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Las letras y el sexo como santidad Crítica de libros

Las letras y el sexo como santidad

Autor Charlie Tahn. Ediciones Perro de Puerto, 2013 208 Pág.


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Existe una extensa tradición literaria asociada al erotismo. Desde Luciano hasta E.L. James, se han escrito páginas con los más variados antojos y fantasías sexuales, siendo los tópicos tan diversos como los deseos que han movido a la sexualidad humana, pero siempre poniendo a la carne y sus placeres como centro del relato.

Perseguido y admirado, este género ha experimentado notables cambios en el último siglo: La frontera del erotismo cliché y casi ingenuo de «Emmanuelle» se ha traspasado, abriendo paso a las letras pornográficas, y con ella todo un universo semántico lleno de  cumshot’s, bukake, squirting, y otras acrobacias sexuales.

Es desde esta última vereda donde se propone «El falso mesías»,  primera novela del escritor y actor porno amateur Charlie Tahn, la cual acaba de ser publicada por la editorial porteña Perro de Puerto. La historia que convoca es relativamente simple, así como el porno también lo es: relata el viaje de Cristina, nacida en una banda de «doctrina oscura» del medio oriente, quien decide dejar su tribu para «conocer de cerca el cáncer» en occidente. En este viaje se trabará con una serie de situaciones que terminarán en los más diversos camastros, ya sea con hombres, mujeres y hasta demonios. Su travesía tendrá anclaje en Chile Inc. país libremercadista sometido a las leyes proteccionistas de la propiedad privada, el miedo a la diferencia y la moral pechoña.

El Falso Mesías

El Falso Mesías

«Y entre aventones, buses y caminatas llegamos a la frontera norte de Chile Inc. Por supuesto ni Tatapytu – hijo de puta y de dios- ni yo -mesías- teníamos papeles, ni a la policía le valía nuestra condición divina. Gracias a coyotes, falsificación de documentos y aduanas burladas, pudimos traspasar las fronteras del continente fragmentado. La policía no es más que un mal sueño de los que adormilados aprovechan su oportunidad de construir sus propios sueños».

Ahora, hay ciertos puntos en la construcción de esta novela que la hacen notoriamente distintas a las de su genero, y creo que en estos reside su valor literario, ya que se arriesga a mostrarnos la carnalidad como un acto divino, lejos de la superficialidad del acto autocomplaciente y atractivo. Se hace fundamental entonces la complejidad que alcanza su protagonista (Cristina), dado que encarnará una serie de principios libertarios, parte de un esencialismo refrescante que cuestiona el alto costo de la comodidad postmoderna, versus la infinita libertad que nos entrega lo natural, lo que no tiene las mordazas que impone la sociedad.

Según la propuesta de Tahn, esta debería ser una novela «porno romántica», pero yo diría que se queda en la mera pornografía, ya que aunque intenta dar ribetes románticos al texto, tiende a acelerarlo, subestimando el ritmo necesario para no caer en la trivialización. Es así como un escrito con una clara vocación sexual o sexualizante, termina siendo un libro que sólo llega a mostrarnos una ingenua sinceridad situacional, que a ratos cae en el cliché mesiánico (tiendo a creer que con intencionalidad), pero que no llega a su cuaje.

Me quedo con la impresión de que «El falso mesías» se arriesga, y aunque no lo logra  remecernos por completo, es un claro reflejo de como la sociedad occidental ha ido enfermando su sexualidad hasta extinguirla. Tahn nos propone una nueva mirada a la sensualidad, asumiéndola  como rito terapéutico, de autoconocimiento, que sana y reconstruye lo que antes botó la rapidez de  nuestra vida rutinaria occidental.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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