Publicidad

La vida del presunto asesino de Kennedy en el paraíso comunista

«Aún hoy en día nadie sabe a ciencia cierta si era un agente de la CIA o un espía comunista. Lee Harvey Oswald sigue siendo un misterio, pero sea como sea ha pasado a la historia», asevera el periodista bielorruso Alexandr Lukashuk, autor del libro «El rastro de la mariposa».


Lee Harvey Oswald vivió durante dos años y medio en Minsk a la sombra del KGB, que primero lo tomó por un espía de la CIA y después lo consideró incapaz de matar a John F. Kennedy, según reveló a la agencia EFE el veterano periodista bielorruso Alexandr Lukashuk.

«Al principio el KGB sospechaba de él. Después concluyó que no era un buen comunista, ya que era perezoso y poco disciplinado. Y finalmente decidió que no representaba ningún peligro para la seguridad estatal», aseguró el autor del libro «El rastro de la mariposa».

Lukashuk, de 55 años, ha intentado reconstruir la atmósfera opresora que rodeó la vida de Oswald durante su estancia en «la ciudad de provincias» a la que le envió el Comité de Seguridad del Estado (KGB) soviético en enero de 1960.

«Le siguieron desde que pisó la ciudad. En los informes se puede ver una descripción detallada de lo que hacía, adónde iba y con quién se relacionaba. Todo está grabado. Además, familias y conocidos debía informar de todos sus pasos», señaló.

El periodista tuvo acceso al diario escrito de puño y letra por el propio Oswald y los cinco tomos de informes secretos de los agentes soviéticos.

«Los informes son documentos únicos sobre la vida de Oswald en una sociedad totalitaria. Cuando se casó, el KGB le colocó toda clase de equipos de escucha en su apartamento. Yo he estado en su antiguo apartamento de Minsk y he visto dónde estaban», comenta.

Mientras, el diario muestra a «una persona convencida de su misión histórica» por ver el mundo durante la Guerra Fría desde dos prismas diferentes: EEUU y la URSS.

«Sus compañeros de trabajo y vecinos aún le recuerdan y no se creen que él matara a Kennedy. Guardan un buen recuerdo de él. Dicen que era una persona sin carácter, incapaz de cometer tal acción», dijo.

Oswald llegó a Moscú procedente de Helsinki un 16 de octubre de 1959, se hospedó en el hotel Berlín y, casi de inmediato, informó a la embajada norteamericana en la capital soviética de que quería renunciar a la nacionalidad estadounidense.

«Llegó a solicitar la ciudadanía soviética, pero se la denegaron. Incluso escenificó un intento de suicidio al cortarse levemente las venas, motivo por el que fue ingresado en una clínica para enfermos mentales», apunta Lukashuk.

El KGB creía que Oswald era el protagonista de un experimento con el que la CIA quería poner a prueba la permeabilidad de la sociedad soviética.

«Entonces, le dieron un visado de un año y le enviaron a Bielorrusia, una república con un buen nivel de vida, pero completamente aislada del mundo exterior. Él preguntó: ¿Dónde está Minsk? ¿En Siberia?», indicó.

Oswald, que tenía 19 años cuando viajó a la URSS y llegó a hablar ruso de manera fluida, trabajó en una fábrica de radios y aparatos de televisión de Minsk, donde se casó con la enfermera Marina Prusakova, casi dos años más joven, que vive actualmente en EEUU.

«Lee llegó a la URSS como un marxista y comunista convencido, pero se decepcionó pronto. Tras vivir un año en Minsk se dio cuenta de que la vida material también era importante», señala.

El desertor estadounidense que había leído ya «1984» de George Orwell «destaca en su diario que en los comedores siempre hay el mismo menú, que sus vecinos no comen ni verduras ni fruta y que no hay nada que hacer por las tardes, sólo reuniones políticas y bailes».

«Se cansó de la aburrida vida de un ciudadano soviético. Echaba de menos la libertad y el confort. En una ocasión les dijo a sus colegas que vivían como esclavos. A su propio hermano, Robert, le confesó en una carta que creía en el comunismo, pero que en EEUU se vivía mejor», dijo.

Oswald, antiguo marine, no lo tuvo fácil para abandonar el paraíso comunista soviético, pero finalmente tras más de un año de espera la embajada estadounidense le permitió volver a su patria en junio de 1962.

«Uno de sus mejores amigos en Minsk era Alexandr Ziger, un judío polaco que había regresado del exilio en Argentina. Pues, Don Alejandro, como le llamaban, aconsejó a Oswald que regresara a EEUU, ya que estaba seguro de que la URSS no era su lugar», dice.

Lukashuk cuenta en su libro que la madre de Oswald viajó a Washington, donde le recibió un funcionario de la Casa Blanca que le dijo que el Gobierno estadounidense no había instruido ni enviado a su hijo a la Unión Soviética.

Tanto el KGB soviético como su filial bielorrusa siempre han puesto en duda que Oswald perpetrara por su cuenta y riesgo el asesinato del presidente estadounidense, John F. Kennedy, en Dallas el 22 de noviembre de 1963.

«Aún hoy en día nadie sabe a ciencia cierta si era un agente de la CIA o un espía comunista. Lee Harvey Oswald sigue siendo un misterio, pero sea como sea ha pasado a la historia», asevera Lukashuk, quien actualmente dirige la delegación de la emisora estadounidense Radio Liberty en Minsk.

De ahí el título del libro, que alude al conocido «efecto mariposa», según el cual el simple aleteo de una mariposa o la acción de una sola persona puede causar el caos o cambiar el mundo. EFE

Publicidad

Tendencias