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«El Niño Rojo»: la historia de un pequeño O’Higgins que sufrió bullying Mañana sábado 12 será el estreno en el 20° FICValdivia de la miniserie “El Niño Rojo” de Ricardo Larraín

«El Niño Rojo»: la historia de un pequeño O’Higgins que sufrió bullying

La miniserie trata sobre la dura y “huacha” infancia y juventud de Bernardo O’Higgins, marcada ésta por una formación atípica que modeló el carácter del personaje. Claramente el nombre alude al color de su pelo, este exótico niño colorín de ojos azules que debió permanecer escondido durante su infancia para no revelar el evidente parecido con el gobernador, su padre.


«El nino rojo» de Ricardo Larraín – Fondo CNTV from CNTV on Vimeo.

“Esconder a un colorín en el sur de Chile donde la gente era más bien o española o criolla o mapuche, era en extremo difícil. Entonces, [ante] un niño colorín del gobernador colorín, el nexo era demasiado evidente”, así explica Ricardo Larraín parte del drama que revela la miniserie «El Niño Rojo», pronta a estrenarse en el FICValdivia este sábado 12 de octubre.

“El problema tenía una variante extremadamente visual; no era cualquier niño: esconder a un niño colorín de ojos azules, era difícil. Ser colorín era una experiencia psicológica bastante potente, era distinto en todo” explica el director de “La Frontera”, película ganadora del Oso de Plata en Berlín en 1992, y esto marcará el alma del personaje y se proyectaría en su comportamiento político futuro.

“Era distinto en todo y esto en algunos sentidos le daba fuerza y en otros le restaba; en algún sentido, se sentía un tipo que le hacían bullying y, por otro, era un tipo súper especial”, aclara Larraín sobre la configuración psicológica del personaje e insiste en que su película puso el acento en los aspectos psicológicos, por tanto, más que histórica es psicologista.

El telefilme biográfico forma parte de la muestra del Consejo Nacional de Televisión (CNTV) y Novasur, y tiene su origen de cuando al director nacional le tocó realizar la serie Héroes, de Canal 13, hace ya varios años. Ahí fue cuando Larraín se dio cuenta de que la historia del padre de la patria daba para al menos cuatro películas y esta es una primera pata de esas.

Ricardo Larraín en grabación de Niño Rojo

Ricardo Larraín en grabación de Niño Rojo

“El personaje de O’Higgins era uno que de alguna manera nadie quiso hacer y que era más o menos obvio porque es el trillado y además un personaje que en nuestra historia, por un lado siendo el más importante —el padre de la patria—, al mismo tiempo es un personaje con menos glamour ante los ojos de la historia, cosa que tiene dos razones. Porque el glamour está puesto en sus oponentes: en Carrera y Manuel Rodríguez, y éstas han sido tradiciones orales en Chile, de que O’Higgins es como el latero, el mala onda”, cuenta Larraín ante la negativa de otros directores de tomar al personaje en tiempos de la miniserie en Canal 13.

“La historia de Bernardo O´Higgins es la historia de su crecimiento, está ligada a etapas donde él vivió. La primera etapa, hasta que tiene 4 años, él vivió en un estrato bastante bajo de la sociedad, en una casa de niños dejados de lado, que eran huachos o niños indeseados, hasta niños que hoy día diríamos que son discapacitados”, señala Larraín. Dentro de todos “estos niños “problemáticos” se habría criado O’Higgins, donde había personas a las que les pagaban para que se hicieran cargo de ellos y tenían una especie de asilo. “Entonces Bernardo cae en uno de estos lugares, cerca de Chillán, y es un lugar bien humilde y bastante cercano al mundo mapuche, por las sirvientas, en fin, un mundo bien precario”. Esa es una primera etapa.

backstage niño rojo

La minisierie está estructurada en tres capítulos: el primero abarca el período desde su nacimiento hasta los 4 años; el segundo hasta los 14 años y el tercero repasa la vida de Bernardo ya en su etapa de formación secundaria y con la elite mapuche y europea.

“Lo encuentra su padre y, por líos familiares, que están explicados en la película, lo manda a una hacienda en Talca, donde un amigo de confianza de Ambrosio O’Higgins, pero sin ver ni a su padre ni a su madre en todo este período”, explica el director sobre lo que retrata el segundo capítulo.

“Después el padre lo cambia a un colegio especial que tenían los franciscanos para educar a la elite mapuche, donde sigue su contacto con los mapuches…. Bueno, en esa época estaban muy confundidas las clases: había mapuches de élite, había mapuches con tierra, había una relación entre los españoles y estos mapuches adinerados que serían como la base de los chilenos. Entonces había todo un tema con evangelizar a esa gente… En fin, ahí cae Bernardo y se mantiene hasta los 16 años”, revela el cineasta sobre la formación inicial de O’Higgins.

niños rojo 2“Luego va a Lima a estudiar a un colegio de gente bien, de señoritos. Y de ahí va a Inglaterra a estudiar donde iban muchos muchachos de la elite sudamericana, a Londres, a Europa. Entonces los capítulos tienen que ver con estos pasos también”, dice Larraín.

