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Territorios Liberados Presentación de libros

Territorios Liberados

Faride Zerán. Académica de la Universidad de Chile. Premio Nacional de Periodismo 2007.


En Chile a 40 años del golpe de Estado la memoria explota y ya nadie puede tapar el sol con un dedo porque no es posible seguir eludiendo  el drama, la traición y  la complicidad .

Nuestros muertos hablan. Lo hacen a través de las pantallas de televisión, en los medios de comunicación, en las calles, en los libros, en los cines, en las casas y en nuestros silencios.

La estética de los setenta en  blanco y negro, como esos  tiempos sin matices  ni doble lectura irrumpe en medio de la fiesta  colorida-colorinche del consumo, las deudas y el malestar.

Por décadas la transición amenazaba con transformarnos en estatuas de sal si seguíamos porfiando en estrujarle al pasado los trazos de nuestra memoria.

Memoria de triunfos y derrotas. Memoria de puño en alto, de no nos trancarán el paso, pero también de sangre, ojos vendados,  tiros de gracia y desapariciones.

De esto tratan estos libros. Verdaderos documentos históricos.  De los rostros del triunfo, de la brutalidad de la derrota  pero también de la dignidad de las resistencias.

Depardon Chile 1971; y Hoppe,López, Montecino y Pérez, Chile 1973-1990, son las coordenadas de la memoria visible que LOM ediciones convoca en estos 40 años.

Se trata de dos momentos. El fotógrafo francés Raymond Depardon, quien ha fundado la agencia Gamma  y ha cubierto las guerras de Argelia y Vietnam, viene a Chile en 1971,  recorre sus calles y campos capturando la esperanza. Sí, hay esperanzas en esos rostros de hombres y mujeres, la mayoría campesinos, que devuelven sus miradas resueltas  al lente de este profesional.

El campo del sur es lluvioso, frío y siempre hay barro. Su gente viste ropas oscuras, grises como el paisaje. Ese 1971 mira a la cámara  de Raymond Depardon,  y sonríe.

Es el pueblo, el pueblo organizado. En el campo se juntan en asambleas y sus movilizaciones han provocado una aceleración de la Reforma Agraria.

Se sienten fuertes, el futuro se abre promisorio. ¡No nos moverán!

Los hombres y mujeres del campo que retrata Depardon en esta única visita a Chile no están tristes, aunque lo parezcan. Cuando no sonríen abiertamente detrás de esos ojos melancólicos se ve una chispa, un reflejo, un destello.

-La sabiduría íntima de la imagen fotográfica es decirnos: -ella es la superficie. Ahora piensen –o mejor sientan, intuyan qué hay más allá , cómo debe ser la realidad si ésta es su apariencia-, escribe Susan Sontag en su ensayo «Sobre la fotografía».

Tiene razón Sontag, porque en ese destello hay esperanza, y en el reflejo de la mirada individual o colectiva está el relato  de un tiempo, la épica de un triunfo, de un año, de un puño, de miles de puños apuntando a lo alto.

¡Cuánta vida hay en estas fotografías de Depardon! Es sólo el primer año y capta, adivina a los personajes de esta epopeya que terminará en tragedia.

Como parte de un mismo registro y como si se tratara de una carrera de posta, Hoppe, López, Montecino y Pérez, cuatro fotógrafos paradigmáticos de nuestro país, reúnen en un mismo volumen  fragmentos de la derrota que parte con La Moneda destrozada.

Luego,  los hombres con los brazos en alto, pero ahora apuntados  con bayonetas, o prisioneros en el Estadio Nacional, para luego ir exhibiendo los signos de la resistencia y represión.

En el código visual que proponen Hoppe, López, Montecino y Pérez sobra cualquier texto.

Al inicio, cada imagen contiene la narración de la ignominia, la brutalidad, o  la desesperanza, para luego ir dando paso al  dónde están o  en Chile se tortura, que empiezan a protagonizar los grupos de defensa de los DDHH.

Como señala en su prólogo Diamela Eltit: “Cada foto es extremadamente compleja porque porta una serie de significaciones históricas amplias que nunca podrán ser contenidas. Pero ese es el mérito de este libro: proponer una serie apretada de imágenes que recorren los años más infames de la historia de Chile del siglo XX y que por el trabajo (peligroso) realizado por los cuatro fotógrafos demuestra que los ciudadanos pusieron el cuerpo ya para morir, ya para resistir”.

“Chile 1973-1990. La dictadura de Pinochet” contiene no sólo el talento y el profesionalismo  de estos cuatro grandes de la fotografía nacional.

Cuando la prensa escrita callaba los crímenes; cuando la cobardía moral parapetada tras la objetividad periodística se hacía cómplice de asesinatos como el de Carmelo Soria, Marta Ugarte, o de los 119 jóvenes desaparecidos en las prisiones clandestinas de la dictadura, a través de  los montajes elaborados por los servicios de seguridad, me refiero a El Mercurio o La Segunda, cada episodio estaba siendo registrado.

Porque a través de las cámaras  de Alejandro Hoppe, Claudio Pérez, Marcelo Montecino, Héctor López, y de otros jóvenes, como el propio Rodrigo Rojas Denegri,  fueron capturando las secuencias de memoria  en una carreras de posta que nos habla de coraje, talento y compromiso con la verdad.

Hoy, a 40 años, la memoria es visible, más visible que antes.

Pero  cuando ya no lo sea estarán los  libros, los registros, las huellas de Raymonde Depardon , de Wessing, de  Hoppe, López, Montecino, Pérez y de otros profesionales que nos conducirán al territorio libre de los fotógrafos.

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