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All you need is Paul

Anoche ante 50 mil personas, Paul McCartney se presentó por segunda vez en el país confirmando su estatura de leyenda musical. Por dos horas y media el zurdo emocionó a los asistentes e hizo bailar al Estadio Nacional con canciones que marcaron el rumbo de la música del siglo xx. Aquí cinco apuntes sobre una noche histórica.


1. Gladiador buena onda

Paul sonríe. Toca cinco instrumentos (bajo, guitarra, ukelele, banjo y piano), canta con un registro que hace honor a 50 años de carrera musical en la primera línea de la industria pop, habla en español (“hola chiquillos”, “llegó la hora de decir adiós…”, “bacanes”), se mueve haciendo fintas, flecta las piernas y levanta el puño.

Usa una chaqueta del período beatlemanía al inicio, luego queda con camisa blanca y suspensores hasta el final. Hace cantar a la audiencia. Payasea, se ríe, lo pasa la raja sobre el escenario y ni se arruga para desarmarnos con dos acordes.

En un momento, digamos que con “Hey Jude” se tapa los oídos cuando todo se hace ensordecedor y las voces de los chilenos suenan como deben haber sonado las voces del coliseo frente al gladiador con una guitarra en alto.

2. Sonido inoxidable

Una banda de puta madre. Se sabía que la formación compuesta por Rusty Anderson (guitarra), Brian Ray (bajo y guitarra), Paul Wickens (teclados y armónica) y Abe Laboriel Jr. (batería) era sólida como reloj. La prensa especializada lo venía destacando. Desde que abrió el show de anoche con “Hello goodbye” a las 21 horas, hasta el final con «Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band” a las 23: 30, el ex Beatle tuvo a sus espaldas la certeza y la onda de una banda a la altura de su historia. El batero incluso hizo los movimientos de brazo de la Macarena.

3. Raíz pop

Si el 93 la producción tuvo que galletear público y los iluminadores hacer magia para que Sir Paul no se ofendiera por lo pelado que estaba el Estadio, anoche las 50 mil personas presentes que maceraron durante días la llegada del 11 de mayo, guardarán en su cajoncito de los mejores conciertos de la vida la parada local del “Up and coming tour”.

La fiesta de “Macca” en el Nacional demostró que tras la dictadura y los primeros años de la democracia, el catálogo musical de la clase media chilena  mutó y se enriqueció con artistas que no tuvieron difusión en los oscuros 80. Sin el disjoqueo de Don Francisco y sin acceso al catálogo de los Fab Four vía sanguínea, (si tus viejos o un tío cool no tenían discos de los Beatles estabas cagado) el grueso de la clase media chilena que hoy tiene entre 28 y 40 años, conoció a los Beatles los últimos años de la enseñanza media y en las universidades. Ahí comenzó todo para muchos.

4. Metafísica del escenario

The Wings, el grupo que tuvo Macca en los 70 tras la separación de los Beatles salva. Cualquier cosa que entone Paul puede colar en las orejas del vulgo por la pureza de los materiales que ocupa el artesano. Pero cuando el inglés interpreta las canciones de los Beatles, el show se transforma en liturgia, en viaje, en aparición.

«All my loving», «Drive my car», «The long and winding road» y «I’ve just seen a face», «And I love her» y  «Blackbird» como primer set list, complementados por «Here today» y «Something»,para los muertos Lennon y Harrison. Canciones que ponen los pelos de punta y dejan traspuesto. “La cagó…”, decía una niña de grandes y dulces ojos húmedos como clara de huevo embobada.

«Back in the U.S.S.R.», «I’ve got a feeling», «Paperback writer» y «Live and let die», «Ob-La-Di Ob-La-Da», «Let it be» y «Hey Jude», fueron un gancho al corazón, un pulgar en el pulso perdido de la historia del siglo XX. Todo en medio de fuegos artificiales en “Live and let die” y locura total con el “la la la lá, Hey Jude…”.
Frente a esos temas, hay una anulación del tiempo y del espacio.

Hay unos segundos donde la muerte no existe. Mientras vemos fotos de los compañero muertos en pantalla (Ringo está muy vivo pero también sale en las fotos) de algún modo extraño, los Beatles resucitan en un onda sonora que debería quedar grabada para cuando este planeta exploté algún marciano la encuentre y diga: esto fue la música de los terrícolas.

O simplemente para que una pareja se bese, los niños rían, una viejita apoye su cabeza sobre el hombro de un señor, mientras Paul canta “Let it be”.

5. BEAT POP

Se supone que anoche Paul se iba de Chile. Hasta el cierre de esta edición, eso no importa demasiado. Nos dejó un concierto inolvidable, su risa y su cuerpo flameando una bandera chilena. También una linda imagen de un chico con una guitarra recortado delante de una luna tan omnipresente como el legado de The Beatles en la historia de la música popular: un pulso eterno, un latido, el beat sanguíneo que cada uno de nosotros porta en el músculo principal que esconde nuestro pecho.

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