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La Nana, el Óscar y La Isla

Gabriel Angulo Cáceres
Por : Gabriel Angulo Cáceres Periodista El Mostrador
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Existe la polémica sobre por qué va al Óscar «Isla 10» y no «La Nana». Mi sensación final es que «La Nana» efectivamente habla del país que somos post dictadura y es una mejor postal política y sociológica del Chile actual. Por lo mismo, no somos contrarios al cine histórico y creemos en la memoria, pero sí estamos a favor del cine del presente. Porque este país cambió y hemos dejado de ser una isla.


La Nana está dejando la tendalada. La prensa del mundo entero ha comentado la película sin ahorrar elogios. Washington Post, New York Times, Le Monde, Inrockuptibles.  Varsovia y ahora premio del público en el Festival de Cine de Valdivia. ¿Qué pasa con esta película que es bien recibida donde se la exhibe?

Cuando nos invitaron a hacer la campaña de la película confieso que quedamos todos para adentro. Camus, Amocain y yo. La vimos y no podíamos comprender los movimientos que ésta provocaba. Nos quedamos cerca de una hora comentando eso que contiene que no sabemos explicar muy bien. Con el paso del tiempo podemos entender que es en parte culpa de los que han tenido nanas y no han sabido nunca su apellido ni cómo se siente o si es feliz;  quizás es entender que finalmente es una historia de solidaridad y amor, de soledad, desamparo y redención, aunque sea «penca», es redención; también que es una historia de esclavitud lisa y llana en un país «moderno» y que quiere ser «primer mundo»; también un tapabocas para cineastas que plantean que no tienen presupuesto para filmar cuando finalmente lo importante es contar una historia aunque sea entre cuatro paredes.

La Nana es eso y muchas otras cosas, pero seamos objetivos: La Nana es cine de primer nivel que logra un objetivo primordial. Terminar en la mesa de los que la ven y continuar la película traspasándola a la conversación. A nuestra realidad. A nuestras miserias y pequeños grandes triunfos. Es curioso que la crítica principal a esta película haya sido que no tiene un rol político decidido. Ahí creemos que radica su principal virtud. No es un panfleto social sino una mirada sobre una enorme historia mínima.  Eso es cine finalmente, creemos los que hacemos marketing sobre películas. Encontrar algo de qué hablar después de la película. Eso que nos queda rebotando internamente y que es el centro de una conversación apasionada.

Supimos que La Nana sería un éxito apenas pudimos leer la conversación en Twitter, Facebook y posteriormente en la prensa. Ciertos grupos odiaban la campaña, pero detrás de ese odio se escondía la culpa. Otros la amaron porque les dio un espacio para hablar de sus nanas, de recordarlas y amarlas. Y las nanas, a quienes contactamos, sentían en la película un vehículo para mostrarse, aunque la Raquel fuera un personaje complejo y a veces atemorizante.  Si eso no es finalmente política, no sabemos lo que es. Bueno, quizás es simplemente emoción, un lugar común de proporciones bíblicas.

Ahora existe la polémica sobre por qué va al Óscar, Isla 10 y no La Nana. Mi sensación final es que La Nana efectivamente habla del país que somos post dictadura y es una mejor postal política y sociológica del Chile actual. Por lo mismo, no somos contrarios al cine histórico y creemos en la memoria, pero sí estamos a favor del cine del presente. Porque este país cambió y hemos dejado de ser una isla. Tenemos un lenguaje global que entienden todos los países y hemos abandonado aquello de hablar de nuestra historia y nuestros dolores, sino más bien impúdicamente hemos logrado hablar de nosotros aquí y ahora.

Y eso tiene un valor enorme, a veinte años de volver a intentar ser algo parecido a un país asumido libre y proyectado al mundo. Entonces el cine no tiene un rol político sino más bien, sociológico. Hablemos de lo que somos y seamos adultos asumiendo que esto hemos llegado a ser, aunque a veces sea un reflejo algo gris y cruel donde finalmente, sea como sea, nos redimimos. Y eso es La Nana. Ni más ni menos. Una historia de soledad en un país donde recién nos miramos al espejo. Y el mundo observa el reflejo y nos comenta. Una cosa que pareciera ser más chilena que los porotos con riendas, pero termina conmoviendo al más nórdico. Humanidad, que le llaman. Cine. Y de exportación.

*Javier Sanfeliú es publicista, ex director de radios y desarrolló la campaña de marketing de La Nana y películas como Mirageman y Grado 3. Actualmente está a cargo de la parte radial de la campaña presidencial de Eduardo Frei.

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