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Valparaíso debiera «suspender su promoción y difusión como capital cultural» Director del Carnaval Mil Tambores tras prohibición de realizar el masivo evento:

Valparaíso debiera «suspender su promoción y difusión como capital cultural»

El conflicto está que arde. El organizador de la fiesta, Luis Santiago Aguilar, acusa al gobernador de Valparaíso de no respetar la Constitución al no garantizar la higiene y la seguridad del evento. En la gobernación entienden que esa garantía no es asunto suyo sino de los organizadores. El tema ya parece una discusión entre sordos. Lo único claro, hasta el momento, es que imágenes como las que presentamos en la galería este 2013 no se volverían a ver.


Enfático y molesto se muestra Luis Santiago Aguilar, director de “Carnaval de los Mil Tambores” –evento que hace años viene celebrándose en Valparaíso en el mes de octubre– por la rotunda negativa de la gobernación de la ciudad puerto a realizar este año el carnaval.

Días atrás, el gobernador de Valparaíso, José Pérez Núñez, anunció la prohibición del próximo Carnaval de los Mil Tambores que iba a realizarse los días 5 y 6 de octubre, aduciendo que no existían las garantías de higiene y seguridad que demanda una actividad como ésa.

Sin embargo, Aguilar considera que los estamentos gubernamentales «están obligados por la Constitución de la República a brindar seguridad a la ciudadanía. ¡Esto no es un favor!… tienen que cumplir con su rol constitucional. Si esto va a hacer así creo que el Municipio debiese suspender la promoción y difusión de Valparaíso como capital cultural», señala vehemente.

[cita]»La ciudad se desborda en concurrencias como éstas, pero no más que en el Año Nuevo, no más que para las Fiestas Patrias, no más que para los fines de semana largos… Él (el gobernador) dice que no hay condiciones de seguridad, pero sí hay condiciones para cuando ellos realizan actividades institucionales»[/cita]

Pero para el gobernador de Valparaíso la responsabilidad de brindar las necesarias condiciones de seguridad para cualquier evento corre por parte de los organizadores, y en este sentido, el Centro Cultural Playa Ancha, organizador de la actividad, no habría presentado un programa que cubriera los requerimientos mínimos de seguridad. Al respecto señala: «En este caso en particular, todo indica que es un evento que se desborda y que no hay condiciones de control por parte de los organizadores», asegura, y luego agrega: «No proponen nada (los organizadores). Ellos consideran que el hecho de que esto sea un acto cultural les da el mérito para poder realizarlo, y de lo que suceda después no tienen por qué responder.»

Para el director del carnaval, lo que sucede en esta fiesta no es distinto de lo que pasa en las fiestas institucionales: «La ciudad se desborda en concurrencias como éstas, pero no más que en el Año Nuevo, no más que para las Fiestas Patrias, no más que para los fines de semana largos… Él (el gobernador) dice que no hay condiciones de seguridad, pero sí hay condiciones para cuando ellos realizan actividades institucionales».

Pese a los intentos por revertir la medida, el panorama parece difícil de cambiar: «La decisión de no autorizarlo sigue firme, y para tomar esta decisión, la verdad es que estuvimos trabajando hartas semanas, nos reunimos con todos los actores involucrados, nos juntamos con la productora, con Santiago Aguilar, nos reunimos con Carabineros, con el Instituto del Deporte, con el Seremi de Salud, con las organizaciones del comercio de Valparaíso, y al final, después de haber conversado con todos, llegué a la conclusión de que este carnaval o esta fiesta produce mucho más perjuicio y daño para la ciudad y para los porteños que los beneficios que eventualmente pueda traer» recalca el gobernador.

En su defensa, Pérez argumenta que pese a no ser una decisión grata, se basa en el comportamiento del público: «Es lamentable tener que tomar estas decisiones tan drásticas, pero obviamente cuando hay grupos que no saben comportarse y que su comportamiento agrede a los demás o pone en riesgo al resto de la población, nosotros tenemos que tomar la decisión de no autorizarlo», recalca.

 ¿Quién apoya la medida?

