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El coleccionista de cómics que convirtió su casa en un museo único El Museo de la Historieta en el barrio Yungay abre los sábados de 16 a 20 horas

El coleccionista de cómics que convirtió su casa en un museo único

El museo, sin apoyo privado ni estatal alguno, funciona exclusivamente gracias a la pasión de Mauricio García. Lo más parecido en Chile es el Museo de Lukas de Valparaíso. En Buenos Aires, su símil sería el Museo Severo Vaccaro, en México, el estatal Museo de la Caricatura y la Historieta Joaquín Cervantes Bassoco de Morelos y en Europa, el Musée Hergé, de Bruselas, dedicado al creador de Tintín. El sábado en este lugar se rendirá tributo a Eduardo de la Barra, fallecido hace poco, creador de Palomita.


La casa iba a ser un lugar transitorio para que Mauricio García guardara su enorme colección de cómics, mientras se refaccionaba el lugar para arrendarlo. Terminó convertida en el Museo de la Historieta, una iniciativa particular que contiene gran parte de la historia del género en Chile a través de revistas, libros, figuras y dibujos originales de gran cantidad de autores.

García, miembro de un estudio jurídico de lunes a viernes, lector de revistas desde chico y coleccionista desde hace unos veinte años, según cuenta, se convierte los sábados en anfitrión del museo, de 16 a 20 horas. Éste se encuentra ubicado en un encantador cité de la calle Esperanza 555, en pleno barrio Yungay. Desde la calle pocos imaginan que las entrañas de estos pasajes guardan verdaderos tesoros del cómic nacional.

“Es un lugar súper agradable para ir en familia, que tiene sobre todo historietas clásicas chilenas de los años 60 y 70, que fue la época de oro del comic, y que se pueden apreciar”, señala Miguel Ferrada, director de la editorial de narrativa gráfica Arcano IV.

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Obras de Eduardo de la Barra, Percy, Lugoze, Pepo y Nato tienen allí su hogar, que el próximo 30 de noviembre cumple 3 años, para lo cual habrá algunas actividades de celebración en un museo que en los últimos tres años ha sido escenario de exposiciones y encuentros con dibujantes y guionistas como Juan Francisco Jara y Jorcar (Jorge Carvallo). De la Barra, fallecido el domingo a los 71 años y creador de figuras como “Palomita” del diario La Cuarta, será homenajeado en el museo mañana a partir de las 18 horas, en compañía de su familia.

El museo, sin apoyo privado y estatal alguno, funciona exclusivamente gracias a la pasión de García. Lo más parecido en Chile es el Museo de Lukas de Valparaíso, sostenido gracias a la fundación que resguarda el legado del dibujante. En Buenos Aires, su símil sería el Museo Severo Vaccaro (que data de 1945), también privado, y en México, el estatal Museo de la Caricatura y la Historieta Joaquín Cervantes Bassoco de Morelos (de 2002), mientras en Europa se hermana con el Musée Hergé, de Bruselas, dedicado al creador de Tintín.

El pasado

García cuenta que la historieta vivió su auge en Chile en los años 60 y 70, cuando una revista como Mampato podía llegar a los cien mil ejemplares. Con la llegada de la televisión, la enorme mayoría de las publicaciones desaparecieron, en un fenómeno que afectó a diarios, libros y revistas por igual. Actualmente sólo subsiste el clásico Condorito, con 60 años de continuidad, que se sigue publicando en toda Latinoamérica tras la muerte de su creador Pepo (1911-2000).

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A fines de los 80 y principios de los 90 hubo un breve resurgir con revistas como Trauko, Bandido, Quirquincho y La Papaya, que duraron algunos años. Ahora, desde hace un lustro, la creación se centra básicamente en la novela gráfica, en la cual García destaca a autores como Gonzalo Martínez (Mochadick) y Vicente Plaza (Vicho). Otros, como Maliki, poseen una obra de tintes más autobiográficos, según dice.

“La diferencia con antes es que la masividad de la historieta era mayor”, señala García. “Hoy es difícil que una revista pueda competir con la televisión, con el cable, con los computadores  y los videojuegos. Los cabros están acostumbrados a algo más rápido y tienen poca concentración. Es difícil que se mantengan en una actividad por más de un par de horas. Un libro puede requerir una semana para leerlo”.

Actualmente en algunos colegios, la historieta es optativa, a diferencia de varios libros obligatorios. Aún así, para García el género es un excelente punto de partida para incentivar la lectura.

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