La película está contada de lugar en lugar. Se filmó en «La Casa de los Jesuitas» en Calera de Tango, el Museo Recoleta Dominica, el fundo «El Mariscal» en San Bernardo y el fundo «El Quilo» en Melipilla y de ahí que el trabajo de recreación de época fue una cosa ardua en el sentido de a la vez tratar de ser fiel —que implicaba la dificultad de hacerlo de manera estricta: en cuanto al idioma, la vestimenta, los espacios, incluso a las condiciones de salubridad e higiene de la época— y, por otro lado, tomarse ciertas libertades que ayudan al entendimiento de la historia por parte del espectador. Es una historia que se hace desde el presente con consideraciones históricas, pero con ciertas libertades argumentales.

A favor de esta libertades argumentales, detrás de la miniserie hay todo un trabajo bibliográfico de larga data que partió en 2008 con la serie Héroes, de Canal 13. En esta labor, Larraín fue asesorado por el periodista Alfredo Sepúlveda, quien escribió un libro sobre el personaje, y el guionista Andrés Kalawsky.

«En la película nos tomamos unas licencias de poner algunos encuentros entre Ambrosio y Bernardo, que si bien no están documentados, poseen el espíritu de su cartas… Nosotros los pusimos como diálogos; responden más bien a las cartas que se conocen y a interpretaciones históricas», concluye.

La gracia de esta historia es que O’Higgins es una persona, que dada su historia familiar, transita en una escala muy grande de la sociedad de su tiempo: vive en un estrato muy bajo al principio con mucho contacto con los pobres, marginados rurales mapuches; y después tiene un contacto intenso con la hacienda, con el mundo del campo, pero del punto de vista del patrón, del dueño de la hacienda; después un contacto muy potente con la cosa religiosa: es alumno de los franciscanos, incluso, quiere hasta en un momento ser cura; y luego con los pijes, con los criollos aristócratas y después con la ilustración europea; entonces, es curioso porque para la época es una formación muy atípica y tiene todo que ver para explicar el personaje de O’higgins.

Lo otro relevante de la historia, en palabras de Larraín, es el mote hiriente y peyorativo de “huacho”, una forma de herirlo, una constatación del hecho y ejercicio de algo así como, para ponerlo en términos actuales y tan de moda, el constante bullying sufrido por O’higgins, y aporta un dato histórico revelador: “Todo el mundo sabe del ‘huacho’ Riquelme. En esa época aproximadamente  el 50% de la población de Chile nacía fuera del matrimonio. Ser ‘huacho’ no era ninguna cosa tan rara, pero él era el ‘huacho’ emblemático, porque sus oponentes eran la fronda aristocrática, que él mismo bautizó: un grupo social que vivía muy apegado a las normas formales de la iglesia católica”.

Una de las paradojas del niño Bernardo, que moldea fuertemente el alma de su ser, es que “por un lado él sabía que era hijo de una persona importante (le dicen: ‘tu padre es el rey’, metafóricamente hablando). Sabía que era hijo del virrey, pero no podía contarle a nadie. Vivió toda su juventud así hasta que su padre lo reconoce a los 21 años, después de muerto.”

Si uno mira el O’Higgins adulto, ve que todo eso está en su carácter: esta especie de complejo y al mismo tiempo una especie de orgullo mezclado, con mucho tormento, muy solitario, muy conflictivo y al mismo tiempo un tipo brillante, lleno de seguridades. O’Higgins es un espíritu bastante particular, contradictorio”, advierte el director.

Larraín se ilusiona con poder completar las otras dos “patas” de esta historia aunque se lamenta y dice que le gustaría estar en un medio con más recursos para poder llevarlas a cabo: “Una es la historia de amor de O’Higgins, antes de la Independencia, con la Rosario Puga en medio de la guerra, que es como Lo que el viento se llevó chileno, el general libertario con una mujer medio loca que lo traiciona, es un historión romántico”.

La otra es el exilio y la muerte: “Un hombre solo rumiando la historia, más o menos en el abandono, y más o menos al garete de los caprichos de sus conciudadanos, que de cuando en cuando llegaban a avivarle la cueca: ‘Ud. tiene que volver, mi general'», relata el director, cuestión que Bernardo a veces se tomaba en serio y que hace que la historia se torne bastante laberíntica.

Estas cuatros historias encierran “algo shakesperiano”, según Larraín, que tienen que ver con la vida de un hombre, notable para nosotros, pero que de alguna manera es también modélica: “La formación, la ambición del joven, el amor, la obra del adulto y la caída del gobernante, la salida del anciano”, en relación a las etapas de la vida en general.

La miniserie “El Niño Rojo” aún no tiene fecha de estreno en la TV, pero según fuentes del CNTV su exhibición está comprometida en la red de canales regionales Alcatel, en un formato de miniserie de tres capítulos, y será también exhibida en la televisión española (puesto que se trata de una coproducción con la firma española Wanda Films) en el contexto de una serie titulada “Libertadores».

Los pasos siguientes de Larraín son embarcarse en un proyecto que aborda la historia de Pablo Neruda y su relación con el Winnipeg y la llegada a nuestro país de los exiliados españoles de la guerra civil en la década de 1930.

 

 

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