Publicidad
Contra sus limitaciones físicas, Phil Woods hace honor a su leyenda en el jazz y ofrece un show total en Providencia La tercera noche del Festival de Jazz de Providencia superó la expectativas

Contra sus limitaciones físicas, Phil Woods hace honor a su leyenda en el jazz y ofrece un show total en Providencia

La última jornada del festival fue de inspiradores contrastes. Phil Woods conectado a un dispositivo de oxígeno, resoplando el saxofón con la nitidez de sus mejores días. Músicos con más de 40 o 50 años de trayectoria intercambiando datos y compartiendo consejos con instrumentistas jóvenes. Y el público emocionado a ambos lados del río. El Festival de jazz de Providencia cumplió su objetivo. Ahora, la vara está en lo alto.


Para calcular el peso en la historia musical de Phil Woods, no basta con saber parte de su enorme trayectoria. Hay que verlo y escucharlo. Su delicado estado de salud que lo obliga a estar conectado permanentemente a un dispositivo de oxígeno lo vuelve vulnerable. La producción en más de una ocasión se preguntó si realmente tendría fuerzas para tocar. Una preocupación razonable dado que el músico respira con mucha dificultad y se moviliza en silla de ruedas para ahorrar energía. Por eso hay que verlo, para contrastar, para calcular la envergadura de su pasión por el jazz que lo lleva a sobreponerse a sus limitaciones y, una vez sobre el escenario, demostrar con energía, calidad y mucho swing, por qué es considerado uno de los grandes, uno de los más brillantes discípulos de Charlie Parker, ¿y por qué no decirlo?, una leyenda.

Foto: Javier Liaño

Foto: Javier Liaño

“¿Por qué tendría que parar? Mi doctor incluso me dijo que por tocar el saxo mis pulmones son súper fuertes. Es más, voy a seguir tocando hasta que la música me siga apasionado y haciendo sentir en las nubes. ¿Qué hasta cuándo voy a tocar? Hasta que muera”, dijo con convicción antes de comenzar su show.

La última noche del Festival

La jornada abrió flamante, pese a los chubascos ocasionales que humedecieron un poco el ambiente. Músicos  chilenos con gran experiencia en el extranjero como Felix Lecaros (batería), Pablo Menares (contrabajo) y Melissa Aldana (saxofonista) compartieron su arte junto a los acordes y excepcionales solos en la guitarra de Nicolás Vera y la audacia y el talento de Sebastián Jordán en la trompeta. “La Resistencia” es el título de este proyecto musical que reúne lo mejor del talento nacional alrededor de la corchea swing, la improvisación y las influencias locales en constante apertura al intercambio estilístico con la escena internacional.

Cada integrante de “La Resistencia”, cuenta con el respaldo de una sólida carrera y experiencias musicales fecundas como parte de otros proyectos que han permitido importantes giras alrededor del mundo y destacados registros discográficos. La agrupación materializa su trabajo en febrero del 2013 a través de su primer álbum homónico grabado en los estudios del Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM) y producido por el sello discográfico nacional Discos Pendientes. El disco, recibido con gran acogida entre los amantes del jazz, fue lanzado oficialmente en agosto del 2013 en Santiago y Concepción. Se trata de una recopilación de composiciones originales de Sebastián Jordán y Nicolás Vera donde además se encuentra un arreglo del pianista estadounidense Eubie Blake.

Foto: Javier Liaño

Foto: Javier Liaño

Mientras se desplegaba la música sobre el escenario, Phil Woods, en su improvisada tienda, pedía silencio para escuchar los tonos del saxo que venían del escenario. ¿Quién es? preguntó. Melissa, le contaron sus asistentes. «Ah, la chica que  ganó el Thelonious. La música que están tocando es bella; el trompetista es realmente bueno y la chica del saxo es maravillosa”, comentó.

Ese intercambio generacional entre los músicos jóvenes y los de larga trayectoria, hicieron de esta versión del festival una experiencia única. Mientras los jóvenes sentían respeto y admiración por los de enorme trayectoria, los mayores celebraban la calidad y entusiasmo de la nueva generación.

«Sabíamos que los músicos que estábamos seleccionando iban a satisfacer; el trabajo que hicieron fue fantástico, maravilloso. Cada uno tenía su propia voz, su propio enfoque y eso hizo que este Festival fuera ecléctico, diferente en el lenguaje y con contraste, y eso fue muy interesante,” explica Roberto Barahona, uno de los curadores del festival.

