película, para abanderar «un tipo de cine que, desde la radicalidad del lenguaje, busca conectar con el público» y recordar a algunos de esos cineastas, como Iván Zulueta o Joaquín Jordá, «que tanto les costó estrenar y obtener notoriedad».



Por su parte, el debut cinematográfico de Juan Antonio Bayona se ha saldado con siete galardones, entre ellos mejor guión original, aunque no haya vencido en los categorías principales.



La Academia ha saldado su cuenta pendiente con la eterna nominada Maribel Verdú, quien ha recogido emocionada el premio a mejor actriz protagonista por su papel en «Siete mesas de billar francés», en la que era su quinta candidatura a premio.



El «duelo generacional» en la categoría de actor protagonista, entre los veteranos Alfredo Landa y Álvaro de Luna y los jóvenes Tristán Ulloa y Alberto San Juan, se ha saldado con la victoria de este último, por su papel en «Bajo las estrellas».



No ha logrado el galardón por «Luz de domingo», pero Alfredo Landa -que recibió el premio al mejor actor en el Festival de Cannes de 1984, junto a Francisco Rabal- ha recogido el Goya de Honor y ha dedicado el premio a su «profesión, que ha sido lo mejor» de su vida, de en un largo, confuso y sorprendente discurso que mantuvo en vilo a toda la audiencia.



José Manuel Cervino se ha impuesto en la categoría de actor secundario por su trabajo en «Las trece rosas», mientras que una ausente Amparó Baró se ha llevado el de actriz secundaria, y las revelaciones ha sido José Luis Torrijos, por «La soledad», y Manuela Velasco, por «REC».



Si el pasado año la asistencia de Viggo Mortensen, Penélope Cruz, Guillermo del Toro o Daniel Brühl aportó cierto carácter internacional a la gala, en esta ocasión Javier Bardem era la única estrella internacional a la que se esperaba, aunque finalmente el actor candidato por segunda vez al Óscar por «No es país para viejos», no acudió a la misma.



A pesar de ser productor de «Invisibles», cinta ganadora al mejor documental, el premio lo recogieron algunos de los directores que participaron en él como Isabel Coixet y Fernando León de Aranoa, que disculparon la no asistencia del actor.



Ha sido además una noche en la que los cortometrajes han vuelto a ocupar su sitio en la gala, tras la intención inicial de relegarlos de la ceremonia central, aunque sólo a medias, ya que los ganadores en las tres categorías correspondientes a las películas en formato corto han tenido que recoger y dedicar sus premios en bloque.



EFE

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