Imperdible
Magma se presenta el 7 de diciembre en el Aula Magna de la Federico Santa María en Valparaíso y el 8 en el Teatro Caupolicán
La primera vez que escuché a Magma tuve la sensación de que algo raro había en lo que me acababa de tomar. Pensé, “cresta, esto estaba más fuerte de lo habitual”. Tenía 17 años y el deseo casi ilimitado de experimentar cosas nuevas, extrañas y únicas.
En esa época, el «Ummagumma» de Pink Floyd era mi disco de cabecera (alternando con la música de toda la vida, Slayer, Megadeth y etc.). Y todo lo que tuviera apenas un olor a locura, a nuevas percepciones o a realidades alteradas, era muy atractivo.
Me recuerdo en el Cajón del Maipo, sentado con los amigos de la época, buscando contacto con seres de otros mundos. Intentando encontrar el nirvana, el punto de inflexión, el momento preciso para abrir “el tercer ojo” o lo que fuera. Con ayuda externa por supuesto. Y tocando melodías monocordes y repetitivas, de manera enloquecedora, esperando ver algo más allá de lo evidente.
En eso andaba cuando llegó a mis manos el vinilo de «Attahk». Al principio pensé que se había echado a perder, que algo sonaba mal.
Pero después me di cuenta de que no era eso, era algo mucho más sencillo…. ¡Los Magma estaban completamente dementes!
Cualquier cosa que pueda escribir no es suficiente. Música espacial, rock progresivo, jazz rock. Creo que la mejor definición es la que ellos mismos proponen como la música de los terrícolas que huyeron hacia el mítico planeta Kobaïa, donde desarrollaron el rock zeuhl (o celestial en el idioma kobaïano).
La historia es más o menos así. Esta banda fue fundada en 1969 por el baterista francés Christian Vander. Se dice que tras la muerte de John Coltrane, el batero francés consideró que no podía tocarse más jazz, por lo que crea este nuevo estilo.
Es contemporáneo de los Floyd, de Zappa, de Robet Fripp, de John Zorn y se nota. Deben venir de galaxias parecidas o cercanas. Es música del espacio.
No es el tipo de música que escucho frecuentemente. Pero hay que reconocerlo, acá vas a encontrar algo que no existe en otro lugar. Esto es la banda sonora de las “Montañas de la locura” de H.P. Lovercraft o de cualquier otra pesadilla intergaláctica que puedas imaginar.
La cosa es que los días 7 y 8 de diciembre podremos ver en Chile este espectáculo único. Con más de 40 años de música espacial debutan en Sudamérica en el Aula Magna de la Federico Santa María en Valparaíso y en el Caupolicán.
Esto es algo que nunca has visto y que probablemente no vuelvas a ver, salvo que puedas viajar por el espacio al mítico Kobaïa… o a algún otro espacio de la galaxia.
