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Televisión a fuego lento

En un mundo en el que todo se mueve con rapidez, llama la atención el auge de series lentas y largas como la danesa «The Killing» o la estadounidense «Mad Men», en las que los giros abruptos o las escenas espectaculares brillan por su ausencia.


En un mundo en el que todo se mueve con rapidez, llama la atención el auge de series lentas y largas como la danesa «The Killing» o la estadounidense «Mad Men».

Son la prueba más reciente de una tendencia a la predilección por la ficción lenta y larga.

Las persecuciones y explosiones brillan por su ausencia. Los desenlaces sensacionales y los giros abruptos en la trama se cuentan con los dedos de la mano.

Como explica Jon Kelly, periodista de espectáculos de la BBC, el ritmo deliberadamente lento de «The Killing» parece burlarse de las convenciones de los thrillers televisivos de horario estelar, en sintonía con otras series de reciente éxito cuyos guiones tampoco muestran ninguna prisa.

Las pausas melancólicas y pintorescas abundan y la violencia, cuando la hay, es sutil. Los entornos oscuros y lluviosos son escenario de un estado de ánimo de casi interminable oscuridad.

En la primera temporada de «The Killing», la investigación de un solo asesinato se extiende durante 20 capítulos de una hora.

En la segunda, la característica permanente es la lentitud. Pero no es «lento» en el sentido peyorativo, sino más bien lento en el sentido de que la acción va in crescendo. Esto demostró ser un éxito mundial y ya se ha hecho una versión en Estados Unidos.

Muchas series estadounidenses se adhieren a la plantilla de la «TV lenta». Un éxito rotundo fue el de «Mad Men», una serie cuya falta de velocidad hace que el thriller danés parezca «Walker Texas Ranger».

Don Draper, de "Mad Men": un personaje complejo.

Don Draper, de "Mad Men": un personaje complejo.

En la ficción de Matthew Weiner, ambientada en la década de 1960, el foco está puesto en el tono, el humor y el desarrollo de los personajes a costa de la trama.

Hay episodios enteros en los que sólo ocurren cambios sutiles en las relaciones y se exploran temas como el cambio de identidad y la alienación social, pero en realidad es muy poco lo que sucede.

El aclamado estilo novelístico de «The Wire», de la cadena HBO, mostró pronunciados altibajos durante toda la serie. Aunque el drama, emplazado en Baltimore, tenía una buena dosis de acción, la secuela de su escritor David Simon, «Treme», que trata sobre las consecuencias del huracán Katrina, tenía un ritmo profundamente lento.

Tal es la influencia de este tipo de series que el periódico británico Mail on Sunday publicó un artículo criticando la serie estrella del domingo por la noche del canal ITV1, el drama de época «Downton Abbey», por su ritmo inoportunamente «vertiginoso».

El ritmo lento en la televisión británica no es nuevo, por supuesto. Series como «La saga de los Forsyte», de 26 episodios, y la versión televisiva de «Tinker Taylor Soldier Spy» se desarrollaban gradualmente.

Y hace dos décadas al público internacional aplaudió a la estadounidense «Twin Peaks» a pesar de su poca urgencia por descubrir quién era el asesino de Laura Palmer.

Pero lo que distingue a la versión actual de la TV lenta es que va en contra de la corriente convencional de que las audiencias modernas exigen inmediatez ya que su atención se pierde, minada por la era de internet.

Por el contrario, parecería que una proporción significativa de los espectadores han respondido a la cultura de gratificación instantánea plasmada por Twitter y YouTube exigiendo todo lo contrario.

De hecho, para la guionista Abi Morgan, quien escribió la serie «The Hour» de la BBC y la película biográfica de Margaret Thatcher, «La Dama de Hierro», la actual popularidad de la televisión lenta es en sí misma impulsada por el desarrollo tecnológico.

«Las cajas de DVDs poco a poco van revolucionando la forma de ver televisión», dice. «El público está eligiendo ver las cosas a su propio ritmo. Eso realmente nos permite apreciar estos espectáculos de larga duración».

De hecho, los seguidores de estas series a menudo comparan la experiencia de verlas con la de leer un libro, y los creadores de «The Wire», en particular, afirman haber estructurado sus historias con una trama literaria más que televisiva.

La danesa "The Killing" tiene versión estadounidense.

La danesa "The Killing" tiene versión estadounidense.

Como tal, el ritmo de la TV lenta invita al espectador a participar activamente, en lugar de su asumir la típica actitud pasiva, sostiene Amy Holdsworth, profesora de estudios de cine y televisión de la Universidad de Glasgow y experta en la historia de la pantalla chica.

«Parte del atractivo es resolver las cosas por ti mismo», añade. «Le da al espectador el espacio para analizarlo y hacer las conexiones por sí mismo».

Sin embargo, el formato no siempre es existoso. La serie estadounidense «In Treatment» (traducida en España como «En terapia») recibió críticas modestas, mientras que AMC tuvo que dar de baja la trama de espionaje «Rubicon».

Una razón, sugiere Boyd Hilton, editor de la revista Heat, es que hacer un programa de éxito es muy difícil, pues requiere habilidad y técnica para mantener la atención del público.

Por eso, se pregunta si los ejemplos de este género son en realidad tan lentos como pensamos que son.

«Me gustaría discutir si en realidad son tan lentos», dice. «En ‘The Killing’ hay un crimen en el primer episodio y luego la trama se desenvuelve como un thriller, aunque con una historia densa y personajes densos. Cada escena modifica la historia o los personajes de alguna manera.

«No siempre funciona. La segunda temporada de ‘The Wire’, la que transcurre en los muelles, me pareció bastante aburrida, porque no estaba realmente interesado en ese mundo».

Los aficionados pueden diferir en cuanto a cuáles aspectos de sus series favoritas de TV funcionan y cuáles no, lo que alimenta una mini-industria de blogs y foros de discusión.

Pero por lo menos parte del atractivo de estos programas, añade Hilton, es el conocimiento de que se está consumiendo una obra de arte más que un mero thriller o drama de televisión.

«Algunos, no todos, se enorgullecen por el hecho de que están viendo algo más complejo y nutritivo que el típico producto televisivo», dice.

Es cierto que nadie podría confundir la escena del carousel de «Mad Mad», delicadamente elaborada – en la que el antihéroe Don Draper revela ante un grupo de ejecutivos reunidos frente a un proyector de diapositivas a la vez su cinismo, su angustia interior y la falta de cualquier tipo de identidad fija – con un episodio del «El Factor X».

Pero el ritmo de dicho programa, se podría decir, le debe mucho a otro género de entretenimiento popular: la telenovela.

«La gente lo usa como un término peyorativo, pero ‘Los Soprano’ sigue esencialmente el formato de la telenovela».

El Reino Unido aún no ha producido series largas y lentas. Para Abi Morgan, la industria de la televisión británica en la actualidad carece de la capacidad para tal de forma de entretenimiento. Pero ella está convencida de que el apetito existe entre los espectadores, dramaturgos y críticos por igual.

«Los escritores estadounidenses son los productores ejecutivos de los programas. Nosotros no tenemos esa infraestructura», dice.

«Pero lo que es interesante de ‘The Killing’ es que es una serie nórdica. Yo predigo que eso va a suceder aquí en los próximos años. Creo que hay una ambición de hacer eso».

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