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El orgasmo del tambor

Olodum trae al Caupolicán un terremoto de ritmo y sabor directamente desde Salvador de Bahía. La banda de música afrobrasilera que le devolvió pigmento a Michael Jackson, es además una institución que ha luchado con música, orgullo racial y conciencia de clase para erradicar la pobreza de Brasil. Acá una crónica para ir aceitando caderas.


Tenía sangre en el pie. Un erizo de mar en Morro de Sao Paulo (la mejor playa del mundo) me incrustó una espina en la planta mientras nadaba en las tibias playas de Salvador de Bahía. Mi chica bebía caipiriña tostándose en la arena y una pareja hacía el amor al ritmo suave de las olas, cuando un pinchazo agudo me dejó cojo en la mitad del recorrido por esa yegua en celo que a veces parece Brasil desde el cielo.

Semanas después, ya lejos de Morro y sus noches de baile endemoniado, miraba cómo en el vendaje que me había hecho en una posta una mulata malas pulgas, aparecía un continente rojo y húmedo que parecía una frambuesa aplastada.

Apoyándome en mi chica subimos por las callejuelas de Pelourinho hasta la escuela donde ensayaba Olodum, la batucada mais grande do mundo, una máquina grado 9.1 que hace temblar la tierra y los corazones con tambores y coreografías alucinadas que nos recuerdan que el ritmo nació en África.

Pelourinho se parece a Valparaíso, también a Lisboa y es el centro cultural e histórico de la cultura negra en Brasil. Al puerto de San Salvador, que se domina desde la parte alta de la ciudad, llegaron hace siglos los esclavos procedentes del continente negro. Un fuerte gris todavía recuerda esa herencia cuando los turistas se embarcan a disfrutar de las islas de este país donde la gente bebe cerveza sonriendo mientras cae la tarde y los mendigos mueren con dientes de crack y unos labios eternos que parecen decir: “bellllezaa…”.

La mancha sigue creciendo en el pie, los vendedores de chelas en lata agotan su mercancía y los músicos ingresan al local. En la calle hay una fila de unas 15 personas que se sorprenden cuando pasa un grone de metro 90 y dreadlocks de colores con dos zurdos (el zurdo es un tambor gigante parecido a una lavadora que marca los pulsos en la música afrobrasilera).

Hay looks inspirados en Bob Marley, trenzas, dreadlocks, fosforescencias en los cabellos, mulatos que parecen toros de ébano, gordos felices, gordas excitantes y tal vez las chicas con los mejores traseros del universo mezclándose en un desfile que excita los sentidos.

Entramos a la escuela donde venden cerveza en recipientes congelantes que se extrañan en Chile y la masa ya supera las 200 personas. Hay un suave olor a Macoña y en un escenario la batería (cuerpo de tambores compuesto por 20 o más músicos) afina los “tarros”, sonríen, bromean, calientan los músculos, cimbran caderas, levantan brazos.

“Cómo está el pie”, pregunta G.

Alzo los hombros y muestro el vendaje rosado.

“¿Quieres sentarte?”, pregunta cariñosa.

“Quiero una cerveza”, alcanzo a decir cuando el repique hace su llamado.

Todos se juntan gritando y en segundos todo comienza a balancearse como en un 8.8 pero sin miedo.

Pop favela y Kawin chileno

Famosos en la cultura pop por un inolvidable video grabado en Pelourinho con Michael Jackson (They Don’t Care About Us), pareciera que el pálido Rey del Pop tratara con su brincos afeminados recuperar algo de su sangre negra sobre los adoquines que los esclavos mancharon siglos atrás.

Salvador de Bahía es el lugar fuera de África donde hay más descendencia negra. Y esa energía se siente en los tambores de Banda Olodum, colectivo musical y político que nació en 1979 articulando la fusión de la música afrobrasilera con ideas progresistas donde la igualdad y el orgullo racial eran tan fuerte como las “dobradas” de sus zurdos (series de cuatro golpes que se realizan sobre los tambores).

Pero el currículum musical de la banda es mucho más consistente que la exposición mundial que les dio MJ. Herbie Hancock, Wayne Shorter o Ziggy Marley han probado su fuerza y en el plano local sus colaboraciones con Chico Buarque, Daniela Mercury o Caetano Veloso sólo han enriquecido una tierra donde la música crece como los coqueieros mecidos por el viento.

En la ciudad cuna de la Capoeira, el estilo que han patentado estos músicos se conoce como samba reggae, y en temas lentos con el rasgueo clásico del ritmo de Jamaica o en velocidad, Olodum provoca un trance que conecta la tierra con el corazón. Algo que al escucharlos mueve las patas y hace que en la cavidad toráxica nazca un tren.

En Chile la banda tiene fanáticos notables y fervientes. En su gran mayoría todos descendientes de la movida sambera que llenó de percusiones lugares como el Parque Forestal, la Quinta Normal o El Estadio Nacional hace años. Una hermosa Primavera de Praga tamboril que tuvo como matriz a la Escuela de Samba Kawin, fundada por Sidney Silva junto a su familia y a músicos nacionales.

Así que esa parentela está preparada para este sábado, para un Caupolicán que se llenará de gente “boa y maluca”, hombres y mujeres que suelen enloquecer al ritmo de los tambores.

Llega al río

Olodum lleva tres horas de ensayo sin parar. Todos estamos felizmente borrachos como sólo en Brasil se puede estar. La mayoría se mueve tratando de seguir las exigentes coreografías de un bailarín que parece sacado de un recital de James Brown en el Teatro Apollo en plenos años 70.

Olvidados de todo, bailamos como si la electricidad del mundo entrara por las plantas de nuestros pies. Olodum terminó con besos para todos y los cuerpos cansados tras la explosión. La gente comenzó a marcharse bajo la bóveda negra del cielo lánguida como después de un gran polvo de 180 minutos.

Sentados bebiendo la última cerveza, contemplando en silencio los tambores que quedaron también abandonados en el escenario, recordé que hace muchos años Joe Vasconcellos me contó una leyenda africana. Decía algo así como que unos jefes de tribus se reunían cada año en una inmensa roca en el centro del continente negro. Llegaban hasta ahí con sus atuendos y sabiduría. Y con su hermosa negrura cada uno golpeaba la roca con un palo consecutivamente.

“Lo hacían para mantener el ritmo del mundo”, dijo el Joe.

La venda sangra ahora completamente.

*Olodum toca este sábado 19 de marzo en el Teatro Caupolicán a las 21 horas. Entradas en venta a través de sistema Ticketmaster.

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