Pero más allá de todos los argumentos esgrimidos, José Pérez asegura que la decisión contaría con el apoyo de un gran número de personas. Así se refiere a esta arista: «He visto en estos últimos días, desde que informé de esta medida a la prensa, un gran apoyo de parte de la comunidad. Por de pronto, el propio alcalde de la ciudad (Jorge Castro) ha salido a apoyarnos públicamente, y a través de las redes sociales hay muchos vecinos, locatarios, personas que se veían seriamente perjudicadas con estos desmanes y estas acciones vandálicas, que están muy agradecidos de la medida que tomamos».

Por su parte Aguilar asegura contar con un importante apoyo de la gente y de diferentes organizaciones, de hecho, en los próximos días se reunirán para abordar la situación: «El jueves, las organizaciones sociales, culturales y políticas de la ciudad estarán disponibles en ese momento para decir no (a esta negativa). Hay que rescatar, hay que preservar lo que estamos construyendo, no podemos dejar la calle a los malandrines… a los desalmados de la violencia, y mandar a los niños y jóvenes a bailar en donde no se vea, eso es una mala política», se lamenta.

Ante la supuesta oposición al carnaval de algunas personas, sostiene: «Aún cuando fuéramos cuatro personas las que quisiéramos hacer “Mil tambores” por la Avenida Altamirano, nadie nos puede privar de ese derecho, aunque toda la ciudad diga que no».

Una oportunidad para replantear las actividades culturales

Si en algo coinciden ambas posturas opuestas, es en que esta negativa constituye una posibilidad de replantear los temas que rodean a este tipo de actividades. Pero los matices son distintos. Para Luis Aguilar «esta negación se puede convertir en una oportunidad para hacerse cargo de esta construcción social que es el carnaval mil tambores». En su opinión, las autoridades deben aceptar y garantizar el derecho de las personas a expresarse, a organizarse y a salir a las calles a bailar y a celebrar.

Para el gobernador en tanto, ésta es una posibilidad para que los gestores y productores del carnaval realicen nuevas propuestas, tendientes a garantizar las condiciones mínimas de seguridad y orden, aunque ello implique trasladarlo a otro lugar. «Sería conveniente que los organizadores de este evento aprovecharan el que este año no se vaya a realizar, para reflexionar, replantearlo, reformularlo, ver alguna actividad similar que no se transforme en lo que se ha transformado…. tal vez buscar otros sectores de la ciudad, como el sector alto tal vez de Placilla», ejemplifica.

Ante esta última sugerencia del gobernador, el director del carnaval señala irónico: «Ellos no realizan el lanzamiento de los fuegos artificiales en Placilla».

La voluntad de los organizadores de realizar de todos modos el carnaval se mantiene firme. Pretenden llevar adelante la actividad y no piensan abandonar el barco fácilmente.

No obstante, Pérez ve en esto un signo de obcecamiento y una animadversión peligrosa. Al respecto indica: «Encuentro muy lamentables este tipo de amenazas, porque obviamente no conducen a nada positivo, solamente conducen a crear un clima adverso… porque obviamente nosotros como autoridad tenemos que hacer respetar la ley… En ese sentido, todas estas frases desafortunadas de algunas personas llamando a la provocación, llamando de alguna forma a no respetar la ley, a no respetar a la autoridad…yo creo es muy peligroso… Esto podría terminar en acciones legales».

El tema de la prohibición es una de las peores medidas que se podían tomar según la visión de Pedro Aguilar, por lo que declara: “»Una actitud prohibitiva con una actividad cultural genera mayor animosidad en personas que nosotros además no controlamos… Esto es tratar de apagar el incendio con bencina. Hay un problema de seguridad en la ciudad, entonces prohíben, pero ello significa que la gente estará más enardecida, más descontenta, más enojada, y a la primea oportunidad va a quedar una tole tole… »

Plantea además que todas las gestiones para llevar a cabo convenientemente el carnaval las comenzaron en diciembre del año pasado, situación que continuaron en febrero. Posteriormente siguieron insistiendo, llegando incluso el intendente regional, Raúl Celis Montt, a asegurarles que se haría parte en la situación, pero jamás obtuvieron una respuesta concreta. No fue sino hasta el 21 de agosto que conocieron la desagradable noticia de la negativa de realizar el evento. «Estamos hablando de la lastimosa escena de faltar a sus deberes por parte de las autoridades», sostiene el director del truncado carnaval.

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