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La máquina del tiempo

Muchos creen que el inglés HG Wells fue el primero en escribir sobre un aparato para viajar por el tiempo, pero años antes Enrique Gaspar ya había tenido una idea similar.


El cuento del escritor inglés HG Wells sobre un caballero victoriano que viajó a través del tiempo en una máquina de su propia invención fue el que captó la imaginación del público, pero el aparato no fue el primero de su tipo.

Podría sorprender a los fans de la ciencia ficción saber que fue a un dramaturgo español poco conocido a quien se le ocurrió primero la idea de viajar en el tiempo a través de un artilugio mecánico.

Sin embargo, el momento de la gloria de Enrique Gaspar podría estar cerca: su novela redescubierta ocupará uno de los lugares más destacados en la primera exposición sobre ciencia ficción organizada por la Biblioteca Británica, en Londres, que se inaugurará el próximo mes.

Y, gracias en gran parte a la persistencia de españoles aficionados a la ciencia ficción, «El anacronópete» se está traduciendo al inglés por primera vez y se publicará como «The Time Ship: A Chrononautical Journey» («El barco del tiempo: Un viaje crononáutico), el próximo año.

La novela se publicó en España en 1897, más de siete años antes de que «La máquina del tiempo» de Wells llegara a la imprenta.

Viaje en el tiempo

«Ésta parece ser la primera descripción literaria de una máquina del tiempo de que se tenga noticia», dice Andy Sawyer, bibliotecario de la Science Fiction Foundation Library de la Universidad de Liverpool y uno de los curadores de la exposición en la Biblioteca Británica.

«Hay, por supuesto, descripciones mucho más tempranas de viajes en el tiempo, generalmente en sueños y ocasionalmente gracias a algún tipo de magia».

«El cuento ‘The Clock That Went Backward’ (‘El reloj que marchaba hacia atrás’, 1881), del estadounidense Edward Page Mitchell, suele ser descrito como el primero sobre una máquina del tiempo, pero creo que un reloj no cuenta», señala.

Fue una coincidencia que los dos europeos idearan una invención tan fantástica casi al mismo tiempo (no hay indicios de que Wells haya leído la novela de Gaspar), pero hay que recordar que vivían en el siglo XIX, la era de nuevas tecnologías, como la máquina de vapor, el telégrafo y la electricidad.

Mientras que la máquina del tiempo de Wells fue algo minimalista, la de Gaspar fue muy elaborada: un enorme barco rectangular, de hierro, que funcionaba con electricidad.

«Las ilustraciones originales son maravillosas y las que aparecen con descripciones me recuerdan un poco a la Tardis de Dr Who», dice Sawyer.
Como la nave Tardis de la serie de la BBC, el barco de Gaspar parece mayor por dentro que por fuera. Su invento incluso tiene una lavandería futurista, una cocina y una plataforma de observación.

«El anacronópete» fue escrita originalmente como una opereta cómica, mientras que Gaspar, un diplomático extravagante, había sido enviado a China.

Era un dramaturgo prolífico, pero también escribió algunas novelas que trataban sobre el impacto social de la ciencia y la tecnología.

«La novela no pretendía ser un estudio científico serio, sino una forma de mirar el pasado o el futuro para satirizar el presente», dice Sawyer, quien sólo recientemente se enteró de que «El Anacronópete» existía.

«Es interesante ver una novela que (…) fue escrita por motivos que iban más allá de la fascinación por la tecnología», agrega.

Rescate

Christine Buchanan, bisnieta de Gaspar, lo describe como «ingenioso, inventivo, generoso, alegre y, sin duda, un hombre de gran carisma y encanto personal».

Pero su mayor invento tuvo poco impacto en su momento. Mientras que «La máquina del tiempo» de Wells nunca ha dejado de imprimirse y se ha disfrutado en todo el mundo, «El Anacronópete» cayó en el olvido.

