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Graffitis que limpian las paredes

El denominado «reverse graffiti» propone una nueva filosofía y quiere advertir sobre el peligro de la contaminación.


Para algunos, los graffitis son un nuevo estilo artístico que utiliza la calle para expresar nuevas inquietudes. Para otros, es un tipo de vandalismo inaceptable que sólo consigue ensuciar el espacio urbano.

Pero ¿qué pasaría si los graffitis limpiaran los muros en lugar de ensuciarlos?

La respuesta a esta pregunta ya no es hipotética.

El conocido como «reverse graffiti» propone una nueva filosofía de arte urbano, que además quiere advertir sobre el peligro de la contaminación: el dibujo emerge limpiando la suciedad de las paredes.

La calle como galería

Uno de los artistas más conocidos de esta variante de graffiti es el brasileño Alexandre Orion.

Creció en uno de los barrios más poblados de Sao Paulo y desde muy niño se acostumbró a convivir con el tráfico y los elementos de la ciudad.

A la temprana edad de 13 años, realizó su primer graffiti. Su estilo de dibujo, a mano, estaba fuertemente influenciado por la cultura «Hip Hop», y cargado con fuertes mensajes políticos y crítica social.

«En ese momento quería convertir la calle en una galería. En la historia del arte, el graffiti marca la época en la que lo artístico, lo social y lo político están más conectados», comenta.

«Pero aún así, seguían siendo pinturas en una pared, sin una conexión fuerte con el entorno. Necesitaba encontrar algo que potenciara más la interacción», explica.

Por esta razón, a partir de 2001 empezó a experimentar con distintas técnicas y nuevas posibilidades para descubrir los espacios.

En 2006, Orion creó la intervención bautizada como «Ossario» en uno de los túneles de Sao Paulo. «Cuando se construyó el túnel, era amarillo. Cada día que pasaba veía como sus paredes iban cubriéndose de hollín».

Durante 13 noches se dedicó a quitar selectivamente la suciedad con trapos y pedazos de ropa. Cuando terminó, el resultado dejó a la vista su obra: Orion había convertido el túnel en una gran catacumba ocupada por numerosas calaveras dibujadas en sus paredes.

«Limpiar no es delito. El delito aquí es el daño que se le está haciendo al medio ambiente y a la vida misma», declara Orion.

Su lucha

Como ya se esperaba, el Estado no consintió que se preservara la instalación, por lo que una brigada municipal limpió el hollín del túnel, borrando así su obra.

«Ahora el delito cambió de nombre: censura», se lamenta Orion.

Lo asombroso del caso es que la brigada sólo limpió la parte donde el artista había pintado, dejando el resto de los muros aún cubiertos de gris.

Como si nada hubiera pasado, Orion volvió a ocupar su sitio en su taller urbano, y siguió con sus creaciones todo a lo largo del túnel. «Cuando volvieron por segunda vez, lo limpiaron todo entero».

Después de borrar esta intervención, se limpiaron todos los túneles de la ciudad, pero al poco tiempo se volvieron a ensuciar.

A pesar de las adversidades con las que se encuentra, Orion tiene claro su propósito: «Sería demasiado presuntuoso aspirar a cambiarle la mentalidad de la gente. Sólo quiero que recuerden aquello que están tratando de olvidar».

La batalla para salvar el medio ambiente continúa en pie, y como demuestra Alexandre, los graffitis siguen siendo una manera de buscar una solución.

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