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El planeta se prepara para el final de «Lost»

Barcelona es la más activa en la celebración ya que acogerá el sábado 29 de mayo el «Lost Day», un conjunto de coloquios, talleres y visionados por toda la ciudad, estructurada en zonas como si de las estaciones de la iniciativa Dharma se tratase.


El final de «Lost» se acerca. Su último capítulo se emitirá en decenas de países y sus abnegados seguidores no van a dejar pasar la ocasión de armar una fiesta para despedir y homenajear a la serie de televisión más enrevesada de todos los tiempos.

El episodio 117, de dos horas y media de duración, llegará a la cadena estadounidense ABC a las 23.30 (hora del Pacífico) y los espectadores de España, Reino Unido, Italia, Portugal, Israel y Turquía lo seguirán en directo en lo que supone un acontecimiento sin precedentes en el mundo de la ficción. Canadá lo verá al mismo tiempo que la costa este de Estados Unidos.

Además, Disney, responsable de la distribución de la serie, informa de que 59 países proyectarán el esperado episodio entre 24 y 48 horas después de su estreno, con subtítulos en el caso de los territorios de habla no inglesa.

Fox y Cuatro darán el episodio en España en la madrugada del lunes y a AXN hará lo propio en México, Venezuela, Colombia, Argentina y Chile, aunque el martes.

La emisión simultánea, común en eventos deportivos y culturales, responde a la petición de los fans, ansiosos por descubrir el desenlace, y a una estrategia para contrarrestar la piratería porque «Lost» se ha convertido en un fenómeno de descargas en internet.

Poco importa madrugar o trasnochar -las diferencias horarias con la costa oeste de Estados Unidos son importantes en Europa- para acabar con la inquietud y evitar los «spoilers», es decir, a los «listillos» que se adelantan y destripan la trama.

«The End», como se llama el último capítulo de la serie, clausurará seis temporadas de ficción: 121 horas de enredos, conspiraciones, carreras por la selva y situaciones inexplicables.

Y para decirle adiós a la serie que más veces ha cortado el aliento y dejado con la boca abierta al público han surgido varias iniciativas ciudadanas espontáneas.

Por ejemplo, la aplicación «La noche perdida» de la red social Facebook, que permite imprimir sobre la fotografía de los usuarios el lema «RIP Lost», o un grupo virtual que ya pide una secuela de la serie que se llame «Back to the island».

La idea más peregrina ha sido el diseño especial de una caja de cereales, «Lostis», con un dibujo de Hurley, que podrán degustar en un desayuno temático los colegiales de distintas residencias de estudiantes de España el próximo lunes.

En países como España, México, Chile o Argentina se han organizado, a través de Facebook, proyecciones colectivas del último episodio en cines y locales con pantallas de alta definición. Los habrá que prefieran disfrutar del momento en soledad, pero poder «dar carpetazo» a la serie en grupo no tiene precio.

Los seguidores chilenos de la serie han organizado sendas proyecciones en Valparaíso y Santiago para ver, discutir y analizar el desenlace, al igual que en México DF y Buenos Aires.

Barcelona es la más activa en la celebración ya que acogerá el sábado 29 de mayo el «Lost Day», un conjunto de coloquios, talleres y visionados por toda la ciudad, estructurada en zonas como si de las estaciones de la iniciativa Dharma se tratase. Además, Bharma, el único local temático dedicado a la serie en todo el mundo, también en Barcelona, vivirá la madrugada del lunes un maratón de proyecciones antes de descubrir el final, al igual que cines en Madrid, Alicante y Valencia.

Apenas 60 horas antes del estreno, los usuarios de Twitter y Facebook se muestran impacientes y expresan su esperanza y temor alrededor del desenlace de «Lost». Nadie quiere sentirse decepcionado, pero la complejidad de la ficción hace prácticamente imposible que todos queden contentos con la resolución.

Lo que sí está claro es que el capítulo «The End» acabará con las cábalas y las apuestas que rodean el universo de «Lost» y que la serie que dejará en la televisión un vacío difícil de llenar. EFE

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