«Tuvo que esperar más de cien años para que se rescatara todo el texto», dice Yolanda Molina Gavilán, profesora de español en el colegio Eckerd de Florida, Estados Unidos.

Molina está traduciendo la novela al inglés para la editorial estadounidense Wesleyan University Press, con el catedrático Andrea Bell, experto en ciencia ficción de América Latina y España.

Según ella, fue gracias al trabajo de detectives de un club de ciencia ficción español que «El Anacronópete» reapareció. En 1999 el club lo distribuyó en disquetes.

Luego se imprimió en España en dos ocasiones pero en la actualidad se ha agotado. El clic texto completo se puede encontrar en formato digital en Google.

«En España hay muchos fans de la ciencia ficción, pero los círculos académicos han sido lentos en apreciar el género», dice Molina.

La literatura española del siglo XIX no se asocia con la fantasía o la ciencia ficción, pero se cree que Gaspar, que había viajado mucho, fue influenciado por el astrónomo y autor francés Camille Flammarion y por un compatriota de éste, el escritor de ciencia ficción Julio Verne, autor de «Viaje al centro de la Tierra» y «20.000 leguas de viaje submarino».

Y «La vuelta al mundo en 80 días» de Verne, que llevó a los lectores a tierras exóticas más allá de sus sueños más inverosímiles, se había puesto en escena más de 400 veces en Francia antes de que «El Anacronópete» se publicara.

«Verne había sido traducido al español y fue un best-seller de la época,» dice Molina, «creo que Gaspar estaba tratando de escribir una historia popular para ponerse de moda y tal vez ganar dinero rápido».

Humor

«El Anacronópete» está lleno de humor y Gaspar satiriza algunos de los usos ridículos de la ciencia. Se pregunta si el progreso científico y los avances tecnológicos son las respuestas a todo.

Pero Molina dice que la novela es, ante todo, una historia de aventuras fantásticas.

«Es muy, muy diferente de la novela de HG Wells, que es más sombría y seria. Es una obra divertida y sin pretensiones, que incluye a prostitutas francesas y soldados españoles, todos a bordo del barco del tiempo», señala Molina.

Wells utiliza la historia de un viajero en el tiempo para explorar muchos de los temas sociales que lo obsesionaban, como la evolución, la desigualdad de clases y la relación entre la ciencia y la sociedad.

Y mientras que Gaspar está interesado en explorar algunas cuestiones sociales, nunca es pesado, siempre es «ligero», dice Molina.

«Progresista»

Un tema central del libro son los esfuerzos de uno de los protagonistas, don Sindulfo García, por casarse con su sobrina Clara, de quien se ha enamorado.

Él construye una máquina del tiempo ostensiblemente para transportar a la pareja a una época anterior, con costumbres más machistas que habrían permitido la unión, opina la traductora.

«Su motivo principal era volver a un momento en que la mujer tenía que hacer lo que el hombre quisiera», dice. Gaspar se burla de don Sindulfo, un científico rico.

«Gaspar era básicamente progresista desde el punto de vista social. No le gustaba que las mujeres estuvieran subordinadas a los hombres».

En sus viajes, los personajes observan una batalla del siglo XIX español, viajan a la antigua Roma, hacen escala en la China del siglo III y llegan hasta el mismo momento de la Creación.

Hoy en día, la idea de viajar a través de los siglos ha dejado de ser exclusiva del ámbito de la ciencia ficción. Los científicos debaten ampliamente la posibilidad de viajar en el tiempo.

Mientras tanto, las máquinas del tiempo siguen muy presentes en la cultura popular, desde la Tardis del Dr. Who hasta el Giratiempo de Hermione Granger en la serie de Harry Potter, pasando por el auto DeLorean de la trilogía «Regreso al futuro».

«Siempre habrá una fascinación humana por viajar en el tiempo», dice Andy Sawyer. «Todos nos encontramos desesperadamente en situaciones en las que nos gustaría haber tomado decisiones diferentes».

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