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14, de Jean Echenoz, una sinopsis de la Primera Guerra Mundial Reseña literaria

14, de Jean Echenoz, una sinopsis de la Primera Guerra Mundial

En apenas 98 páginas, el francés cuenta las penurias cotidianas, el vacío y la desesperanza de cinco jóvenes reclutas y de una mujer que espera en el hogar, con un asombroso poder de síntesis.


Jean Echenoz (Orange, Francia, 1947) es un experto en contar grandes historias haciendo honor a la más exacta expresión de la síntesis. Pero quizá nunca antes había sido tan preciso como en  14, su última novela (Editorial Anagrama, 98 páginas), reducción casi hasta la sinopsis de la Primera Guerra Mundial.

Episodio histórico en el que otros hubieran puesto en escena una decena de personajes, tramas paralelas, contextos históricos y políticos, ambición a raudales, traiciones y hasta uno que otro lacrimógeno romance, Echenoz reincide en su prosa minimalista e incisiva, sin ripios ni artificios, con una precisión que orgullecería a Augusto Monterroso.

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Y lo que es más sorprendente: todo en poco más de 90 páginas.

14, así en números, por el año en que se inició la guerra –la que entonces era la “gran guerra”, porque nadie imaginaba que acabaríamos enumerándolas–, es también un título exiguo que, según Echenoz, “funciona como un proyectil”.

Sin embargo, para el autor de La ocupación de los terrenos (2003) la construcción de la novela y, principalmente, su escenario, no dejan de ser una sorpresa para él mismo. “Si hace 35 años cuando empecé a escribir me hubieran dicho que me iba a interesar un tema como el de la Primera Guerra Mundial me hubiera parecido una broma”.

La idea que Echenoz y buena parte de su generación tenía sobre el conflicto no iba mucho más allá de una colección de repetidos relatos sobre aburridas batallas de veteranos ex combatientes. Pero, al cumplirse este año el centenario de aquel hecho (él afirma que no ha habido el menor oportunismo en la elección del tema), se dio cuenta de su importancia y de la huella en el imaginario colectivo de su país.

“Fue la primera guerra industrial y tecnológica del siglo XX y una de las más cruentas. Hoy, cuando los historiadores están hablando de brutalización, nos damos cuenta de lo que fueron realmente aquellas masacres”, afirma el escritor francés. En 14, Echenoz va más allá y también propone que el periodo de entreguerras fue sólo un paréntesis, una tregua para el horror del desenlace final de un conflicto que se inició en el 14 y terminó en el 45. Esa es su teoría.

La afición de Echenoz a narrar personajes y hechos históricos lo ha llevado a edificar interesantes novelas como Ravel (2007), sobre el compositor del célebre bolero, en el que –a medio camino entre la ficción y el relato biográfico– repasa los últimos años del músico galo; Correr (2010), sobre el atleta checoslovaco Emil Zátopek, espiado y hostigado por el régimen de su país para luego ser desterrado a unas minas de uranio, y Relámpagos (2012), novela en la que se ocupa del inventor croata estadounidense Nikola Tesla quien, contraviniendo el dicho popular, no dio “puntada con hilo” y desdeñó el beneficio personal, perdiendo así los derechos de sus importantes inventos y descubrimientos.

Se suele decir que la documentación que Echenoz reúne para sus novelas es enorme en relación con los resultados, ya que apenas aprovecha un dos o tres por ciento de lo consultado; esos andamiajes históricos de personajes y sus circunstancias son los materiales que construyen su narración, un punto de partida para trabajar “siempre con la obligación de quedarse muy cerca de la realidad”.

El dispositivo que echó a andar para 14 fue el encuentro fortuito del diario de guerra de un tío-abuelo de su pareja. Echenoz contó que “era un texto muy púdico. Apenas hablaba de la meteorología en los combates y nada de los horrores que necesariamente tuvo que vivir porque, según pude constatar, participó en batallas muy cruentas”.

También fue el estímulo para un autor que se declara enemigo total de la épica y los falsos héroes que la perspectiva del tiempo construye, y afirma: “En esa guerra los oficiales eran burgueses, pero la tropa estaba integrada por proletarios y agricultores. Yo quería mostrar el día a día de los soldados”. Entonces, no es casualidad que una de las películas favoritas de Echenoz sea La gran ilusión (1937), de su compatriota Jean Renoir, otra visión del conflicto bélico sin héroes, tambores ni fanfarrias.

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