Publicidad

Jorge Edwards cree que las novelas no sirven para combatir dictaduras

Edwards, quien estuvo cinco años en España tras el golpe de Estado de Augusto Pinochet, se declaró contrario al realismo socialista, que apuesta por utilizar la escritura para cambiar la sociedad, pues -en su opinión- las novelas son sólo «artefactos verbales con una función estética».


El escritor Jorge Edwards, autor de la obra «Persona non grata» en la que criticó el régimen de Fidel Castro tras ser expulsado de Cuba en 1973, dijo este martes que «las novelas no sirven para cambiar un Gobierno o para combatir una dictadura».



En una entrevista con Efe, Edwards (Santiago, 1931), quien estuvo cinco años en España tras el golpe de Estado de Augusto Pinochet, se declaró contrario al realismo socialista, que apuesta por utilizar la escritura para cambiar la sociedad, pues -en su opinión- las novelas son sólo «artefactos verbales con una función estética».



Edwards presenta este martes en Santiago su novela «La casa de Dostoievsky», galardonada con el segundo Premio de Narrativa Iberoamericana Planeta-Casamérica, en un encuentro en el que estará acompañado del escritor colombiano Fernando Quiroz, finalista del galardón con la obra «Justos por pecadores».



En su novela, el Premio Cervantes 1999 se sumerge en la vida de los poetas a través de las calles de Santiago de Chile, La Habana y París porque siempre pensó que «la atmósfera de la poesía tenía que darse en la prosa».



«Escribí esa novela porque comencé a leer y escribir poesía de adolescente, y eso fue lo que me sacó del camino del orden burgués», comentó Edwards, quien nació en el seno de una familia acomodada que prefería que el joven se dedicara al Derecho y no se desviara hacia la Literatura.



Edwards, que sólo publicó «algo de poesía en alguna revista» hace 20 años, pasó pronto a escribir prosa porque no se sentía «verdaderamente un poeta».



En cambio, dijo, se reconocía como un «lector de novelas y cuentos» que veía relatos en cada uno de los rincones del céntrico barrio de Santiago donde nació y aún reside.



Entonces empezó a «recoger e inventar historias en forma de cuentos», al tiempo que el contacto con los poetas y con sus obras le hizo sentir que «la atmósfera de la poesía tenía que darse en la prosa», y eso fue lo que intentó lograr desde que comenzó a redactar.



En ese proceso, en el que mezcla la imaginación, la memoria y la investigación, el autor de «Desde la cola del dragón» invierte «mucha plata» para viajar y documentarse, aunque aseguró con sorna: «Yo no me atrevo a pedir una beca, porque tengo apellido de rico, aunque soy pobre».



De su infancia, que se trenzó en un colegio jesuita de la capital chilena, Jorge Edwards recordó que recibió una educación «severa y represiva» hasta que una nueva generación de religiosos, entre ellos el padre Alberto Hurtado, fundador de la entidad benéfica «Hogar de Cristo», le enseñó a «mirar la pobreza de Santiago».



El escritor, Premio Nacional de Literatura en su país en 1994, adelantó que tiene un libro de cuentos «casi terminado» y que se plantea escribir «algún tomo de memorias muy remotas de su infancia, adolescencia y primera juventud», cuando conoció a importantes personalidades de la vida política chilena.



Sobre la educación, materia sobre la que se debate en la actualidad en el país, comentó que «progresa muy poco, pese a que se invierte mucho dinero».



Además, resaltó que «la atmósfera cultural de Chile no permite que los niños enriquezcan su visión con grandes museos y teatros».



Edwards comparó la situación con otros países, como Francia, adonde le llevó su carrera diplomática, que en 15 años le permitió comprender la relevancia de factores internos de los conflictos que «desde fuera no se ven», como mostró en la obra «Persona non grata», sobre los tres meses que pasó en Cuba.



El escritor valoró que sus ciudadanos tengan ahora mayor acceso a la información a través de celulares y computadoras.



Sin embargo, afirmó que «las transiciones son imprevisibles porque dependen del deseo de libertad que tenga un país, y eso en el caso de Cuba no se puede saber, porque la gente no se atreve a manifestarlo».



EFE

Publicidad

Tendencias