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Orgullo y prejuicio: la resistencia nacional a la literatura de autoayuda

Antes de que su nombre apareciera en la crónica roja, en las de sociales o las de negocios, Gerado Rocha tuvo su lugar en la sección literaria. Eso sí, dentro de un género espurio para la crítica pero sexy para las editoriales y las masas. En Chile, no es el único cultor del consejo fácil que suena lindo.


Quien admita públicamente que acude a literatura de autoayuda se arriesga a un bochorno seguro. Socialmente, pocos son capaces de declarar que tienen un ejemplar en el velador por miedo al castigo o la estigmatización. Acudir a un texto que plantea soluciones vitales implica cruzar una barrera de prejuicios que en Chile es alta.



"Solo un mediocre piensa que un hombre jamás puede caerse", escribió Gerardo Rocha en su libro "Todo está en ti". Hoy el ex rector de la Universidad Santo Tomás está hospitalizado, aquejado por serias quemaduras resultado de la peculiar forma que ideó para resolver un tema pendiente de su mujer. El juicio público y la referencia al texto de autoayuda que publicó en 1985 se hacen inevitables.



Una razón más para cuestionar un género poco productivo y explotado en el país. Los autores se pueden contar con los dedos de las dos manos y muchos huyen de la clasificación. "A mí el título de autoayuda no me complica nada, pero socialmente tiene un cuento, es como si fuera un librito" dice entonando despectivamente la sicóloga y autora del best seller "Viva la diferencia", Pilar Sordo.



Quien se hiciera famosa en 2006 por abordar las diferencias de género admite que no se esperaba el "bombazo" que trajo su texto y que la carencia de autores en Chile se debe a los estigmas que existen.



El asunto es que somos chilenos. Y como tales, portamos inherentemente la idea de omnipotencia y la fijación de no reconocer cuando requerimos apoyo. "Tengo que demostrar que soy fuerte, por lo tanto no necesito andar leyendo esas cosas", dice Sordo, toda una excepción de ventas entre los representantes de la autoayuda.



Self made man



Isidoro Loi era chico, flaco y feo cuando adolescente. Para colmo, su nombre era poco común y muy susceptible a las burlas. Cuando conocía niñas en las fiestas se autodenominaba Patricio y tuvo que luchar para salir a flote de este gran drama que le significaba su aspecto físico. "Lo que fue un problema me significó una autoayuda", cuenta el autor de "Hombres", "La Mujer" y "El Matrimonio", entre otros.



"El primer año es el más difícil, los demás son imposibles", plantea Loi en su libro dedicado al vínculo marital entre hombre y mujer. "Es una institución mal hecha, muy perversa, pero no se ha encontrado algo mejor. Porque al final al vivir en pareja, el drama es tener que aguantarse mutuamente durante mucho tiempo", dice.



El autor, un pionero en la literatura chilena del género, cuenta que las experiencias personales le han servido mucho para sus textos, pero que "la autoayuda casi se la tiene que encontrar uno mismo. Estamos en un mar muy grande, pero cada uno anda en un botecito solo. Entonces para cada uno de nosotros la ayuda es distinta".



Los tiempos cambian y con él, cambian también las relaciones y "las ayudas que se necesitan". Loi cita como ejemplo al padre desesperado que recurre a un libro para saber cómo lidiar con sus pequeños energúmenos. "Hace veinte años atrás al papá no le interesaba ni le iba a preguntar a nadie, le daba un cachuchazo al cabro y se acababa el problema. Hoy no es así", dice Loi.



"A los norteamericanos les encanta esa cuestión de la autoayuda, del que empezó con un centavo y terminó con un millón de dólares. Pero al chileno no le gusta que lo pillen en falta. Nadie quiere que quede al descubierto que tiene debilidades", afirma Loi, quien se cuestiona cómo todavía nadie ha escrito un libro sobre los nombres.





"¿Cómo enfrenta la vida un Odlanier?" dice, refiriéndose al ex director de la CNI Odlanier Mena, quien lleva el nombre Reinaldo escrito al revés. "A alguien como él le vendría muy bien que alguien recopilara en un libro todos los nombres que perjudican", ríe Loi.





Sí a la ayudita



"Es un género al que se va a recurrir siempre, aunque haya personas que consideren que es algo menor. La autoayuda es necesaria" dice Clemencia Sarquis, autora de "Me enamoré de un hombre casado y otras infidelidades" y "¿Felicidad o espejismo?".



Y aunque los autores sean "un poquito menospreciados", hay un grupo de personas que recurre a ellos, asegura. "Mucha gente busca asegurarse o percibir que aquello que le pasa, le pasa a mucha gente. En estos libros hay escritas cosas de la vida cotidiana y no son ficción".



Pilar Sordo piensa que, aunque actualmente recurrir a este género es visto como una minusvalía, "el desarrollo de las personas está tendiendo a buscar fórmulas de crecimiento interno, hay cada vez menos prejuicios en relación a la exploración de estas fórmulas y por lo mismo ha ido aumentando este público".



"Los libros de autoayuda en general no son recetas", dice Sarquis defendiendo el género. "Los que sirven son aquellos que hacen reflexionar a la persona en torno a un problema y que encuentre su camino", asegura. Sordo coincide: "En la medida que te ves, te ayudas. Los libros de autoayuda buenos son los que te reflejan. Los malos son los que te escriben tareas pero que no te identifican".

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