Un país que celebra sus derrotas, que se reconoce por el medio pelo y que justifica su herencia alcohólica en la necesidad de encuentro y una nueva esperanza para vivir son las temáticas que aborda este montaje de la compañía Teatro Niño Proletario
La historia se desarrolla en un bar ubicado en un pueblo del sur de Chile, que sirve de excusa para un grupo de hombres y mujeres que busca un refugio para sus vidas; todos ellos comparten la desesperanza y la frustración de ver nublado el horizonte de sus sueños. Alentados por el alcohol repasan sus existencias, encontrando en la fiesta un reducto de evasión y comunión con los otros. Sin embargo, un misterioso afiche que anuncia la llegada de un barco, transformará sus existencias haciéndolos tomar la decisión más importante y radical de sus vidas.
De esta forma, la sobrevivencia se instala como tema central, pero inserto en la carencia de oportunidades, en la necesidad de amor, en la distorsión de las relaciones sociales y en la amargura de sentirse engañado por un país desigual.
TEATRO NIÑO PROLETARIO
La compañía conformada el año 2005 cuenta con dos trabajos anteriores: “Hambre” una relectura del libro Los Vigilantes de Diamela Eltit (Fondart 2006) y “Temporal” (Festival Santiago a Mil 2009), en ambos proyectos desarrollaron la misma línea temática que motiva “El Olivo”: investigar y trabajar escénicamente una mirada particular de la identidad nacional, a partir de realidades como la bastardía histórica, el “medio pelo”, la discriminación y la marginalidad, una búsqueda por llevar a escena una mirada desprejuiciada de lo que somos como chilenos.
La compañía está conformada por Luis Guenel, Sally Campusano, Francisco Medina y Catalina Devia y, para esta ocasión, cuenta con una serie de actores invitados: Sergio Hernández, Patricia Guzmán, Silvia Marín, Claudio Riveros y Claudia Cabezas todos con extensas y destacadas trayectorias en el ámbito nacional y europeo; además de Antonio Altamirano y Cristián Flores, promesas de la escena teatral chilena.