Un poco de historia

PhilWoods_84sPhil Woods, considerado el más brillante discípulo blanco de Charlie Parker, conoció por primera vez a su gran maestro y mentor el año 1949 en un pequeño club de la calle 52 en Nueva York. Por esos años, Woods con sólo 18 años, era un joven estudiante del gran pianista Lennie Tristano que paseaba por clubes anhelante de música y sonidos. En ese primer encuentro, Charlie no llevaba su saxo alto consigo y Woods no dudó en ofrecerle el suyo para que tocara. Desde entonces su conexión con “Bird” Parker se volvió inquebrantable. Tanto así que llegó a casarse con su mujer, Chan Parker, y adoptar a su hija Kim, tras la muerte del «Bird» en 1955.

Músico de las más grandes figuras del jazz de todos los tiempos, Woods en sus primeros inicios profesionales colaboró con Richard Haynes, Charlie Barnet, Jimmy Raney y grabó en 1954 para el sello New Jazz, su primer disco a su nombre titulado “Phil Woods and New Jazz Quintet”.

Su reconocimiento a nivel mundial vino de la mano de otro de los más grandes íconos del jazz, Dizzy Gillespie (considerado por Woods como el Beethoven del jazz, siendo Parker, Bach y Thelonuios Monk, Brahms). También participó de la orquesta de Buddy Rich, Quincy Jones y Benny Goodman y  fue el jazzmen de Thelonious Monk y de Oliver Nelson. Con todo esa rica experiencia musical, Woods ya estaba en condiciones de hacer historia por sí mismo y en 1968 se traslada a vivir a París donde forma el cuarteto “European Rhythm Machine” uno de sus grupos más famosos y con quienes recorre Europa dejando importantes registros discográficos de su participación en festivales europeos.

A su regreso a Nueva York,  en los ´70, graba “Musique du Boys”,  fruto de su encuentro con Michel Legrand  y que inaugura una nueva etapa en su música. El álbum, considerado por muchos como la obra maestra de Woods, viene a reencauzar el desarrollo musical del jazz, revalorando el peso de la tradición, en una época donde, a opinión de muchos, el género estaba bastante desconcertado.

Cuerenta y cinco años después de ese disco y con una escena dónde la combinación de estilos y músicas están presentes hoy cada vez en más conciertos, Cultura+Ciudad quiso conocer su opinión sobre esta innovación.

¿Qué opinas sobre el actual concepto de “música fusión” en el jazz y en la música en general?

¿La confusión?… La fusión es una broma. Es un concepto hecho por la industria musical discográfica para generar dinero. La fusión es… bueno, todo es fusión, toda la música es fusión, es poner cosas juntas. He visto fusionar el rock´n roll y el jazz, pero esa no es mi música…  yo la llamo “confusión”, a esa fusión la llamo “confusión”, porque te encuentras haciendo eso y haciendo esto otro para generar dinero y no se hace con el corazón.

Gentileza Providencia

Gentileza Providencia

«El Quinteto», músicos y amigos de toda la vida

Con toda esa experiencia que plasma en ideas musicales claras y  además de un centenar de grabaciones y giras por el mundo entero, Woods no se cansa de tocar y compartir con sus amigos de siempre esa música viva que le revitaliza el espíritu. Así lo demostró sobre el escenario frente al río junto a su comitiva de extraordinarios músicos que lo acompañan fielmente desde hace décadas, algunos con más 40 años de historia compartida de incansables momentos en torno al bebop, que para Woods, es la forma más refinada de la improvisación tonal en la historia de la música.

La agilidad del trompetista Brian Lynch, 22 años junto a Woods; el ritmo y el swing de la batería de Bill Goodwin y el soporte armónico de los bajos de Steve Gilmore al contrabajo, ambos con más de 40 años junto al saxofonista, se unieron a el sentimiento interpretativo de Bill Maus en el piano, que con su carisma y emotividad cautivó a la audiencia y al mismo Phil Woods que además de compartir con la audiencia chilena su excepcional universo y talento musical a través de clásicos temas y originales versiones de  Miles Davis, Cole Porter, entre otros, amistosamente conversó con el público sobre sus músicos y sus pasadas visitas a Chile en el año 1956, acompañando a Dizzy Gillespie para un concierto en el Teatro Municipal, y sobre su venida del año 1980 junto al cuarteto Jazz Club.

Phil Woods, coronó esta inolvidable jornada del Festival de Jazz de Providencia, haciendo gala de su gran talento interpretativo y capacidad de emocionar a los presentes con un sonido de gran nitidez, fuerza y sostén; y si bien es cierto que ya no mueve los dedos como en sus mejores años tocando bebop, su virtuosismo se ha trasladado a otra esfera del arte, contagiando esa pasión y el disfrute al tocar cada nota que sale de su instrumento, algo que para algunos, incluso, es más valioso que las destrezas técnicas de una música sin sentido.

«La música nunca para. El jazz está vivo en el mundo», concluye el maestro.

 

Publicidad

Tendencias