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Lanzar un libro ya no es como antes

 En su mejor momento la presentación de un libro era un evento imperdible, tal vez la única excusa para codearse con la gente in. Hoy los presupuestos han bajado y el interés también. Si alguna vez se hicieron en el Sheraton o el Club Hípico, con auspicios incluidos, hoy es una costumbre que cada vez tiene menos relevancia. Salvo excepciones, claro está.


Es difícil elegir: con pocos minutos de diferencia se presentan tres libros en la Estación Mapocho, en el marco de la Feria Internacional  del Libro. Alberto Fuguet hace lo suyo con la compilación de textos del colombiano Andrés Caicedo, junto a sus amigos Héctor Soto y Sergio Gómez, este último, igual que el autor de Mala Onda, un veterano de la época de oro de los libros, cuando un lanzamiento era imperdible. Ahora la sala está a medio llenar, con más ene enes que nada, y entre los «conocidos» sólo se ve a al cineasta  Nicolás López.

Siútico, de Oscar Contardo, al tope por varias semanas de las ventas en No Ficción, ha logrado llenar la sala Acario Cotapos, justo al lado. La mayoría es gente que quizás sea la única vez que llegue a un evento como éste, donde a su turno hablan el crítico Juan Manuel Vial, amigo del autor, la antropóloga Sonia Montecino y Carolina Urrejola, la blonda e inteligente periodista de Canal 13. Al frente, físicamente hablando, Alfredo Jocelyn-Holt presentando el tomo III de su Historia General de Chile,  logra repletar la sala Pedro Prado, más pequeña y casi escondida. Otra vez entre los elegidos para hablar Héctor Soto, pero ahora junto a Gabriel Salazar. La concurrencia llena de «rostros» da cuenta de la popularidad que rodea a Jocelyn-Holt, pero el evento tiene el glamour de un claustro académico. 

Falabella auspicia

El panel de «Siútico» sigue una receta antigua en el oficio de organizar lanzamientos: «Dependiendo del libro se eligen los invitados para llevar dos públicos. Si la Cecilia Bolocco presenta un libro invitas a Jorge Edwards y si es un escritor puedes incluir un actor como Gonzalo Valenzuela», dice Jovana Skármeta una «leyenda» del mundo editorial, que ha trabajado en algunos de los sellos más importantes.

Un buen ejemplo de esta costumbre fue la presentación de ¿Se han Fijado? de Sergio Freire, parte del elenco de «El Club de la Comedia» de Chilevisión. El panel estaba mezclado con la actriz Carolina Varleta, y el escritor Alejandro Zambra, uno de los más solicitados del momento, exclusiva firma local del sello Anagrama.

Precisamente Jorge Edwards es de los personajes que ya no presenta libros, pues el autor de Persona non grata protagonizó uno de los eventos más apoteósicos que se recuerden de este tipo. En el 2000 Edwards venía de ganar el Premio Cervantes del año anterior y el lanzamiento de «El Sueño de la Historia» estuvo a la altura de las circunstancias. Falabella auspició un evento para 400 personas en el hotel Sheraton al que asistió lo más granado de la socialité local. La fiesta, muy regada según los que asistieron, funcionó como el fin de una época en que el negocio editorial era más familiar, y había euforia entre los que respiraban el aire fresco que rodeaba a la escena cultural post dictadura. Edwards también lanzó otro de sus libros en el Club Hípico.

La familia editorial

«Iba mucha gente de las otras editoriales, desde secretarias a vendedores. Eran los primeros que invitábamos, antes que al resto. Lo pasábamos muy bien. Además las editoriales consideraban como algo muy importante el lanzamiento dentro del presupuesto asignado al libro», cuenta Skármeta. Incluso a comienzos del año entre los encargados de organizar cada evento se ponían de acuerdo para no toparse en las fechas.

Un detalle vital era escoger el lugar. Entre los que se repetían estaba la librería Altamira de Jorge Edwards hijo en el Drugstore, el edificio de Telefónica y el restaurant Squadritto, en el Barrio Lastarria.

Hoy la industria editorial está en crisis, o al menos se ha vuelto tan gélida como el retail y los lanzamientos ya no son lo de antes. «Guardando las proporciones, porque va gente más cuica y todo, el lanzamiento de un libro ahora es como ir al de un perfume, puede pasar sin pena ni gloria y es porque a las editoriales les importa menos. Los presupuestos han bajado mucho. Antes uno iba porque era una excelente ocasión para codearse con todo tipo de personajes», dice un periodista del frente cultural.

En efecto, Chile es uno de los pocos países donde todavía se usa este tipo de eventos. «En España las editoriales dejaron de hacerlo porque se dieron cuenta que sirve muy poco y prefieren convocar a una rueda de prensa», dice Jovana Skármeta.

Ahora, los sellos incluyendo sus representantes locales, prefieren invertir en el marketing tradicional para promocionar sus títulos. Los lanzamientos, más que fiestas imperdibles y transversales, se han convertido en la excusa de los escritores para reunir a sus amigos y a la familia. Como en agosto de este año, cuando Ernesto Ottone y Sergio Muñoz lanzaron el ensayo Después de la Quimera, donde expiaban su pasado comunista. La presentación estuvo a cargo de Enrique Correa y entre los invitados estaba Ricardo Lagos y un séquito de connotados que lo aplaudió como a un emperador. Pero no todo está perdido. Basta un rápido sondeo para saber que el lanzamiento del año, al estilo de los viejos tiempos, fue el de la novela Los Nenes, de Patricio Fernández, en el Liguria de Luis Thayer Ojeda. Ahí quedaron al descubierto las excelentes conexiones del autor que logró reunir a lo más selecto del Chile transversal: pintores, editores y políticos, todos muy relajados, tanto que la velada terminó con baile. Aunque Raúl Zurita, uno de los presentadores, cuando calificó la novela como «desoladora» aunque está llena de ironía y anécdotas, dejó claro que los lanzamientos empiezan a tener el triste envejecer de lo que pasa de moda irremediablemente.       

 

 

 

 

 

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