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Donde manda capitán, puede haber un Golpe

Esta es la historia de un grupo de marinos dispuestos a defender la Constitución contra el alzamiento de los oficiales navales que fraguaron el 11 de septiembre del 73, y que la leyenda negra calificaría como parte del Plan Z. Torturados y vejados por sus propios compañeros, la investigación de Jorge Magasich recuerda a quienes osaron decir no, y se rebelaron dentro de una institución marcada por el clasismo.


Un año antes del 11 de septiembre de 1973, las tropas de la marina ya sabían qué se tramaba al interior de las Fuerzas Armadas. Lo que comenzó como una fuerte crítica al gobierno de la Unidad Popular pronto adquirió otros ribetes. "De ser oposición pasan derechamente a llamar a la insurrección", dice Jorge Magasich, historiador y autor de "Los que dijeron ‘No’. Historia del movimiento de los marinos antigolpistas de 1973", libro que se acaba de lanzar por editorial LOM.



Fue en ese entonces cuando, preocupados, numerosos integrantes de la marina informaron a los partidos de izquierda lo que estaba sucediendo. Así toman contacto con grupos como el Mapu y el MIR, además del Partido Socialista, y les informan los planes que han formulado para evitar que el golpe de Estado se concrete.



El más ponderado de ellos implica tomarse los buques el día antes. Algo que a Óscar Garretón, secretario del Mapu, le pareció una locura. "Los marinos ven antes que la sociedad este golpe que se está gestando", asegura Magasich, exiliado en Bélgica desde 1974, desde donde realizó esta investigación para doctorarse.



En 1973, cuando ya el Golpe era evidente, comenzaron las detenciones. Específicamente el 5 de agosto. A partir de esta fecha comienzan una serie de "primeras veces" en Chile, que se irán repitiendo con el transcurso de los hechos que se desencadenan con el golpe de Estado. Sin embargo, estos "pioneros" quedarán relegados como un episodio oculto y tergiversado de la historia de Chile.



La primera vez



"Por primera vez militantes de izquierda retiran de sus domicilios, con apresuramiento, toda documentación o libro revelador de sus ideas políticas (Â…) la fracción golpista de la Armada organiza y equipa los primeros grupos de torturadores (Â…) Nunca antes se había negado a los abogados el derecho a entrevistarse con sus defendidos y no se respeta el plazo de cinco días para presentar a un detenido ante un juez", dice Magasich en su texto.



Lo que sigue es conocido por todos: el 11 de septiembre se concretó el Golpe y comenzó a circular la versión del "Plan Z", una supuesta maquinación para eliminar a los altos mandos de las Fuerzas Armadas y en la que los marinos antigolpistas son parte fundamental. "La mayoría de la población cree la existencia de este plan y, con este pretexto, se justifica el golpe y se infunde el odio necesario para torturar y matar", asegura Magasich.



La idea del "Plan Z" se oficializó a fines de octubre de 1973 con la publicación del "Libro Blanco del cambio de gobierno de Chile", a cargo de la Secretaría General de Gobierno. En el texto se indica la "existencia de un complot para subvertir a la marinería, organizado por los altos dirigentes de la Unidad Popular. Consistía en capturar las naves asesinando a cuchillo a los oficiales, para luego bombardear el puerto e ‘imponer la dictadura del señor Allende’", dice el autor en su texto.



El Libro Blanco "es la falsificación más trascendente de la historia de Chile", dice Jorge Magasich sobre la publicación de la que se reconoció como redactor el historiador Gonzalo Vial Correa. Según Magasich, Vial Correa "aceptó un documento que le entregaron como cierto y no lo sometió al rigor histórico. Dio rango de política de gobierno de Allende al Plan Z".



Las órdenes v/s la ley



Sin excepción, las marinas funcionan en espacios reducidos, como un buque. Y particularmente, la Armada chilena está estratificada en clases o castas desde que los jóvenes se inician en la carrera. La división entre Escuela Naval y Escuela de Grumetes es evidencia de esto y, según Magasich, "la prioridad es mantener este sistema".



"Hay que tener apellido para entrar a la escuela naval, es muy difícil que entre un Pérez o un González", dice Julio González, uno de los cabos denominados antigolpistas de la marina. Don Julio tiene una visión de la historia distinta a la que han contado, "porque uno fue parte de lo que sucedió", pero sin embargo, no es capaz de referirse a su caso personal. Dice que ni con todas las palabras que se adorne un texto se podría llegar a expresar lo que vivió. "Porque una cosa es que te tomen preso, te detengan, te torturen. Pero otra es que te lo hagan tus propios compañeros".



En 1973 González se encontraba en Inglaterra, perfeccionando sus conocimientos de técnico electricista, pero dos años después fue apresado por sus ideas antigolpistas. Las tropas de la marina están compuestas por técnicos especializados y eso para Magasich "pesa más que la instrucción militar". Por lo mismo, en una institución conservadora, donde las "oficialidades son aristocráticas, oligárquicas, autoritarias", el pequeño espacio se transforma en una especie de feudo donde "la tropa es un útil sin derecho a reclamar", dice.



Para González, el propósito del movimiento que se dio "era respetar la Constitución de 1925, nada más. Sabíamos con el poder que contábamos y ese poder asusta, porque cuando se vuelve contra el pueblo es peligroso. Sabíamos que se podía generar una gran catástrofe en nuestro país". Y asegura que no es memoria lo que le falta a Chile, "sino reconstruir el tejido social, un elemento que destruyó la dictadura y que marca a una sociedad tan fundamentalmente".



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